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Ada Colau salva a los comunes, pero entierra su legado tras pactar con Yolanda Díaz
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Consecuencias del pacto

Ada Colau salva a los comunes, pero entierra su legado tras pactar con Yolanda Díaz

La paradoja de la exalcaldesa es que mantiene a flote a su partido, pero parece más difícil que pueda hacer lo mismo con el movimiento que marcó la vida de Barcelona durante ocho años

Foto: Ada Colau en el pleno que escogió alcalde a Jaume Collboni. (EFE/Quique García)
Ada Colau en el pleno que escogió alcalde a Jaume Collboni. (EFE/Quique García)

Ada Colau ha salvado a los comunes. Catalunya en Comú Podem tiene futuro como partido gracias al sacrificio hecho, que ha permitido que, contra todo pronóstico, sea alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. Pero, al mismo tiempo, su pacto con Yolanda Díaz, integrándose en Sumar, entierra al colauismo, que pasa a la historia. En la práctica vuelve la antigua ICV de Joan Herrera. Con planteamientos similares e incluso con personas de aquella época. El 15-M en su versión barcelonesa queda amortizado como ha demostrado la minicrisis alrededor del programa de Sumar y un posible referéndum en Cataluña.

Sí, Colau ha entregado Barcelona al PSC. Pero ha salvado a buena parte de los cuadros del partido que vivían de tener cargos de confianza en el consistorio. Collboni los mantiene. Y Catalunya en Comú Podem salva los muebles en ese sentido, el monetario, el organizativo, el de los derechos electorales.

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Otra cosa es el colauismo, que ha sido fundamental en la guerra cultura en la capital catalana. Este movimiento era sutilmente diferente de ICV. Una de las cosas que los diferencia era que se hablaba de manera abierta de un referéndum pactado en Cataluña. ICV lo incluía en el programa, pero luego no lo mencionaba. Jaume Asens, Ada Colau y otros miembros del partido lo mencionaban sin parar, aunque luego no presentasen iniciativa legal alguna al respecto. Pero reivindicar el derecho a la autodeterminación encajaba a la perfección con unos políticos de izquierdas, más cómodos en el activismo de calle que pisando las moquetas palaciegas.

Ahora, con Yolanda Díaz, pocas bromas. Se vuelve al esquema ICV. El referéndum puede estar en el programa, pero no se habla de él. Pablo Iglesias lo hacía a menudo. Yolanda Díaz, no; tal y como ya dejó claro esta semana. Por eso la rebaja, incluso en el programa. Se ha convertido en una fórmula del estilo "ratificar un acuerdo que surja de la mesa de diálogo para solventar la cuestión del encaje de Cataluña en España". En la práctica, votar un nuevo Estatut. Algo que no entusiasma a las masas en Cataluña. Ada Colau abrazó a Yolanda Díaz para sobrevivir políticamente. Pero Yolanda Díaz no simpatiza nada con el independentismo y aunque no habla del tema se le nota mucho.

El único independentista del grupo era Asens, ahora defenestrado de las listas por Yolanda Díaz. Colau dejará el Ayuntamiento más pronto que tarde, según fuentes de los comunes. Y el activismo que tanto gustaba al colauismo no parece que vaya a ser mantenido en su viejo estilo por perfiles como Jèssica Albiach o Aina Vidal. Esta última viene de la V de ICV, lo que en su día se denominaba Esquerra Verda, los ecologistas catalanes. Es decir, proyectos como la ampliación del aeropuerto siempre toparán con personas de su perfil político. Pero no irá más lejos. Si en la derecha catalana el discurso hasta las municipales era "vuelve Convergència", se podría decir que a la izquierda sería algo similar hasta las generales como mínimo: "Vuelve ICV".

Sobrevivir lejos de Barcelona

El mayor reto para el colauismo será ahora sobrevivir lejos de Barcelona. El núcleo duro de Gala Pin, Gerardo Pisarello y Eloi Badia —que según como vayan las encuesta podría no salir— se van al Congreso. Pero el activismo en la Carrera de San Jerónimo no acaba de funcionar, como ha comprobado en sus propias carnes la CUP, que tiene muy complicado repetir en la Cámara Baja.

El futuro que puedan tener los seguidores de Colau lejos de Barcelona es incierto

De los que se quedan en Barcelona, Jordi Martí Grau es el heredero favorito de Colau. Pero Jordi Martí venía de Mes, el partido que fundó Ernest Maragall. No era colauista de primera hora. Se incorporó como número dos en 2015 porque la gestión del consistorio es muy compleja y Jordi Martí atesoraba todo el conocimiento y la experiencia del PSC, su partido originario. La elección por parte de la exalcaldesa demuestra hasta qué punto el colauismo ya no se reconoce cuando se mira al espejo.

Herencia en disputa

Si Colau aún no se ha decantado por Jordi Martí, su protegido, es porque los colauistas de primera hora se oponen. Concejalas como Janet Sanz o Lucía Martín se han levantado contra esa maniobra. De modo que con la herencia en disputa y el foco en Collboni y Xavier Trias, hace que al colauismo le cueste volver a sus esencias: el activismo y el impacto en los medios de comunicación. Las tensiones internas tienen una solución compleja. Y no ayuda a la esencia: el partido sobrevive, el movimiento agoniza.

Ada Colau ha salvado a los comunes. Catalunya en Comú Podem tiene futuro como partido gracias al sacrificio hecho, que ha permitido que, contra todo pronóstico, sea alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. Pero, al mismo tiempo, su pacto con Yolanda Díaz, integrándose en Sumar, entierra al colauismo, que pasa a la historia. En la práctica vuelve la antigua ICV de Joan Herrera. Con planteamientos similares e incluso con personas de aquella época. El 15-M en su versión barcelonesa queda amortizado como ha demostrado la minicrisis alrededor del programa de Sumar y un posible referéndum en Cataluña.

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