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Alerta por las estafas de videntes y médiums en Barcelona: "Si no vuelves a pagar, morirás"
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Alerta por las estafas de videntes y médiums en Barcelona: "Si no vuelves a pagar, morirás"

Un 'profesor' africano timó presuntamente 262.400 euros a una paciente que luego se suicidó, y Pepita Vilallonga está acusada de estafar 105.000 euros a otra víctima. Los dos irán a juicio

Foto: Pepita Vilallonga, vidente televisiva detenida por estafa.
Pepita Vilallonga, vidente televisiva detenida por estafa.

Dos juicios en Barcelona han vuelto a poner sobre el tapete los peligros de los supuestos clarividentes, médiums y adivinos que pululan por las redes y por determinados espacios televisivos. Si hay algo que llama la atención es que la palabrería de algunos vivales se aprovecha de las creencias de incautos, que pagan para que los liberen de supuestos maleficios sobrenaturales o de conjuros extraños.

Uno de los juicios sentaba esta semana en el banquillo a un "vidente africano presencial y a distancia" que se hacía llamar profesor Safi y que se anunciaba en internet afirmando que llevaba "45 años ayudando a personas". En este caso, acudió a su consulta una ciudadana que desde 2017 padecía "un trastorno depresivo mayor recurrente que había motivado ingresos en instituciones sanitarias y que hacía que siguiese tratamiento médico psiquiátrico, hipocondría, rasgos de personalidad disfuncionales, neurotiforme y desadaptativos, elevada influenciabilidad y sugestionabilidad, así como baja autoestima, baja tolerancia a la frustración y al estrés y escasas habilidades para afrontar situaciones adversas", según el relato del fiscal. Todo ello le llevó a pensar que los reveses de fortuna y una lesión en el hombro "debían de tener un origen sobrenatural y, por tanto, debía buscar la solución en dicho campo".

La mujer concertó a principios de abril de 2019 una cita con el profesor, que se presentó con una túnica y alardeó "de pertenecer a un antiguo linaje de videntes africanos". Tras explorar a la paciente, concluyó que "era víctima de un maleficio lanzado por su hermana y que ese maleficio se materializaba en un bicho de grandes dimensiones que habitaba en sus entrañas, que los médicos occidentales no podían detectar y que provocaba su mala salud, pudiendo, si no era expulsado con presteza, llevarla a la muerte. Llegó incluso a aplicarle una lámpara en el abdomen, convenciéndola de que las sombras que veía eran el bicho".

El vidente convenció a la señora de que debía someterse a rituales y al consumo de pócimas que él mismo le proporcionaría, "abandonando el tratamiento psiquiátrico para no interferir en los rituales", siempre según el relato del fiscal. Pero, para ello, debía contar con la colaboración de otros chamanes africanos, por lo que debería desplazarse a África, abonando los gastos.

Un bicho por arte de magia

En la segunda visita, "el acusado, con intención de satisfacer sus lúbricos deseos, le indicó que debía tumbarse en una sábana que puso en el suelo, y que ella debía masturbarse hasta llegar al orgasmo para así, por vía vaginal, expulsar al bicho", explica el relato del fiscal. Al no poder llegar al orgasmo, "permitió que el acusado la masturbara a la vez que le introducía los dedos en la vagina". Como por arte de magia, el chamán, "tras masturbarla, puso próximo a la vulva de su víctima un insecto alargado parecido a un gusano o ciempiés y le dijo que era uno de los bichos que había salido por la vagina. La señora (...), de no encontrarse en una situación de confusión mental provocada por su enfermedad psiquiátrica, las palabras del acusado y el efecto de las pócimas que le hacía ingerir, cuya composición y naturaleza se ignoran, nunca hubiera consentido tales maniobras".

Para continuar con el engaño, el vidente "aumentó la intensidad del maleficio" y le dijo que ya no era solo su hermana, sino una antigua amiga la que le había lanzado otro, por lo que "el tratamiento para evitar su muerte iba a resultar más largo y costoso". El ritual reseñado se repitió, así, una veintena de veces. Y, mientras le iba sacando bichos del interior de su cuerpo, también le sacaba el dinero de su cuenta corriente para, supuestamente, viajar a África: el 11 de abril de 2019, la víctima le pagó 9.000 euros; al día siguiente, le envió dos remesas de 10.000 y de 20.000 euros. Tres días más tarde, le hizo llegar 8.000 euros desde una cuenta y 30.000 euros desde otra... y así hasta totalizar 362.400 euros.

