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El soberanismo se enfrenta el 23-J a sus peores fantasmas: “Sólo les queda el victimismo”
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DE 23 ESCAÑOS A 13 O 14

El soberanismo se enfrenta el 23-J a sus peores fantasmas: “Sólo les queda el victimismo”

Los partidos independentistas tienen las peores perspectivas de su historia y pueden convertirse la próxima legislatura en irrelevantes en la política nacional

Foto: Junqueras y Rufián en el inicio de campaña. (EFE/Andreu Dalmau)
Junqueras y Rufián en el inicio de campaña. (EFE/Andreu Dalmau)

El independentismo afronta las elecciones del 23-J con las peores perspectivas en décadas. Los previsibles resultados no pueden ser más descorazonadores: con una ERC en retroceso que puede perder un tercio de sus representantes en Madrid, una JxCat que puede sufrir también un bajón que le suponga casi la mitad de sus diputados y una CUP que no sabe si podrá revalidar los dos escaños en el Congreso, el soberanismo se encuentra ante uno de sus principales problemas: la posibilidad de que las fuerzas nacionalistas catalanas sean totalmente irrelevantes la próxima legislatura.

La trayectoria política del soberanismo estaría ante una inflexión: de condicionar la política nacional, puede a pasar a ser totalmente inútil. “Con Jordi Pujol al frente, el nacionalismo supo jugar bien sus bazas y hacerse imprescindible para Felipe González y para José María Aznar. Con Zapatero tuvo su peso específico, ya que no hay que olvidar que fue Artur Mas el que pactó el nuevo Estatut mientras que ERC era la aliada de los socialistas en el tripartito. Con Mariano Rajoy, las cosas se torcieron, pero el soberanismo pudo marcar la agenda del Gobierno. Y eso que cuando Rajoy tenía mayoría absoluta fue el PP quien permitió a Artur Mas gobernar la Generalitat tras las elecciones de 2010. Con Pedro Sánchez, ERC ha sido una de las fuerzas que dio estabilidad al Gobierno. Pero tras el 23 de julio nadie sabe lo que puede pasar y el bajón previsto puede hacer que los independentistas pasen de tener 23 escaños como en 2019 a 13 o 14 escaños, la menor representación desde 2008”, explican fuentes políticas a El Confidencial.

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El discurso oficial de los partidos independentistas habla de conseguir peso específico de Cataluña, pero en realidad cada uno quiere salvar sus muebles y poder presentar en la próxima campaña la labor hecha durante la legislatura. “El peso que pueda tener el independentismo en Madrid es muy importante. Esta semana, Gabriel Rufián justificaba que gracias a ERC y a su papel de llave para alcanzar la mayoría absoluta parlamentaria en el Congreso, se había podido conseguir los indultos de los condenados del 1-O. Y Esquerra presume también de que se han aprobado leyes progresistas gracias a su voto estratégico y decisivo. Pero si a partir de ahora Esquerra, y de paso los otros partidos, se abocan a la irrelevancia total, ¿qué éxitos pueden presentar en la próxima campaña electoral? Sólo les queda el victimismo y volvemos a lo de siempre”, explica una fuente socialista a El Confidencial.

El PP, un balón de oxígeno

Desde las filas socialistas se apunta a que “lo peor es que no saben qué hay que hacer para mejorar. Se ha demostrado que la política de tierra quemada que imprimen los radicales no cosecha victorias. La postura de Carles Puigdemont, dando órdenes de que hay que paralizar el Estado es un brindis al sol y una muestra más de la irrealidad en que vive un sector del independentismo. Pero, de todos modos, es cierto que si gana Feijóo, el independentismo tendrá un balón de oxígeno”. Esta afirmación es una consecuencia de la propia dinámica independentista, que puede retomar con fuerza el mantra de la victimización de Cataluña y de los catalanes frente a un Gobierno represor. Pese a todo, los rivales consideran que, en caso de ganar y necesitar los votos de Junts, el líder del PP “se sentará a negociar con el independentismo lo que haga falta. Contemporizará con lo que sea”.

placeholder a cabeza de lista de JxCat al Congreso por Barcelona, Míriam Nogueras. (EFE/Quique García)
a cabeza de lista de JxCat al Congreso por Barcelona, Míriam Nogueras. (EFE/Quique García)

En las filas soberanistas, lo que se quiere es poner al Estado contra las cuerdas. “Seamos un problema bloqueando el Estado. No destruyendo, sino bloqueándolo. No hace falta destruirlo, sino ponerlo en evidencia”, aducen fuentes secesionistas. Esa postura es la mayoritaria el sector en este momento, pero el problema es que falta fuerza para hacerlo. Justifican el radicalismo preconizado por Puigdemont.

