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La degradación de la política catalana: cómo hacer imprescindible la amenaza y el insulto
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La degradación de la política catalana: cómo hacer imprescindible la amenaza y el insulto

El oasis catalán ya es sólo un sueño lejano, sustituido por una crispación inusual agravada por un procés cuyo desenlace no han sabido gestionar algunos sectores

Foto: Clara Ponsatí. (EFE/EPA OLIVIER)
Clara Ponsatí. (EFE/EPA OLIVIER)

La degradación de la política catalana está llegando a límites alarmantes. Insultos y amenazas físicas entre rivales políticos protagonizan el día a día de la actualidad política que hace un par de décadas pasaba por ser una de las colectividades más civilizadas de Europa. Eran tiempos del oasis catalán. Hoy, de ese oasis no quedan ni las palmeras. La caballerosidad de los políticos del extremo nordeste de España ha dado paso a la crispación, el insulto y la intransigencia.

El ejemplo que mejor ilustra esta nueva hornada de políticos de insulto fácil es el del exconsejero de Empresa Josep Huguet (ERC), que destacaba una noticia de TV3 sobre la exconsejera Clara Ponsatí, quien había vuelto a Barcelona y había declarado: “No he venido a hacer ningún pacto con el Estado, sino a denunciar la vulneración sistemática de nuestros derechos”. El republicano emitió un comentario ácido: “Ahora que ya no irá a prisión. Haciéndose la valiente desde el simbolismo fake”. Inmediatamente, el exlíder de la CUP en el Parlament, Antonio Baños, le respondió: “Eres un mierda, Huguet”. El propio jefe de la Oficina de Puigdemont, Josep Lluís Alay, alto cargo del Govern, publicó un pequeño vídeo de la detención con una palabra altisonante: “Escoria”, sin focalizar esa palabra en nadie.

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/Julien Warnand)

La apreciación del cupero, no obstante, puso en marcha una cascada de insultos a cada cual más grosero y violento. “Ni eso: un medio-mierda”, recitaba Lluís Checa, uno de los acólitos que se sumaban al recital. “Un mierda y un traidor”, lanzaba Montserrat Sagarra. “Muy mierda”, añadía Jaume. “Tenemos demasiados hijos de puta entre nosotros”, terciaba Josep Girona. “Cuánto FDLGP [Fill de la gran puta, uno de los insultos más repetidos en todos los terrenos] tenemos en Cataluña. ¡¡Lot of shit!!”, clamaba Xavier. Son sólo algunos ejemplos de la cohorte extremista que ha dado forma a un sector maniqueo e intransigente que se ha adueñado de la política catalana. Esa crispación es la que llevó al cómico Toni Albà a llamar (esta semana) Patufet al presidente catalán, Pere Aragonès.

Foto: Clara Ponsatí, con Carles Puigdemont, en su regreso al Parlamento Europeo. (EFE/EPA/Olivier Holest)

Valents, la formación que lidera Eva Parera y que tiene representación en el Ayuntamiento de Barcelona, denunció también amenazas en el pleno del distrito de Nou Barris. Rosa Martín, consejera de Ada Colau, interrumpió a Yeray Mellado, consejero de Valents, durante su intervención, amenazando con darle un tortazo. Parera aseguró que “en Valents sufrimos los ataques e insultos constantes por parte de los okupas. Ahora sólo nos falta que los consejeros de Colau se dediquen a amenazarnos y no condenen nunca las amenazas a Valents”. La líder de Valents subrayó que “es una falta grave de respeto y un insulto que cargos de Colau se dediquen a amenazarnos con ejercer la violencia públicamente solo porque los molestan nuestros postulados”. Fuentes de esta formación señalan a El Confidencial que “en los plenos municipales no es extraño que Eva reciba insultos. En ocasiones, ya no es solo qué le dicen, sino cómo lo dicen y el odio implícito que llevan algunas alusiones”.

