Alice Kellen, la escritora valenciana fuera del púlpito cultureta que arrasa en ventas
Es protagonista en los estantes de tu librería más cercana, aunque no sepas quién es. Tras llegar a Estados Unidos y publicar su nueva novela, es un ejemplo nítido de cómo reventar el mercado editorial desde los foros de Internet
Cuando Alice Kellen sale en los titulares, casi siempre acaban supurando los números: un millón, el número de libros que ha vendido; siete, las horas de cola que se acumularon en la Fira de Sant Jordi en su sesión de firmas; cerca de una veintena, el número de países en los que vende, incluido ahora Estados Unidos, a donde acaba de llegar de la mano de la editorial Sourcebooks con cuatro de sus títulos (también está en países como Francia, Alemania, Italia o Rusia).
Y sin embargo, es posible que el mayor mérito de Kellen sea el de encarnar una realidad que incomoda a los púlpitos culturetas: no necesitar permiso para arrasar en ventas, a pesar de no estar prescrita (en todo caso, proscrita) en los listados de recomendaciones con pedigrí.
Su irrupción, tan democrática como que derribó todas las puertas del mercado editorial a golpetazos (esto es, seduciendo a las audiencias) resuelve muchos lugares comunes a propósito de cómo vender libros es una misión acotadísima, endogámica y que aguarda solo a unos pocos elegidos. No hay demasiado margen para la rebeldía en Kellen, pero ser una fábrica de vender libros románticos desde las periferias de Valencia —impulsada por los foros de internet— se parece bastante a una revolución literaria.
Acaba de publicar La teoría de los archipiélagos con Planeta, haciendo público un relato escrito para ella misma en la que dos personas de la tercera edad recuperan, con cuarenta años de diferencia, un amor juvenil.
Nacida en 1989, tiene la capacidad de conectar con un cuerpo de lectores que —simplemente— leen aquello que quieren leer, sin pedir permiso a quienes tras la garita sellan los pasaportes de que se debe o no leer.
Quizá la Kellen autora es el reverso de su propia pulsión lectora. “Durante la infancia y la adolescencia la literatura fue un refugio”, cuenta ahora. “Entre las páginas de una novela era fácil olvidarse de todo el ruido exterior, de las dudas y vulnerabilidades que nos asaltan en la juventud. Además, siempre he tenido la cabeza llena de pájaros y leer potenciaba mi imaginación. Después, la literatura me hizo preguntarme muchas cosas, reflexionar y cuestionarme mis propias convicciones”.
En ese tiempo adolescente, su dieta se componía de “Carlos Ruiz Zafón y José Luis Sampedro. También Marian Keyes y su forma de manejar a la vez el drama y la comedia. Leía clásicos y novelas juveniles. Leía de todo, en realidad. Siempre lo he hecho”.
El momento que desequilibró su condición para convertirla en autora transcurrió en un agosto infinito, al terminar Llévame a cualquier lugar. “Decidí publicarla en Amazon. Dos meses después, me contactó una editorial porque estaba interesada en la novela. Un año más tarde, llegó a librerías. Anteriormente había escrito muchas historias que compartía en foros o dejaba en el cajón”. Desde entonces, el estallido.
Apenas hay rendijas en su relato para intelectualizar sus aspiraciones. Kellen ha venido aquí a entretener. “Mi intención, sin duda, es la de entretener. Que el lector o la lectora se sumerja en otro mundo durante unas horas. Mi vida (la rutina, las preocupaciones, los intereses) no tiene mucho que ver con la que era hace diez años y eso se nota al escribir. Pero creo que todas las historias tienen en común la esencia: hablo de emociones universales, problemas comunes, cotidianidades”.
En esa explicación hay muchas claves para entender por qué en las librerías cada vez ganan más metros los estantes dedicados a la literatura romántica: una fuerte voluntad de evasión. “Creo que, durante la pandemia, los libros fueron un refugio”, sigue Kellen. “En una situación así, la gente quería leer sobre el amor y la familia, los vínculos y los afectos”.
Y no, Kellen no se llama Alice. O mejor: la autora y la persona divergen a partir de una elección que la escritora adelantó como si tuviera previsto milimétricamente su éxito de ventas: “Fue una decisión concienzuda porque al principio mi imagen no era pública, no tenía intención de asistir a firmas ni nada parecido, la parte promocional se me hacía cuesta arriba. De todas formas, en redes sociales intento tener cuidado con lo que muestro; no siempre es sencillo, porque al final tú eres la autora, la imagen detrás de lo que haces, pero prefiero enfocarlas hacia lo laboral y no mostrar demasiado de la intimidad”.
Convertida en un desencadenante (suele escuchar que muchas de sus lectoras adquirieron el hábito a partir de leerla), la conquista del mercado americano (Estados Unidos se suma a Sudamérica) llegará en 2023 con un otro lanzamiento donde un “pueblo pequeño a orillas del mar” será el protagonista, “con una estructura desordenada para que el lector vaya encajando las piezas”.
Cuando Alice Kellen sale en los titulares, casi siempre acaban supurando los números: un millón, el número de libros que ha vendido; siete, las horas de cola que se acumularon en la Fira de Sant Jordi en su sesión de firmas; cerca de una veintena, el número de países en los que vende, incluido ahora Estados Unidos, a donde acaba de llegar de la mano de la editorial Sourcebooks con cuatro de sus títulos (también está en países como Francia, Alemania, Italia o Rusia).