Es noticia
El espacio donde Valencia lleva 40 años intentando entenderse
  1. España
  2. Comunidad Valenciana
Club de Encuentro Manuel Broseta

El espacio donde Valencia lleva 40 años intentando entenderse

Este lugar es a veces un diván y, otras, un espacio de escucha. Se ha consolidado como una de las escasas ventanas abiertas al diálogo entre la sociedad civil valenciana

Foto: Asamblea Constuyente Club de Encuentro Manuel Broseta. (Cedida)
Asamblea Constuyente Club de Encuentro Manuel Broseta. (Cedida)

La sociedad civil valenciana, mitad animal mitológico mitad cuerpo real, ha sobrellevado las últimas décadas emparedada entre crisis. Las que tienen que ver con su escasa vertebración, con la reconversión de parte de su burguesía (y la transformación global, con los viejos industriales convirtiéndose en financieros), y también con cierto complejo frente a Madrid y Barcelona, arrastrando la creencia de la poca influencia del poder valenciano más allá de sus fronteras.

En ese viaje, que perfectamente pudo comenzar en los noventa y que se arrastra hasta hoy, uno de los pocos denominadores comunes que ha pervivido ha sido el Club de Encuentro Manuel Broseta. Se fundó en 1984 por una sociedad intentando entenderse, en plena modernización de un país que ya no era el mismo. Cuatro abogados, un periodista, un pedagogo y un industrial tenían la vocación de reunir a protagonistas con distintas inclinaciones ideológicas y fomentar el debate.

Foto: Alejandro VI y Jacopo Pesaro ante San Pedro, Tiziano, 1509

Casi cuarenta años después, por sus reuniones han pasado cerca de 500 invitados, desde Santiago Carrillo a José María Aznar, desde Manuel Fraga a Jordi Pujol, desde Artur Mas a Pedro Sánchez, desde Eduardo Zaplana a Ximo Puig. El primer invitado fue Gregorio Peces Barba, entonces presidente del Congreso de los Diputados, y el último –hasta el momento– será este próximo lunes el nuevo Arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, cuya figura, por imprevista, no deja de generar expectación. También ha servido para presentar ante el entorno local a personas que comenzaban a vincularse con la ciudad, como fue el caso de Ricardo Bofill o Zubin Mehta.

La mañana de enero de 1992 en la que un comando de ETA mató a Manuel Broseta, pegándole un tiro en la nuca en su despacho de Blasco Ibañez cuando acababa de dar clase, Broseta era también el presidente del Club de Encuentro. Desde entonces, pasó a llevar su nombre “como símbolo de rechazo a cualquier tipo de violencia”. Su figura, asociada a la escucha, pasaba a adjetivar a un club que buscaba poner el oído al contexto de su época.

placeholder Santigo Carrillo en el Club de Encuentro. (Cedida)
Santigo Carrillo en el Club de Encuentro. (Cedida)

Tras sus seis primeros presidentes, a la séptima fue una mujer, Amparo Maties, quien consiguió la presidencia, que conserva desde 2016. Como desde sus orígenes, la organización se estructura a partir de una junta directiva designada por una asamblea general que agrupa a todas las personas asociadas. Se financia a través de la cuota que pagan sus socios (en torno a 400), sin patrocinios. “La vocación del Club, como entidad de sociedad civil, es ser un espacio de neutralidad, encuentro y diálogo”, explica su presidenta.

Puede que lo más sorprendente a lo largo de este tiempo es que ninguna otra alternativa haya aparecido o se haya consolidado como espacio amplio de diálogo. O bien han sido iniciativas efímeras o bien se han ocupado de segmentos estrechos de la sociedad. El Club, sin embargo, se enfrenta a partir de ahora a unas cuantas necesidades nuevas: la de reivindicar el propio hecho del encuentro como un reclamo atractivo, más allá de las refriegas por X (antiguo Twitter); así como la de ensanchar su influencia más allá de su propio círculo.

Renovar su demografía

El encogimiento en el impacto de los medios tradicionales hace también que los altavoces habituales resuenen con menos fuerza y el diálogo deba encontrar otros cauces. “El perfil del socio o socia –explican desde el Club– se ha mantenido desde sus inicios, es el de una persona con inquietud intelectual, con formación y algunos de ellos son representantes de entidades de la sociedad civil organizada, y son personas influyentes en diferentes ámbitos de la sociedad, económico, social, cultural, científico y político”.

Sobre el peligro de dejar de renovar su propia demografía, consideran que “hay gente joven con este perfil y que comparte estas mismas inquietudes, que están muy preparadas y que desempeñan puestos de responsabilidad. Los más próximos son los hijos e hijas de nuestros socios que han vivido de cerca la experiencia de sus padres de lo que supone pertenecer a una entidad a cuyas conferencias se asiste para informarse, opinar y reflexionar”. El de fomentar el relevo generacional de los socios fue uno de los objetivos de la candidatura de Maties.

placeholder El presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, en el Club de Encuentro. (Cedida)
El presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, en el Club de Encuentro. (Cedida)

Frente a la polarización y el enconamiento en el debate público, esta suerte de microsuiza a la valenciana reivindica su posición neutral en el fomento “de la participación activa en la vida pública de los miembros y simpatizantes desde su propia ideología política, con su profundo respeto a las personas mediante el diálogo, contraste de opiniones e intercambio de ideas”.

Camino del medio siglo, algunas de sus cuentas pendientes pasan por ensanchar su propia presencia física en la ciudad (los encuentros se celebran siempre en el hotel SH Valencia Palace) y por impulsar formatos de diálogo alternativos, una evolución ante una sociedad que, como en aquellos primeros ochenta, se parece poco a la de sus padres.

La sociedad civil valenciana, mitad animal mitológico mitad cuerpo real, ha sobrellevado las últimas décadas emparedada entre crisis. Las que tienen que ver con su escasa vertebración, con la reconversión de parte de su burguesía (y la transformación global, con los viejos industriales convirtiéndose en financieros), y también con cierto complejo frente a Madrid y Barcelona, arrastrando la creencia de la poca influencia del poder valenciano más allá de sus fronteras.

Comunidad Valenciana Noticias de Comunidad Valenciana Política
El redactor recomienda