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Puigdemont chantajea al PDeCAT con otro partido y la vieja guardia de Convergència
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Puigdemont chantajea al PDeCAT con otro partido y la vieja guardia de Convergència

Ha lanzado este lunes un manifiesto en el que hace un llamamiento a la unidad del soberanismo para "constituir un movimiento por la república"

Foto: Carles Puigdemont. (EFE)
Carles Puigdemont. (EFE)

El ‘expresident’ Carles Puigdemont está dispuesto a ir hasta el final para seguir manteniendo el control de la política catalana. Este lunes, presentó en Barcelona (él estaba en Alemania, pero participó por videoconferencia) su proyecto Crida Nacional per la República (CNR), que no es otra cosa que un aviso a navegantes dirigido a la cúpula del PDeCAT: si le intentan cortar las alas, este otoño consumará su “instrumento político organizado” y la escisión estará consumada.

Puigdemont presenta su nuevo movimiento político: la Crida Nacional

¿Y todo por qué? Porque Puigdemont es casi un cadáver político y el PDeCAT le quiere dar la puntilla en el congreso (bajo el nombre de asamblea nacional) que celebra el próximo fin de semana. El partido heredero de Convergència quiere enterrar toda la herencia de Puigdemont, abandonando la unilateralidad y apostando por reivindicar la independencia, siempre dentro de la ley. Con ello, el principal punto de apoyo de la estrategia de Puigdemont quedaría dinamitado.

Foto: Ferrán Mascarell, a la izquierda, junto a Pere Aragonès. (EFE)

Y eso no lo puede permitir el expresidente, por lo que ha puesto en marcha su maquinaria, con el apoyo del núcleo duro de la derecha independentista. Cuenta con la mayoría del grupo parlamentario (los candidatos fueron escogidos personalmente por él y dejó un exiguo porcentaje de puestos para el partido), con importantes círculos de la extinta Convergència, con la estructura de la Generalitat y con el apoyo implícito de la ANC y de Òmnium Cultural. Entre los exdirigentes de CDC, se cuentan el exconsejero Josep Rull, el exportavoz del Govern Francesc Homs, el ex director general de Comunicación Jordi Cuminal, el exdirector de la Fundación CatDem Agustí Colomines (y su esposa, la diputada Aurora Madaula) e incluso el exportavoz parlamentario y exconsejero de Presidencia Jordi Turull.

Quien debe controlar todo el movimiento, a la luz de los personajes implicados en el proyecto, es la derecha más tradicional de Cataluña. El núcleo duro de la antigua Convergència está al acecho. O, en otras palabras, el ‘pinyol’ (hueso) de ese núcleo, los que eran conocidos como ‘talibanes’, que perdieron su cuota de poder con la reconversión de CDC en el PDeCAT, están a punto de hacerse de nuevo con las riendas del poder, pero con un nuevo capitán: Puigdemont, que reclama el control absoluto de ese círculo.

Pero Puigdemont también cuenta con importantes nuevos actores de la política como Quim Torra, así como con el portavoz de JxCAT, Albert Batet


Y es precisamente ese componente controlador lo que escama a parte del PDeCAT, a ERC y a la CUP, los actores soberanistas más activos. Pero Puigdemont también cuenta con importantes nuevos actores de la política, como el presidente de la Generalitat, Quim Torra, así como con el portavoz de JxCAT, Albert Batet, el vicepresidente del Parlament, Josep Costa, o el encarcelado expresidente de la ANC Jordi Sànchez. Torra fue uno de los fans más entusiastas. “Hemos de estar todos. No puede faltar nadie (…) Sumaos a la Crida Nacional (…) yo ya me he adherido!”, tuiteaba el ‘president’ durante el acto.

El manifiesto fundacional de su Crida fue leído este lunes por el delegado de la Generalitat en Madrid, Ferran Mascarell, y por la diputada de JxCAT Gemma Geis. La estrategia es “convertir Cataluña en un Estado independiente en forma de república, nacionalmente libre”, y vertebrar el instrumento político “a partir de la pluralidad ideológica y los valores de la libertad, el bienestar, la prosperidad, la equidad, la justicia, la solidaridad, la sostenibilidad, la igualdad, la cultura, la educación, el conocimiento, la transparencia, la participación y el compromiso cívico”. Una vez alcanzada la república, la Crida adquiere el compromiso de disolverse. Pero, mientras tanto, habrá servido a los intereses de Puigdemont, es decir, será un instrumento que utilizará personalmente como le convenga.

La vigilancia del PDeCAT

Porque la intención última de Puigdemont al presentar el proyecto es tener todo listo para edificar sobre esa plataforma un nuevo partido político para el caso de que no pueda tener peso en la estructura del nuevo PDeCAT. Y por eso, la cúpula de este, con Marta Pascal a la cabeza, quiere vigilar de cerca los movimientos de Puigdemont. De ahí que una nutrida representación posconvergente asistiese al acto de presentación de la plataforma: Marta Pascual la portavoz, Maria Senserrich....

