La segunda vida del aeropuerto de Castellón: de pista sin aviones a 'hub' industrial
La sociedad pública estrena un grado medio de FP en mantenimiento y montaje de aviones e invertirá 100 millones en promover suelo logístico en su área de expansión
Un par de aviones de tamaño medio con la cavidad de los motores vacía aguarda su turno de desguace a unas decenas de metros de distancia del edificio que sirve de terminal de pasajeros en Aeropuerto de Castellón, en el amplio altiplano rodeado de colinas de pinos sobre los términos municipales de Benlloch y Vilanova d’Alcolea.
Sobre la la plataforma de hormigón, un grupo de operarios trabaja en el desmantelamiento de un antiguo Airbus en el que todavía puede leerse el logo de Iberia en el fuselaje. En uno de los hangares se acumulan piezas embaladas en cajas de madera de todo tipo de tamaño, ruedas plastificadas listas para buscar nuevo destino. Al fondo, observan la escena los restos de la cabina de un aparato de Thomas Cook, el gigante touroperador británico que quebró a finales de 2019.
“Los requisitos de seguridad son tan elevados que hay todo un mercado de segunda mano de piezas de avión porque tienen mucha calidad. Cuando quebró Thomas Cook muchas empresas especializadas compraron sus aviones para desguazarlos y aprovechar partes para el mercado de segunda mano. Algunos terminaron aquí”, explica Blanca Marín, directora general desde hace un año de Aerocas, la sociedad pública autonómica que es titular y gestiona el aeródromo castellonense tras la rescisión en 2019 del contrato con el operador aeroportuario canadiense Edeis.
Diez años después de la inauguración del que se popularizó como “aeropuerto sin aviones” o “aeropuerto del abuelo”, como lo bautizó ante su nieto el día de la inauguración el entonces presidente de la Diputación de Castellón y principal impulsor, Carlos Fabra, el que fue uno de los símbolos de los excesos de gasto en infraestructuras cuestionables de algunos territorios a lomos de la burbuja inmobiliaria trata de consolidar una segunda vida como nodo de actividad industrial al norte de la Comunidad Valenciana.
Su futuro ha suscitado un debate en el seno del Consell del Botànic entre la posición de Compromís, que optaba por tratar de intentar negociar una entrega de la gestión a Aena y que la Generalitat se desentendiese, y la de los socialistas de Ximo Puig, favorables a tratar de buscar una reconversión y consolidación de la actviidad para convertirlo en un polo de generación de actividad económica en la zona. Por el momento, ha prevalecido el planteamiento del PSPV-PSOE.
El aeropuerto, cuyo coste de construcción rozó los 180 millones de euros, operó su primer vuelo regular en septiembre de 2015 y ha logrado consolidar desde entonces un tráfico de operaciones gracias a acciones de marketing (acuerdo económicos autorizados por la UE) con cuatro compañías, Wizair, Ryanair, Volotea y Air Nostrum. Las cifras, más allá del frenazo en el crecimiento que significó la pandemia y que todavía se arrastra, siguen siendo modestas, con 125.000 pasajeros en 2019, aunque en constante crecimiento. La previsión sin covid era de 160.000 viajeros en 2020. El tráfico comercial sigue lejos de los 800.000 billetes para alcanzar el punto de equilibrio.
Sin renunciar el trabajo para recuperar e incrementar la actividad comercial, según explica Marín, el aeropuerto inició hace algo más de dos años una estrategia de diversificación para introducir actividades alternativas en el ámbito de la aeronáutica generadoras de ingresos y empleo en la zona, en línea con lo que han hecho otros aeropuertos regionales fuera de la órbita de AENA como Teruel o el aeródromo privado de Ciudad Real.
Dos son las ramas principales de las nuevas actividades, además de ofrecerse como espacio de estacionamiento cuando las compañías aéreas necesitas parar uno de sus aviones: el mantenimiento de aeronaves, por un lado, y el negocio del desmantelamiento, gestión de residuos y valorización a través de la redistribución de piezas y componentes.
En mayo del año pasado, Aerocas suscribió un contrato por una década con la compañía británica eCube para cederles espacios dedicados al desguace y desmantelamiento de aviones. La experiencia ha funcionado y la empresa pública está ejecutando ahora una adecuación de terrenos con una inversión de dos millones de euros con el fin de crear una plataforma industrial de 30.000 metros cuadrados para ampliar el área de estacionamiento y de desmantelamiento. El espacio que ahora ocupa eCube, que se trasladará a la nueva plataforma, se reconvertirá en terminal de carga.
