Pere Aragonès vuelve a cambiar su gobierno para alejar un avance electoral en Cataluña

El presidente catalán Pere Aragonès vuelve a cambiar su gobierno. Lo hizo hace ocho meses forzado por las circunstancias, porque JxCAT decidió romper el gobierno de coalición. Y ahora ha vuelto a hacerlo. La diferencia es que ahora la idea es alejar cualquier tentación de avance electoral en Cataluña. “Así llegaremos en las mejores condiciones a febrero del 2025”, aseguró el president en su comparecencia ante los medios tras cambiar el ejecutivo. En octubre del 2021 primaron los independientes. Ahora entran tres miembros del partido. Una manera de explicar que le vaya como le vaya a ERC en las generales, no habrá elecciones en Cataluña.

Pere Aragonès ha vendido que con los nuevos consellers el ejecutivo se refuerza: Los nuevos consellers son parte del poder de ERC. Anna Simó asume la conselleria de Educació donde Josep González-Cambray ya estaba quemado. La hasta ahora delegada de la Generalitat en Madrid Esther Capella asume Territori en lugar del descartado Juli Fernàndez, y, para Acció Climàtica, David Mascort, antiguo secretario de Agricultura y una de las personas de confianza de Teresa Jordà, la cual pasa ser número dos en las listas de los republicanos para el Congreso detrás de Gabriel Rufián.

Fuentes cercanas a Palau explican que Aragonès llevaba desde el jueves intentando cerrar la remodelación de su ejecutivo. El recurso a nuevos consellers de larga trayectoria en ERC encaja con el cierre de filas que plantea el president ante la expectativa de una victoria en las generales del PP, con el respaldo de Vox.

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La incorporación políticamente más significativa es la de Esther Capella. Además de delegada del Govern, iba de número dos en la lista de Ernest Maragall. Tenía que ser el recambio natural de Maragall si este ganaba las elecciones pero la avanzada edad del candidato (80 años) le daba un problema de salud. Los malos resultados de los republicanos en Barcelona, ahora son la cuarta fuerza, habían hecho que ese rol ya no tuviese sentido. Capella resulta más valiosa en el Govern. Según Aragonès, el principal objetivo de Territori con la incorporación de Capella es relanzamiento de los planes de vivienda pública.

“El Govern necesita energías renovadas”, aseguró Aragonès. Pero lo que necesita de verdad es 35 diputados para poder legislar y eso no lo tienen. Juli Fernández era el único conseller que además era diputado. Ahora, según Aragonès, trabajará “para construir mayorías”. Pero eso parece muy difícil antes del 23 de julio. Y después, también.

Fin de una era

En ochos meses dos crisis de gobierno. En teoría la salida de JxCAT del ejecutivo catalán iba a dar estabilidad a la Generalitat. Pero eso no parece haberse conseguido cuando un conseller como Juli Fernández, que no se ha visto implicado en grandes problemas, ha durado ocho meses. Porque la debilidad de este ejecutivo no viene del Palau de la Generalitat sino del Parlament.

Tras la era del diálogo ahora se llega un momento de choque con Madrid

Así que le cambio de gobierno implica también el final de la era basada en el diálogo con Madrid, cuyo punto culmen fueron los indultos a los presos del procés. El plan de Pere Aragonès era activar una vía canadiense para un referéndum pactado con Pedro Sánchez.. Por ahora los trabajos previos del grupo expertos sobre el acuerdo de claridad se han aplazado hasta después del verano, cuando ya se haya constituido el nuevo gobierno español, que previsiblemente será del PP. Por tanto, si se cumplen lo que dicen las encuestas, la fase del diálogo que había impulsado ERC quedará aparcada.

Gestión ante todo

La apuesta es doble. En Cataluña, más y mejor gestión, con incidencias en los temas sociales. En Madrid, más choque con el Gobierno español reafirmando el perfil independentista. Para eso Teresa Jordà vuelve a ser diputada en el Congreso.

En términos de gestión los deberes más importantes son para Esther Capella sobre la que recaen no sólo los retos de vivienda, sino también la mejora del servicio de Cercanías. Y hay otras cuestiones de infraestructuras pendientes como la ampliación del aeropuerto –a la que ERC se opone– o solventar los problemas de tráfico en la AP-7 tras la desaparición de los peajes. Todas problemáticas y todas albergando no sólo gran dificultad, sino que no se pueden solventar sin llegar a pactos con el Gobierno español, ocupe quien ocupe la Moncloa.