“No han sabido gestionar la situación”

Además de amenazas directas, también las hay anónimas. Ante la asamblea general de socios de Sociedad Civil Catalana (SCC), el centro cívico Tomasa Cuevas, donde se realizaba la reunión, amaneció con profusas pintadas con los lemas como Fuera fascistas de nuestros barrios, ‘Tomasa Cuevas era de los nuestros’ o ‘FCK SCC’. Elda Mata, presidenta de la entidad constitucionalista, aseguró que “en Cataluña ni se ha normalizado la situación ni existe libertad de expresión para todos los catalanes. No cederemos al chantaje del miedo”.

Foto: Laura Borràs con Jordi Turull tras conocer la sentencia del TSJC (EFE.-)

El socialista David Pérez es uno de los diputados más veteranos del Parlament. La primera vez que ocupó escaño fue en 2003. Entre 2011 y 2015, no tuvo acta de diputado, pero desde entonces ha ocupado escaño ininterrumpidamente. “El oasis catalán ya no existe. Hace tiempo que la forma crispada de hacer política ha arraigado aquí. Es el síntoma de un enfrentamiento radical entre diferentes maneras de entender la realidad”, dice a El Confidencial. Pérez reconoce que el procés ha tenido mucho que ver con el radicalismo que ahora protagoniza la rivalidad política. “Todos sabíamos que el procés estaba acabado. Pero hay un sector que no ha sabido gestionar esta situación. Estos días estamos asistiendo a una exaltación del odio, a expresiones que desbordan no sólo la cortesía política, sino la propia decencia. La aparición de carteles asociando a Ernest Maragall con el Alzheimer o los carteles de las juventudes de ERC contra Laura Borràs son formas de actuar de una virulencia que desconocíamos”.

Foto: El primer secretario del PSC, Salvador Illa. (EFE/Toni Albir)

También reconoce, sin embargo, que en los últimos años ha habido “muchas acciones de falsa bandera. Durante el procés se vinieron realizando acusaciones al Estado español que eran mentira. Esa forma de hacer política está cogiendo escalada y no sabemos cómo acabará”. El sentir generalizado es que hay un gran sector de la clase política ha apostado por el insulto y la amenaza y ya no puede concebir la política sin esos ingredientes. “Cuando alguien no comulga con sus ideas, ese segmento comienza a insultar. Llamarte ‘facha’, ‘traidor’, ‘hijo de puta’ es ahora normal, cuando antes era la excepción. ¿Qué ha pasado? ¿En qué momento se rompió la raya de la tolerancia? No lo sé. Lo ignoro. Pero me da la sensación de que hay mucha frustración, de que se ha engañado mucho a la gente para que odien a quien piensa diferente”, dice otro político en activo con escaño que prefiere mantenerse en el anonimato.

El discurso del odio

Al discurso del odio no se escapa nadie. Lluís Llach emitió un tuit el pasado jueves en el que pedía que alguien se manifestase por él frente al Parlament, dado que estaba “lejos”, tras la condena de Laura Borràs por corrupción. Un internauta le escribió: “Revolucionario de salón”, lo que levantó las iras del excantautor, que le bloqueó: “Y pronto en silla de ruedas. Burro”, le respondió. Y se inició una cruenta sucesión de mensajes insultantes (la mayoría de ellos irreproducibles) que harían enrojecer a una naranja.

Otro de los abonados al insulto fácil es el exterrorista Fredi Bentanachs. Es el mismo que montó una especie de guardia de seguridad de Borràs cuando ésta acudió a la concentración que corta ilegalmente cada día la Avenida Meridiana. También fue el que recibió a la exconsejera Ponsatí al salir de la Ciudad de la Justicia tras su detención en Barcelona. El pasado 27 de marzo, hizo que el alcaldable de Junts por Barcelona, Xavier Trias, se fotografiase junto a él y a una bandera negra independentista. Hace un tiempo, ofició como jefe de seguridad de la ANC, gracias a sus contactos y ascendencia sobre las organizaciones de moteros independentistas.