Foto: Esteban González Pons. (EFE)


La propia Senserrich había intentado, horas antes de la presentación, quitar hierro al asunto: “Siempre nos encontrarán en todo lo que sea transversal, de suma, de defensa del mundo soberanista de la democracia y de la república”, afirmaba. Rechazaba que la plataforma sea una amenaza de escisión de Puigdemont. “Veo ganas de convertir el soberanismo en un instrumento más allá de los partidos, porque hay independentistas que no militan en ningún partido y hay que encontrarles encaje”, argumentaba.

Por otro lado, insistió en que “trabajaremos en estos espacios cuando creamos que podemos sumar, avanzar y ser más. Por encima de cualquier partido, sobre todo, somos militantes de Cataluña por Cataluña”. Pero las intenciones expuestas por Puigdemont en la videoconferencia no pueden ser más preocupantes para el PDeCAT.

Por tanto, la clase política catalana pudo asistir este lunes en Barcelona a un auténtico chantaje de Carles Puigdemont. El PDeCAT y el ‘expresident’ están inmersos en una sorda batalla: el partido quiere volver a una política posibilista mientras el mandatario está dispuesto a dinamitar al PDeCAT. Es una guerra a muerte aunque las dos partes mantengan una sonrisa abierta ante los medios de comunicación.

Puigdemont, por videoconferencia

Por videoconferencia, Puigdemont participó en el acto de Barcelona y detalló sus intenciones. “Hemos de reinterpretar las necesidades de los ciudadanos”, dijo. También aseguró que “muchos de los ingredientes de JxCAT están vigentes y son útiles”. Y matizó los ingredientes que reúne su proyecto: “1.- Transversalidad social y territorial. 2.- Que sea ideológicamente plural. Somos más fuertes desde la pluralidad ideológica y desde el punto de vista de la unidad civil. La gente que se autoorganiza como los CDR o la ANC nos enseña cómo unirnos para avanzar. 3.- Una gran generosidad. No para intentar explicar cómo otros han de hacer las cosas, sino diciendo que todos somos necesarios y no sobra nadie”.

También subrayó el ‘expresident’ que “el camino pasa por combinar estrategias: en el ámbito institucional, en el ámbito social y en el decisivo ámbito internacional, porque se ha demostrado que es positivo conquistar derechos y libertades en los tribunales y la Justicia europeos, por lo que tiene de reconocimiento y validez de derechos, entre ellos el derecho fundamental de todos los pueblos a la autodeterminación. Necesitamos que el mundo conozca la causa catalana”.

Por último, señaló la carencia que todavía tiene su estrategia: “Nos falta desplegar el Consell de la República, para poder hacerla efectiva”. Pero insistió en que su plataforma es “una Crida que consolida este espacio que es muy plural. Es una Crida como punto de partida abierto, generoso, que se dirige absolutamente a todos. Nos podemos sumar y apuntarnos todos. Es el proyecto de una parte del soberanismo para recorrer el camino que nos falta para consolidar la república, con las mismas herramientas que nos han traído hasta aquí, porque son eficaces”.

Críticas de los rivales

En otras palabras: ante las narices de la cúpula del PDeCAT, Puigdemont apostó por lo que parece ser otro partido político que directamente le disputa el espectro ideológico al PDeCAT: ya se lo deja claro el propio manifiesto leído ayer: en otoño habrá “una convención nacional constituyente durante la cual se acordará la forma y el contenido de este nuevo espacio político”. Pero todo forma parte de una campaña personal de Puigdemont. Tanto, que ERC ya anunció que declina participar en la Crida, que no es sino la reedición de una coalición tipo Junts pel Sí (JxS) o el intento de crear una nueva Junts per Catalunya (JxCAT). “Cada formación debe crecer en su espacio para poder sumar después”, advirtió la portavoz de ERC, Marta Vilalta. Y sentenció: “Le deseamos suerte. El país necesita un centroderecha fuerte y potente; cada uno ha de crecer en su espacio”.

La diputada de Ciudadanos Sonia Sierra fue calculadamente dura con el proyecto: “Es el enésimo intento de limpiar el partido del 3%. Pero no hay cambio de nombre ni estelada lo suficientemente grande como para limpiar la corrupción que tienen y lo que han robado”, criticó Sierra. Tampoco al PSC le parece una salida digna. “Elsa Artadi [portavoz del Govern y consejera de Presidencia] ha de reconocer los errores graves que ha cometido el independentismo, han promovido una mayor división, han empobrecido el país y no han traído nada positivo a Cataluña”, recriminó el secretario de Organización del PSC, Salvador Illa.

Para el dirigente socialista, el independentismo tendría que hacer “autocrítica”, porque no hay nada que hacer “mientras no haya un reconocimiento explícito de que las cosas no se han hecho bien”. Pero eso, a Puigdemont y a la derecha poco parece importarles, al revés: consideran que las cosas, tal y como se han hecho, les han dado réditos políticos e insistirán por ese camino.

El ‘expresident’ Carles Puigdemont está dispuesto a ir hasta el final para seguir manteniendo el control de la política catalana. Este lunes, presentó en Barcelona (él estaba en Alemania, pero participó por videoconferencia) su proyecto Crida Nacional per la República (CNR), que no es otra cosa que un aviso a navegantes dirigido a la cúpula del PDeCAT: si le intentan cortar las alas, este otoño consumará su “instrumento político organizado” y la escisión estará consumada.

Carles Puigdemont
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