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La cara B contable de la Ciudad de las Ciencias de Valencia: agujero de 300 millones
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reducción de capital tras la advertencia del auditor

La cara B contable de la Ciudad de las Ciencias de Valencia: agujero de 300 millones

El flamante complejo diseñado por Calatrava ha tenido que reducir capital para equilibrar su patrimonio. El auditor advirtió en junio de que podía acabar en disolución. El FLA paga sus deudas

Foto: El Hemisfèric, uno de los elementos de la Ciudad de las Ciencias de Valencia.
El Hemisfèric, uno de los elementos de la Ciudad de las Ciencias de Valencia.

La flamante Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia sigue siendo un problema económico para la Generalitat valenciana. El complejo arquitectónico diseñado por Santiago Calatrava (a excepción del Oceanogràfic) ha ido acumulando elementos legislatura tras legislatura, hasta elevar su coste total por encima de los 1.200 millones de euros. El Ágora, el último de sus edificios, un capricho de 90 millones de Francisco Camps, todavía no ha sido finalizado, tras una apertura provisional en 2009. La previsión es que acoja el CaixaForum que la Fundación la Caixa abrirá en Valencia en 2020.

El recinto se ha convertido en un icono urbano, un espacio público que recibe centenares de miles de visitantes al año y un atractivo turístico de primer orden. Es una de las imágenes de la ciudad de Valencia. Pero tras esa fachada subsisten unas tensiones económicas y de tesorería que impactan de forma periódica sobre las cuentas autonómicas. La Generalitat valenciana, como accionista única de la sociedad pública que explota el recinto (Ciudad de las Artes y las Ciencias SA, Cacsa), se vio forzada a ejecutar el pasado 22 de diciembre una reducción de capital de 294,7 millones de euros para absorber pérdidas acumuladas de varios ejercicios y proceder así a su equilibrio patrimonial. La decisión contable se publicó este lunes en el Boletín del Registro Mercantil (Borme).

Una joven pasea con su bicicleta por una de las láminas de agua de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. (EFE)

Tal como ha avanzado Valencia Plaza, el Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra no ha informado oficialmente a través de sus comunicaciones institucionales de una decisión que supone dar por perdidos casi 300 millones de euros. Porque eso es lo que significa reducir capital por una cuantía tan elevada: renunciar como socio único a recuperar ese capital en el caso de que alguna vez se diese por finalizada la actividad de la mercantil.

En cualquier caso, la absorción de capital venía obligada. El pasado mes de junio, el auditor de la sociedad advertía sobre su delicada situación financiera. El informe correspondiente al ejercicio de 2016 de Auren Auditores alertaba sobre la existencia de un fondo de maniobra negativo en 356 millones de euros (352 millones en el ejercicio 2015) y un patrimonio neto inferior a las dos terceras partes del capital social. Esto colocaba a Cacsa en posición forzosa de reducción de capital, según marca el artículo 327 de la Ley de Sociedades de Capital, y, tal como señaló el auditor, debía acometer esta operación en el plazo de un año para no verse inmerso en situación de disolución.

Foto: El Hemisfèric alberga un planetario, pero los agujeros negros están mucho más cerca. (EFE)

No es la primera vez que la Ciudad de las Ciencias tiene que reequilibrar su balance patrimonial. Las operaciones acordeón han sido la tónica general desde hace una década. Sin embargo, nunca se había reducido capital por una cuantía tan elevada. El complejo arquitectónico sobrevive gracias a la respiración asistida de la Generalitat, que subvenciona tanto gastos de explotación como gastos financieros. "Estas condiciones indican la existencia de una incertidumbre material sobre la capacidad de la sociedad para continuar con sus operaciones y, en consecuencia, para realizar sus activos y liquidar sus pasivos por los importes y según la clasificación con que figuran en las cuentas anuales al 31 de diciembre de 2016 adjuntas, que han sido preparadas asumiendo la continuidad de la actividad, la cual dependerá del éxito de sus operaciones futuras y del mantenimiento del apoyo financiero necesario de su accionista único", señala el informe con salvedades del auditor.

placeholder Arquitectura del préstamo del BEI que sirvió para financiar la Ciudad de las Ciencias y cuyos vencimientos se pagan vía FLA.
Arquitectura del préstamo del BEI que sirvió para financiar la Ciudad de las Ciencias y cuyos vencimientos se pagan vía FLA.

El recinto diseñado por Santiago Calatrava está cubriendo sus vencimientos de deuda con cargo al Fondo de Liquidez Autonómica del Ministerio de Hacienda. En tanto que socio único y avalista, la Generalitat valenciana ha asumido los pagos al Banco Europeo de Inversiones, otras entidades financieras y las deudas con proveedores, pero como no puede afrontarlos con sus propios recursos ha incorporado estas obligaciones en el paquete de vencimientos que cubre el FLA de Hacienda. Estas operaciones, en un ejercicio de malabarismo contable, están derivando a su vez en un endeudamiento de la sociedad pública con la propia Administración autonómica. Sus Presupuestos para 2018 reflejan que cuando acabe el año el grueso de su deuda no será ya con bancos, sino con la Generalitat. Se trata de más de 566 millones de euros.

Uno de los problema de esta dependencia de la caja pública es la incapacidad de Cacsa para generar recursos propios suficientes para sostener su estructura. Para este año ha presupuestado unos ingresos comerciales de 19 millones de euros que serán insuficientes para cubrir sus gastos operativos. Las pérdidas de explotación previstas para 2018 alcanzan los 23 millones, que subirán a algo más de 26 millones con los gastos financieros.

La flamante Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia sigue siendo un problema económico para la Generalitat valenciana. El complejo arquitectónico diseñado por Santiago Calatrava (a excepción del Oceanogràfic) ha ido acumulando elementos legislatura tras legislatura, hasta elevar su coste total por encima de los 1.200 millones de euros. El Ágora, el último de sus edificios, un capricho de 90 millones de Francisco Camps, todavía no ha sido finalizado, tras una apertura provisional en 2009. La previsión es que acoja el CaixaForum que la Fundación la Caixa abrirá en Valencia en 2020.

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