Foto: La presidenta suspendida del Parlament de Cataluña, Laura Borràs, acompañada por el secretario general de JxCAT, Jordi Turull. (EFE/Quique García) Opinión

El exterrorista es del ala más dura del independentismo. Entre otras cosas, está abonado a algunas fuentes de información rusas cuyo cometido es publicar desinformaciones. El pasado 29 de marzo ligó la detención de Ponsatí con el tema de la guerra: “Ayudan a un estado criminal ucronazi con el fascista Zelenski y el carnicero y no respetan la inmunidad de la europarlamentaria Clara Ponsatí. Puta España”, razonó. Su tesis es que la sociedad occidental “son una panda de cobardes y fascistas”. Llegó a publicar este mes de abril que “el criminal genocida es el ucronazi Zelenski. Putin es un jefe de Estado tan demócrata como Macron, Biden o Sánchez. Os han lavado el cerebro la mierda de la OTAN y EEUU”.

Bentanachs es una auténtica maquina de insultos hacia sus rivales. Al mencionado Huguet, le espetó: “Huguet, eres un miserable de mierda, igual que Meritxell Serret y Junqueras, pero al tiempo, quien ríe último ríe mejor y a ti se te acerca la hora de llorar amargamente, traidor”. Más tarde, le llamó “malnacido”. Después de que las juventudes de ERC difundiesen un cartel con la estética de la película El Padrino, pero con la efigie de Laura Borràs, bajo el título de La Madrina, el exterrorista les advirtió: “Esto os costará muy caro, pandilla de fascistas al servicio de España, Joventuts de ERC. Amparar a arrepentidos como Meritxell Serret y traidores como Junqueras demuestra vileza. Habéis insultado la memoria de Martí Marcó”. Este último fue un activista de Terra Lliure que murió en 1979, en un enfrentamiento a tiros con la policía tras saltarse un control. Sus compañeros de comando, entre ellos el propio Bentanachs, huyeron y lo dejaron desangrándose en el interior de un coche hasta que fue auxiliado por unos transeúntes.

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Julien Warnand)

Su talante se resume en una frase que difundió el pasado 30 de marzo: “Hasta que no corra la sangre no pararán la represión”. Y este domingo, rescataba un oscuro episodio de enero de 2022 sobre una supuesta intrusión en la sede del Consell de la República en Waterloo por parte de cuatro individuos (que nunca se llegó a realizar y que se dejaron retratar por las cámaras de vigilancia a cara descubierta) para reclamar a Puigdemont: “Es hora de poner vigilancia más contundente y exterminar ratas. Nuestro Govern en el exilio merece más seguridad. Esto es una guerra y el enemigo no escatima esfuerzos”. Y advierte: “Una cosa es segura: que tarde o temprano desplegaremos la DUI [declaración unilateral de independencia] votada el 1-O y cuando creemos el Estado, que se preparen los traidores cobardes y colaboracionistas, porque no nos temblará el pulso. Los corruptos son los que han ido a arrepentirse a Llarena y han negado el 1-O”. Ya lo saben sus excolegas de ERC y de la CUP, a quienes advierte que “sois unos miserables, pero el aturdimiento pasa y la venganza será sangrienta. Impondremos la DUI del Consell de la República por las buenas o por las malas”.

Es la violencia denigradora y gratuita que irradiaban los conductores del programa de TV3 Zona Franca. Uno de sus guionistas, Manel Vidal, comparó al PSC con un partido nazi, con esvástica incluida. Tras el lamentable episodio, el guionista fue despedido y el presentador Joel Díaz dimitió en solidaridad. Es el presentador que insistía día a día con la consigna “Puta España”, que hizo famosa un anterior programa, el hispanófobo Bricoherois, que presentaban Jair Domínguez y Lluís Jutglar, Peyu. Los medios públicos catalanes, pues, sí son reflejo de su clase política… y de las peculiaridades y manías de ésta.

La degradación de la política catalana está llegando a límites alarmantes. Insultos y amenazas físicas entre rivales políticos protagonizan el día a día de la actualidad política que hace un par de décadas pasaba por ser una de las colectividades más civilizadas de Europa. Eran tiempos del oasis catalán. Hoy, de ese oasis no quedan ni las palmeras. La caballerosidad de los políticos del extremo nordeste de España ha dado paso a la crispación, el insulto y la intransigencia.

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