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Unos meses más tarde, en septiembre de 2019, la paciente, consciente de que todo era una patraña, le reclamó las cantidades pagadas, pero el chamán no le devolvió ni un euro: la incauta clienta había perdido los ahorros de su vida. El 28 de mayo de 2020, después de ver agravada su salud y de haber abandonado las terapias psiquiátricas, se suicidó. La acusación la llevan ahora sus hijos contra el chamán que supuestamente abusó de su madre. El fiscal pide que el profesor restituya los 362.400 euros, más 25.000 euros en concepto de daños morales y nueve años de cárcel por abuso sexual con penetración y cinco años por delito continuado de estafa.

En su defensa, el profesor afirmó que no había abusado de ella, "sino que teníamos una relación de pareja", negó que la instara a abandonar la medicina tradicional y los antidepresivos, y dijo que no había recibido el dinero que la mujer había cobrado por un piso que había vendido. Además, aseguró que él solo hacía de "transmisor y traductor" entre la mujer y otro vidente residente en Guinea Bissau y cuyo nombre coincide, aseguró, con el que él utilizó para engatusar a la mujer.

Una vidente con antecedentes

El otro asunto que esta semana se dirimió también en la Audiencia de Barcelona es el que hace referencia a una denuncia contra la conocida médium y vidente Pepita Vilallonga. Según el relato del fiscal, sobre Pepita ya pesaba una condena firme del 3 de mayo de 2018 de un juzgado de Pamplona como autora de un delito de estafa (le cayó un año de prisión, condena que fue suspendida durante tres años y revocada el 23 de mayo de 2019, pendiente de cumplimiento). También tiene otra condena de la audiencia de Valencia de 29 de noviembre de 2018 por estafa agravada, por la que fue condenada a tres años de prisión y una multa de 2.400 euros, pendiente también de cumplimiento.

Ahora la historia se repite: la víctima llamó a la línea de la tarotista y relató sus problemas familiares y personales. Posteriormente, la vidente se ofreció a realizarle tareas de limpieza para quitarle los síntomas de magia negra que le habían hecho, para lo cual tenía que hacer una transferencia de dinero a la cuenta bancaria de la acusada. El 12 de junio de 2019 se realizó la primera transferencia, de 900 euros. Y fue el inicio de una espeluznante historia de terror psíquico y de dominación mental.

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La vidente acosó de tal manera a la víctima que la llegó a llamar varias veces al día, según relata el fiscal, "y le decía que si no le hacía más ingresos de dinero para comprar los materiales necesarios para realizar las tareas de limpieza, tanto la señora (...) como su familia iban a morir después de sufrir graves padecimientos". Así, el 13 de junio, la incauta volvió a realizar una transferencia por 2.900 euros. Y el 17 de junio, otros 13.700 euros. En los días posteriores, se multiplicaron los envíos de remesas de 900 euros, pero también de 3.380 euros, como el 25 de junio; de 10.000 euros, como el 28 de junio, o de 6.000 euros, como el 2 de julio.

En total, la víctima entregó a la vidente 105.000 euros para que le quitara de encima los maleficios que pendían sobre su cabeza. Lo único que le quitó Pepita fueron sus ahorros, según el fiscal. "Los hechos narrados son constitutivos de un delito continuado de estafa agravada por superar la defraudación de los 50.000 euros", dice el escrito del Ministerio Público. Por ello, pide cinco años de prisión y multa de 4.320 euros (12 meses de multa con una cuota diaria de 12 euros).

Dos juicios en Barcelona han vuelto a poner sobre el tapete los peligros de los supuestos clarividentes, médiums y adivinos que pululan por las redes y por determinados espacios televisivos. Si hay algo que llama la atención es que la palabrería de algunos vivales se aprovecha de las creencias de incautos, que pagan para que los liberen de supuestos maleficios sobrenaturales o de conjuros extraños.

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