La campaña de la izquierda nacional, en el sentido más amplio, se basa en reclamar el voto para parar los pies a la extrema derecha. “En estas elecciones se dirime si gobierna la izquierda o la derecha con la extrema derecha. Por primera vez, una fuerza extremista como Vox puede entrar en las instituciones, por lo que ahora no debería caber el victimismo”, critican desde la izquierda.

Foto: De derecha a izquierda, Salvador Illa, Meritxell Batet y Jaume Collboni. (EFE/T. A.) Opinión
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Bernat Deltell, uno de los gurús soberanistas con más predicamento, criticaba a finales de la pasada semana esa estrategia, avisando que los mensajes de que hay que hacer frente a la extrema derecha en estas elecciones son poco creíbles y provienen de los que “cuando nos enviaban a los piolines a atornillarnos y la gente les gritaba ‘a por ellos’ disimulaban y callaban”. Para Deltell, “Vox no ha nacido ahora, hace años que vive entre nosotros y no se le ha combatido. Incluso el programa FAQS de TV3 convidó al ultraderechista Javier Ortega Smith cuando ni siquiera tenían representación política en nuestro país. Y ahora, deprisa, piden a la sociedad civil que salga a la calle y vote para parar a la extrema derecha. En definitiva, para hacer aquello que nuestros representantes no han tenido agallas de parar. Nos piden cordones sanitarios en Ripoll mientras ellos mantienen en un exilio de oro un Rey emérito escogido por un dictador y con dinero opaco en Suiza. Pero, ¡eh!, ‘que viene la extrema derecha y que la hemos de parar entre todos’”.

¿El 23-J es cosa de dos?

Los constitucionalistas, en cambio, subrayan que estas elecciones “serán cosa de dos”, pero también que el desconcierto en las filas independentistas les ha llevado a una situación límite donde lo más importante es que se pelean entre ellos para conservar su cuota de poder. “Sin duda, hay una parte de la población que seguirá votando a los partidos independentistas, pero luego todos ellos están peleados en Madrid y contra Madrid”, dice una fuente consultada. Y otra detalla que “en el primer debate de todos los candidatos catalanes quedó claro el bajo nivel del argumentario independentista. Dieron una imagen patética en un debate en que lo más relevante fueron las puyas que se lanzaban entre ellos”.

Foto: La presidenta de la ANC, Dolors Feliu, en un acto de protesta. (EFE/Quique García)

En la realidad, la distancia entre JxCat y ERC se agranda cada día más. Este viernes, el diputado Joan Canadell (JxCat) se hacía eco de la intervención de la candidata de Junts, Míriam Nogueras, en el citado debate, en el que repetía por enésima vez que “el balance de los últimos 4 años es malo para Cataluña. El país está más empobrecido, los ciudadanos pagan más impuestos y los sueldos son más bajos. Los gobiernos españoles se han acostumbrado a no pagar a Cataluña, a mentir, a incumplir con los acuerdos y a no respetarnos. El 23-J no va de derechas o izquierdas españolas. Esto va de Cataluña o España”. Y criticaba Canadell que “Junts ha estado durante cinco años intentando unir fuerzas para volverlo a hacer, pero ERC se ha negado y al final ha perdido 300.000 votos”. Las perspectivas de Junts en estas elecciones no son para tirar cohetes. CiU había llegado a obtener 16 diputados en unas generales. En las últimas contiendas, no ha superado los 8. Y este 23-J puede romper moldes y caer todavía mucho más bajo.

Ante esta debacle, en la política catalana se cree que lo que pueda pasar en las elecciones del 23-J “puede tener repercusiones aquí. Si hay un gran batacazo de todos los partidos y un bajón importante de la representación y si ERC ve que ni gobernando la Generalitat puede levantar cabeza, nos abocamos a elecciones anticipadas y debemos estar preparados”. En ese caso, es posible que la estrategia del victimismo alcance de nuevo altas cotas de utilización.

El independentismo afronta las elecciones del 23-J con las peores perspectivas en décadas. Los previsibles resultados no pueden ser más descorazonadores: con una ERC en retroceso que puede perder un tercio de sus representantes en Madrid, una JxCat que puede sufrir también un bajón que le suponga casi la mitad de sus diputados y una CUP que no sabe si podrá revalidar los dos escaños en el Congreso, el soberanismo se encuentra ante uno de sus principales problemas: la posibilidad de que las fuerzas nacionalistas catalanas sean totalmente irrelevantes la próxima legislatura.

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