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Alerta por la desaparición del pulpo en Galicia: 2020 será el peor año de la historia
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Alerta por la desaparición del pulpo en Galicia: 2020 será el peor año de la historia

Las cofradías de pescadores advierten de la caída de las capturas, que los científicos atribuyen a la sobreexplotación de la especie

Foto: Pulpo de acuicultura con 95 días de edad.
Pulpo de acuicultura con 95 días de edad.

Los 15 euros que paga usted cada vez que pide una ración de pulpo, servida en un plato de apenas 20 centímetros de diámetro, tienen consecuencias en el ecosistema de las rías gallegas. El pulpo gallego se agota, y los científicos los atribuyen a una sobreexplotación azuzada por los desorbitados precios alcanzados por el producto en los últimos años. “De seguir por este camino vamos a esquilmar la especie”, alerta el doctor en Biología Ángel Guerra, uno de los mayores expertos en la materia. Los pescadores comparten la preocupación, pero buscan otras causas a un descenso que consideran un misterio.

“Lo de este año es lo nunca visto”, previene el biólogo de CISC y experto buceador Manuel E. Garci, que comprueba en sus inmersiones casi diarias cómo cada vez resulta más difícil encontrar ejemplares en zonas en las que antes abundaban. Los datos de las lonjas avalan su preocupación. Frente a capturas superiores a las 500 toneladas de 2016 —después de décadas de caída sostenida—, este año a finales de verano apenas se habían contabilizado 40. No se sabe cómo se cerrará el ejercicio, pero científicos, pescadores y Administración coinciden en que 2020 será el peor año de la historia.

Guerra resume en dos las posibles causas de tan drástica caída. De un lado están las atmosféricas y oceánicas. La subida de la temperatura del agua podría ser una de ellas, pero ocurre que es un cefalópodo escasamente sensible a cambios de uno o hasta dos grados. Una súbita disminución del plancton del que se alimentan las larvas también se ha considerado, pero parece poco probable. Del otro lado, las relacionadas con las capturas, que alcancen niveles que impidan a los pulpos alcanzar la madurez: una sobrepesca que provoca que desaparezcan las hembras y reduzca el número de las que están en puesta. Guerra lo tiene claro: “Son explicaciones concomitantes, unas no excluyen a las otras, pero para mí la razón principal y fundamental es la sobreexplotación del recurso”.

"El mar es demasiado grande y la noche demasiado larga. No se puede establecer un sistema de vigilancia completamente efectivo"

En el puerto de Bueu, uno de las más importantes para la pesca del pulpo junto a la de Ribeira, los pescadores apelan a los habituales vaivenes de la especie para explicar la caída de 2020. “El mar, y el pulpo especialmente, es como la tierra: hay cosechas mejores y peores”, afirma un portavoz de su cofradía. “La recogida en 2015 y 2016 fue extraordinaria, pero este es el peor año que recuerdo en toda mi vida”, admite. Para explicar la caída, apunta a causas biológicas, climáticas y ambientales, por lo que reclama un nuevo estudio a la Consellería del Mar para analizar la evolución de la especie. “Es incomprensible. Paramos en junio para la veda y cuando volvimos en julio había menos cantidad que antes del parón”. A causa de la covid-19, este año el período de prohibición se redujo a un mes, aunque los expertos señalan que las consecuencias de esa reducción de la veda son de momento inapreciable.

Para Ángel Guerra, no es un problema únicamente de legislación. “Galicia tiene una de las legislaciones más completas de Europa”, apunta, “el problema es su cumplimiento”. “El mar es demasiado grande y la noche demasiado larga. No se puede establecer un sistema de vigilancia completamente efectivo”. Ni siquiera el control a través de las descargas en lonja es una solución perfecta, porque muchas de las ventas se producen de forma furtiva fuera de ese circuito, directamente a restaurantes o proveedores de grupos de restaurantes, lo que impide controlar las toneladas capturadas y los tamaños de los ejemplares.

Ángel Guerra, que fue jefe de investigación en Ecología y Biodiversidad del CSIC y ha dirigido 14 expediciones científicas en el Mediterráneo, Atlántico y Pacífico, apuesta por la autorregulación. “Es la única alternativa realmente efectiva posible, y ya se ha experimentado con éxito en otras especies como la navaja o el percebe”. “A los pescadores les tiene que entrar en la cabeza que lo que hacen es pan para hoy y hambre para mañana. Muchos piensan que si no cogen ellos el pulpo vendrá otro y se lo llevará. Es una codicia muy natural en el hombre: queremos una casa más grande, un coche más lujoso… Pero en este caso condiciona totalmente su propio futuro”.

La economía de localidades como Bueu o Ribeira se está viendo afectada por la crisis del pulpo, que trabajan más de 2.000 embarcaciones.

Son limitaciones que deberían autoimponerse los pescadores, pero no las únicas por las que apuesta la comunidad científica, que ante la gravedad de la escasez detectada este año propone elevar la talla mínima de captura de un kilo a kilo y medio e incrementar el período de veda. También llevan años reclamando que se proteja como hábitats exclusivos determinados espacios donde se producen las puestas. Singularmente, en áreas de las islas Cíes. Pese a ser un Parque Nacional, la reclamación de los biólogos ha sido desoída, y no existe protección alguna para estas áreas tan sensibles para el futuro de la especie.

Manuel E. Garci suscribe esta reclamación. ”Suelo ir a las Cíes y ver los mismos barcos machacando las mismas zonas”, relata. El también camarógrafo submarino, reconocido con importantes premios por sus documentales sobre las profundidades del mar, explica que lo normal en esa zona cada vez que se sumerge es encontrar 15 o 20 ejemplares hembra en puesta de huevos en la temporada de reproducción. “Este año solo pude ver una, el resto de cuevas donde se esconden a desovar estaban todas vacías”.

“Para Bueu es catastrófico”

La economía de localidades como Bueu o Ribeira se está viendo afectada por la crisis del pulpo, que trabajan más de 2.000 embarcaciones. “Para Bueu es catastrófico”, relata un portavoz de la cofradía, que alerta de que muchos pescadores están ya basculando hacia otras artes y especies, que pueden acusar en los próximos años las consecuencias de este 2020 de escasez del cefalópodo.

La Consellería do Mar se ciñe a un plan de gestión del pulpo diseñado con atención a criterios “técnicos, económicos y biológicos”. Pero la alarmante escasez que se detectó al levantar la veda en julio, cuando se constató una caída del 85%, llevó a multiplicar las reuniones con las cofradías y buscar soluciones, entre ellas una revisión del plan. En la comisión de seguimiento creada para hacer seguimiento del problema, las cofradías pidieron una paralización de la campaña, pero las medidas compensatorias que acarrearía una decisión de ese tipo la hacen de momento inviable. “No queda más remedio que sobrevivir como se pueda”, se resigna el patrón de la cofradía de Bueu.

Los 15 euros que paga usted cada vez que pide una ración de pulpo, servida en un plato de apenas 20 centímetros de diámetro, tienen consecuencias en el ecosistema de las rías gallegas. El pulpo gallego se agota, y los científicos los atribuyen a una sobreexplotación azuzada por los desorbitados precios alcanzados por el producto en los últimos años. “De seguir por este camino vamos a esquilmar la especie”, alerta el doctor en Biología Ángel Guerra, uno de los mayores expertos en la materia. Los pescadores comparten la preocupación, pero buscan otras causas a un descenso que consideran un misterio.

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