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Cuando Valencia inventó su primera fiesta moderna y laica: la Feria de Julio
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Cuando Valencia inventó su primera fiesta moderna y laica: la Feria de Julio

La Feria de Julio de Valencia cumple 152 años de existencia. Fue una invención burguesa que tomó a las exposiciones universales y las ferias urbanas, como la Feria de Abril sevillana, como referentes, en 1871

Foto: Arco de la Feria de Julio, a principios del s.XX. (Biblioteca Valenciana)
Arco de la Feria de Julio, a principios del s.XX. (Biblioteca Valenciana)

Hubo un tiempo en el que los elementos más reaccionarios de la sociedad desocupaban a los presidentes del Gobierno con plomo y pólvora. El año que mataron a Lincoln en Washington D.C., el gobernador civil de Valencia, Cirilo Amorós, iniciaba el derribo de las murallas de la ciudad. Era 1865, y una flamante burguesía liberal valenciana ansiaba ampliar la ciudad, que no era sino expandir su negocio.

Foto: Torres de Serranos, en 1927. (Estudio Sanchis)

El modelo de ciudad feudal cimentado sobre aquellos muros, que hoy serían patrimonio histórico, se percibía como un anacronismo medieval, ya sin ninguna funcionalidad defensiva. La Guerra de Crimea y su repercusión mediática en la incipiente opinión pública mostraban la inutilidad de los recintos amurallados frente a la revolución armamentística de la nueva guerra industrializada. Extramuros comenzó a ser Valencia, y el Paseo de la Alameda emergió como una amplia pasarela para el desfile de la modernidad liberal y progresista, que no democrática ni obrera.

placeholder Certamen musical en Valencia, 1902. (Barberà Masip)
Certamen musical en Valencia, 1902. (Barberà Masip)

Cuando en 1868 llegó la Revolución Gloriosa, mandando al exilio a la reina Isabel II, los poderes municipales se alzaron como ejecutivos relevantes. El Partido Progresista, el Partido Demócrata y el Partido Republicano Federal se alternaron el mando en Valencia y, entre el consenso y la pugna constante con las clases acomodadas del momento, intentaron dinamizar la sociedad civil mediante reformas secularizadoras y políticas que oscilaron entre el liberalismo estricto y el federalismo democrático. En este contexto de doctrinas poliédricas, y tras el magnicidio, aun sin resolver, pero probablemente perpetrado por los ultraconservadores borbónicos contra el presidente del Gobierno, Juan Prim, en diciembre de 1870, nació la Feria de Julio: la primera fiesta secular y moderna de Valencia.

Foto: Trabajadores de El Turia en 1966. (Cedida, Emilio Soto)

“En la década de los años sesenta del siglo XIX, la burguesía local tenía un proyecto de ciudad bien definido, determinado por una idea de progreso y unos avances industriales, científicos y, en definitiva, económicos. La Feria de Julio fue una invención burguesa que tomó a las exposiciones universales y a las ferias urbanas, como la Feria de Abril sevillana, como referentes”, indica Gil Manuel Hernàndez, historiador y sociólogo, autor del libro La Gran Fira de València (Ayuntamiento de Valencia, 2022).

placeholder Certamen musical en Valencia, 1902. (Barberà Masip)
Certamen musical en Valencia, 1902. (Barberà Masip)

Este proceso de construcción de espacios de hegemonía para estas clases sociales, aprovechó la existencia de la Fira de Sant Jaume, una antigua feria taurina del ganado, para crear un lugar en el que prolongar la vida comercial de la ciudad a lo largo del mes de julio, antes de marchar de vacaciones a sus villas fuera de Valencia. Según el escritor, “conjugaron elementos muy populares en la identidad valenciana de la época, como las cabalgatas, los pasacalles, los toros, los arcos triunfales y el uso de la pólvora, con otros de alta cultura buscando ser un foco de atracción y consumo de masas”.

Foto: Las Bacantes en Sagunt a Escena, 1997. (Fuente: Centre Documentació Escènica IVC)
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Antes del advenimiento de la Feria de Julio, en la Alameda se celebraban las grandes veladas de carnaval y era la zona de paseo habitual de las calesas de la burguesía. Un sitio en expansión, en el que el Barón de Cortés de Pallás puso en marcha la Batalla de las Flores, en 1891, copiada de una batalla floral de Niza, para adaptar a la cultura popular un espectáculo de orígenes aristocráticos. “A finales del XIX y principios del XX, la burguesía local construyó una identidad regional valenciana, subsidiaria y exaltadora de la identidad nacional española. Esa visión cultural de la Renaixença local, juegofloralista, ligada a Lo Rat Penat y Teodor Llorente, impregna la atmósfera de la Feria de Julio y, algo después, también de la fiesta fallera, para convertirlas en parte del regionalismo bien entendido.”, explica Gil Manuel.

El Corpus fue la fiesta más importante de la ciudad hasta el siglo XIX. De raíz religiosa, se celebraba desde el siglo XIV hasta que entró en una cierta decadencia por la expansión fallera y de la Feria de Julio. “A principios del siglo XX, las fallas emergieron como primera fiesta local desplazando al resto, también a la Feria de Julio”, comenta el autor, “concitaron la unanimidad identitaria más poderosa entre la ciudadanía, no poseía un componente religioso y estaba ligada al asociacionismo de los barrios y a la cultura popular carnavalesca de reminiscencia medieval, que planteaba la sátira y la crítica al poder”.

placeholder Carroza en la Feria de Julio de Valencia, 1899. (Biblioteca Valenciana)
Carroza en la Feria de Julio de Valencia, 1899. (Biblioteca Valenciana)

A partir de los años 20, el poder municipal tomó nota y empezó a invertir dinero en las fiestas populares, pero fue la dictadura franquista quien instrumentalizó el calendario festivo para implantar su ideología. “Hasta el estallido de la Guerra Civil, la feria funcionó como un negocio, que tuvo su época dorada hasta los años 20. En los años 30, durante la II República aparece un valencianismo político que entra en pugna con el discurso regionalista y que se trunca con el conflicto bélico. Con la Feria de Julio se impusieron contenidos acorde con el régimen y en la época del desarrollismo se orientó al turismo y a las nuevas modas de la cultura popular, como por ejemplo los conciertos de música pop, antecedente de los actuales conciertos en los Jardines de Viveros. El poso aristocrático se diluyó”, concluye el historiador valenciano.

Hubo un tiempo en el que los elementos más reaccionarios de la sociedad desocupaban a los presidentes del Gobierno con plomo y pólvora. El año que mataron a Lincoln en Washington D.C., el gobernador civil de Valencia, Cirilo Amorós, iniciaba el derribo de las murallas de la ciudad. Era 1865, y una flamante burguesía liberal valenciana ansiaba ampliar la ciudad, que no era sino expandir su negocio.

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