“En principio hay mercado para todos”, dice Marín sobre la competencia con Teruel y Ciudad Real. “Anualmente se retiran en Europa unos 400 aviones al año. Son suficientes para tener negocio. Con el Brexit, nosotros somos ahora la base europea de eCube”, añade.
"En principio hay mercado para todos", dice Marín sobre la competencia con Teruel
La segunda pata de la diversificación en la plataforma de operaciones es el de mantenimiento de aviones. La empresa Brok-air Aviation Group, que ya trabaja en el aeródromo, está ultimando las obras de un nuevo hangar con una superficie de 2.500 metros cuadrados. El centro de mantenimiento está orientado a aparatos de las familias A-320 y B-737. Entre los clientes de esta empresa de mantenimiento están desde Vueling hasta SAS Aerolíneas Escandinavas.
La presencia de la actividad industrial ha propiciado la puesta en marcha de actividad formativa. A la escuela de pilotaje de avionetas que gestiona Panamedia, se ha añadido un ciclo de grado medio de formación profesional en mantenimiento de aviones que arranca este mes con los primeros 30 alumnos, que dependerán del Instituto de Educación Secundaria (IES) de Villanova d’Alcolea.
“El objetivo es concentrar en el aeropuerto toda la formación del sector aeronáutico de la Comunidad Valenciana. El plan es añadir al nuevo grado de mantenimiento los otros tres ciclos de la rama que se imparten en Cheste (Valencia)". Cuando se complete la estrategia formativa, Aerocas acogerá en sus instalaciones cinco ciclos formativos con unos 300 alumnos, según estima la sociedad de la Generalitat. “Buscamos ofrecer a los jóvenes de este territorio oportunidades de formación y empleo y a la vez ofrecer a las empresas la posibilidad de contar con personal cualificado que les hace más competitivos. Brok-air tiene una treintena de trabajadores que no son de aquí”, explica Blanca Marín durante una visita de El Confidencial a las instalaciones.
Inversión de 100M en suelo
El plan estrella con el que Aerocas pretende completar la reconversión del aeródromo en un polo industrial en esta área entre la costa y el interior de Castellón es el desarrollo de los 2,5 millones de metros cuadrados de suelo de reserva que quedaron sin urbanizar tras las expropiaciones para el proyecto original. Marín asegura que hay una demanda de parcelas de grandes dimensiones para actividad fabriles y logísticas que ahora el territorio no puede satisfacer. Por sus manos ha pasado el interés de compañías de diversos sectores dispuestas a invertir con una adecuación conveniente del espacio. La preferencia son empresas del ámbito aeronáutico, con una actividad ligada a la naturaleza del aeródromo, pero la ventana está abierta a cualquier actividad industrial. Ha habido acercamientos incluso de una empresa de fabricación de microchips.
Para desarrollar esta actuación, la Generalitat ha iniciado los trámites con la elaboración de un plan especial. La inversión prevista no modesta: algo más de 100 millones de euros cuya financiación podría articularse con cargo a crédito bancario sobre la garantía pública que ofrece el hecho de que la Administración autonómica sea el único accionista de Aerocas. Los retornos llegarán con la venta y el arrendamiento del suelo ya urbanizado, como ocurrió con Parc Sagunt. “El año que viene prevemos licitar el proyecto de urbanización”, señala la directora general de Arocas.
Marín cree que el Aeropuerto de Castellón sufre todavía el estigma de las dudas sobre su concepción original. “Todavía estamos soportando la losa reputacional, pero hacemos un esfuerzo por rentabilizar la inversión que se ha realizado”. Está convencida de que con tiempo y paciencia, la infraestructura será en esta segunda etapa de su vida algo más que “el aeropuerto del abuelo”.
Un par de aviones de tamaño medio con la cavidad de los motores vacía aguarda su turno de desguace a unas decenas de metros de distancia del edificio que sirve de terminal de pasajeros en Aeropuerto de Castellón, en el amplio altiplano rodeado de colinas de pinos sobre los términos municipales de Benlloch y Vilanova d’Alcolea.