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La venta del mayor astillero de España: Barreras aspira a dejar atrás 20 años de fracasos
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La venta del mayor astillero de España: Barreras aspira a dejar atrás 20 años de fracasos

Es el último intento de la compañía de Vigo para salvar 130 años de historia. Dos empresas asturianas, Gondán y Armón, y el inversor José Alberto Barreras han pujado por la firma

Foto: Construcción de un buque en el astillero vigués de Barreras. (Hijos de J. Barreras)
Construcción de un buque en el astillero vigués de Barreras. (Hijos de J. Barreras)

El mayor astillero privado de España, el centenario Hijos de J. Barreras, está a unos pocos días de emprender un nuevo capítulo de su azarosa historia, con un cambio de propietarios con el que se pretende esquivar la liquidación. Tres empresas pujan por hacerse por una factoría naval que llegó a sumar 2.000 trabajadores, y que ahora cuenta con apenas un centenar, la mayoría en ERTE.

Tras el fiasco con Pemex y la posterior espantada de Ritz-Carlton, el sector naval se mantiene en vilo ante una decisión que tomarán antes del día 31 los actuales propietarios de la compañía, pero en la que está implicada la Xunta y requiere el aval del juzgado de lo Mercantil de Vigo y de la Autoridad Portuaria.

La fase de análisis de las ofertas vinculantes presentadas en el marco del proceso de venta del astillero vigués concluyen el próximo 31 de diciembre. Los posibles compradores son Gondán, de Asturias, el también asturiano Astilleros Armón y el inversor José Alberto Barreras, dueño de San Enrique, la antigua Factorías Vulcano de Vigo, todos ellos relacionados, por lo tanto, con el sector naval.

La gestión de la venta la realiza Kroll, una consultora especializada en liquidaciones, que recibió el encargo de Cruise Yacht Ltd, sociedad con sede en Malta participada por el fondo Oaktree, a su vez principal inversor de The Ritz Carlton Yacht Collection.

Foto: El coordinador de asesores de Pemex, Carlos Rúa; el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo (c), y el presidente de PMI, José Manuel Carrera, en el astillero vigués Barreras. (EFE)

Pese a la prácticamente nula actividad del astillero, sus instalaciones son de las más codiciadas de España, debido a sus dimensiones y ubicación y al prestigio acumulado durante décadas de construcción naval, una reputación no del todo perdida pese a la desastrosa gestión reciente. Esos últimos 20 años, no exentos de intervenciones desde el ámbito de la política que resultaron de dudoso éxito, han conducido a la sociedad a un preconcurso de acreedores, antesala de la posterior liquidación.

Según ha trascendido, todas las ofertas están lejos de los 10 millones de euros. Eso significa que el valor de Barreras se ha devaluado de forma notable desde 2012, cuando la Xunta de Alberto Núñez Feijóo pilotó la venta a la mexicana Pemex del 51% de la sociedad, entonces recién salida de otro concurso de acreedores, por 5,1 millones de euros. La petrolera anunció una lluvia de contratos que sumaban 300 millones, pero solo se concretó uno: un hotel para el personal de plataformas petrolíferas, conocido como 'flotel'. Barreras llevaba dos años y medio prácticamente parada. Desde entonces, además del encargo de la propia Pemex, solo ha construido parte de un crucero de lujo para The Ritz Carlton Yacht Collection, que al igual que la petrolera, se quedó con la empresa para garantizar la obra. Eso ocurría mientras los mexicanos abandonaban el astillero, entre críticas a la operación del presidente Andrés Manuel López Obrador.

La operación con Pemex está repleta de sombras. El representante de la compañía en la firma con Feijóo del encargo del 'flotel' era José Manuel Carrera Panizzo, entonces consejero delegado de Pemex Internacional y ahora investigado en su país por presuntos sobrecostes en la compra de una compañía de fertilizantes. Eso fue durante el mandato de Felipe Calderón, pero ya gobernaba Enrique Peña Nieto cuando se concretó la entrada de la petrolera en el capital de Barreras. En el equipo que gestionó el traspaso de poderes figuraba su director general, Emilio Lozoya, detenido en 2020 en España y extraditado a México con cargos de corrupción, blanqueo de capitales, tráfico de influencias y crimen organizado. Lozoya colabora con la justicia de su país y tiene ahora estatus de testigo protegido.

Foto: Vista del minicrucero inacabado de Ritz Carlton en el astillero de Barreras. (EFE)

La aparición de The Ritz Carlton Yatch Collection en Barreras no fue ni mucho menos el balón de oxígeno que se esperaba. Llegó de la mano del superyate Evrima, que Barreras fue incapaz de sacar adelante y que acabó provocando la compra del astillero por la marca de hoteles y resorts de lujo a través de la sociedad Cruise Yatch LTd, con sede en Malta. Como ocurrió con Pemex en 2012, el cliente se convertía en dueño, solo que en este caso no del 51%, sino de la totalidad de la factoría naval y como administrador de la misma. Se salvó así en el último momento un concurso de acreedores, lo que convirtió en presidente a Douglas Prothero.

Fue otro fiasco. Prothero no solo no consiguió los nuevos contratos que había prometido, sino que sorprendió al llevarse al Evrima para continuar su construcción en Santander, con la promesa nunca cumplida de regresar a Vigo para finalizar los trabajos. El barco dejaba atrás 20 millones de euros de deuda con la industria auxiliar de la ría de Vigo, especialmente sensible a la salud de Barreras. La consultora Kroll cesó al consejo de administración al completo, con su presidente a la cabeza. Deja unas pérdidas de 50 millones de euros y un patrimonio en rojo, agravado por la amenaza de indemnización de 65 millones de euros que reclaman dos clientes por pedidos no servidos: Havila Kystruten y Naviera Armas.

Foto: Foto: EFE

Ese es el contexto en el que Kroll tiene que decidir quién hereda una empresa que en su día fue una de las joyas de la corona del Instituto Nacional de Industria. Su objetivo es complicado: destinar los fondos de la venta al saldo de pasivos y, en caso de que la cantidad obtenida no le alcanzara, acogerse a un nuevo concurso de acreedores. De las ofertas, dos —las de los astilleros asturianos Gondán y Armón— plantean la compra de la unidad productiva de la compañía, con los activos libres de cargas económicas y sociales y con un número de trabajadores inferior a diez. José Alberto Barreras, mientras, promete mantener a los 60 empleados activos, pero, a diferencia de sus competidores, no presenta garantías de carga de trabajo. En las conversaciones participa la Xunta, a través de la Consellería de Economía.

En medio de las negociaciones contrarreloj se ha colado la firma estatal Rete Ferroviaria Italiana (RFI, del Gruppo FS Italiane), que anunció días atrás la adjudicación a Barreras, por 74 millones de euros, de la construcción de un ferri de 150 metros para cubrir la línea en el Estrecho de Messina a partir de 2024. La elección de la planta causó perplejidad en el sector naval de la ría de Vigo, ante las dudas que sugiere un contrato con una compañía sin gobierno y en pleno proceso de venta. Otra aparente incongruencia en el devenir de un astillero empeñado en las dos últimas décadas en maltratar sus 130 años de historia.

El mayor astillero privado de España, el centenario Hijos de J. Barreras, está a unos pocos días de emprender un nuevo capítulo de su azarosa historia, con un cambio de propietarios con el que se pretende esquivar la liquidación. Tres empresas pujan por hacerse por una factoría naval que llegó a sumar 2.000 trabajadores, y que ahora cuenta con apenas un centenar, la mayoría en ERTE.

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