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La familia atacada por tener una bandera española: "Quieren echarnos del pueblo"
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La familia atacada por tener una bandera española: "Quieren echarnos del pueblo"

La pareja a la que intentaron quemar una bandera española en su balcón y a la que citó Mariano Rajoy en un mitin denuncia que les hostigan y les insultan sus vecinos

Foto: Jordi y Cristina, en el portal quemado de su casa. (D. B.)
Jordi y Cristina, en el portal quemado de su casa. (D. B.)

Cristina Arias se pinta las uñas de rojo fuerte en la mesa de la cocina mientras sostiene en el regazo a una niña de dos años. A pocos metros de la estampa familiar, hay una puerta astillada y quemada y un balcón lleno de hollín con una larga bandera española. En la madrugada del sábado, denuncian, alguien quemó la entrada principal del edificio y trató de hacer lo propio con la enseña valiéndose de un palo impregnado en fuego. "Podían habernos matado, asfixiado", explica su marido, Jordi, mientras se apoya en las baldosas y señala al perro como el responsable de que no hubiera "ninguna desgracia". El animal empezó a la ladrar y su mujer abrió la puerta, convencida de que el incendio estaba dentro de su hogar. Al hacerlo, entró toda una humarada. "Nos hostigan por nuestras ideas", resume ahora la mujer.

Su historia se hizo célebre cuando la mencionaron el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el candidato popular en Cataluña, Xavier García Albiol. "Nos llamaron ellos a nosotros y nos quedamos flipados", explica la mujer, nacida en la pequeña población en la que reside, Balsareny (3.000 habitantes), a 70 kilómetros de Barcelona. "Algunos amigos colgaron fotos en el Facebook y algún pez gordo lo debió de ver", relata la mujer. Los dirigentes populares les dijeron que contasen con ellos y les ofrecieron "toda la ayuda que nos hiciese falta, lo que es muy de agradecer". Jordi asegura que ellos no tienen simpatía por "el fascismo ni nada de eso, pero sí que somos patriotas de España". Desde distintos foros de internet, sin embargo, se señala que la familia denunciante pertenece a grupúsculos de extrema derecha y que han protagonizado diversos actos violentos e intolerantes. Un extremo que ellos niegan.

"Tenemos tres niños y desde la puerta se veía el carrito de la menor, les da todo igual", denuncian

"Nos acosan y nos llaman fascistas, pero solo somos patriotas", insiste Jordi, que trabaja, al igual que su mujer, en la cercana mina de potasa, una especie de gigantesco sarcófago de residuos que se eleva desde la autopista hacia Manresa. Ambos jóvenes nacieron en la localidad, "aunque nuestros padres vinieron aquí a currar desde Andalucía". "Tenemos tres niños y desde la puerta se veía el carrito de la menor, les da todo igual", denuncian airados. Bajo la escalera siguen guardados los artilugios para pasear a su niña pequeña. "La mayor tiene problemas en el instituto, la marginan", dice su padre, pero la niña se rebela y puntualiza: "¡No estoy marginada, pero si se habla de política, sí!", subraya recordando que le han pegado pegatinas en la carpeta y la han insultado cuando el tema hacía referencia al proceso catalán.

De hecho, esta familia tiene interpuesta una denuncia contra un vecino por zarandear a su hijo de 11 años. "Dicen que es mentira, como lo del fuego, pero ahí está la declaración del tipo reconociendo que se le 'fue la olla". El suceso se originó porque los hijos de Jordi y Cristina trataban de despegar carteles a favor de la independencia y el hombre lo trató de impedir, presuntamente, agrediéndolos.

​Todos independentistas

Todos los vecinos, otras cinco viviendas, son cercanos al independentismo. Sin embargo, en esta ocasión no se han puesto en contra de la familia damnificada. "Aunque sí que justifican que esto es obra de unos gamberros aislados y que la mayoría no son así", comenta Jordi. En el pueblo no hay ninguna otra bandera española colgada en los balcones y sí muchas pancartas con el 'Sí' o peticiones de 'Democracia', al margen, por supuesto, de las esteladas de rigor. La familia se lamenta de que el regidor del pueblo, de un partido independiente favorable al soberanismo, no ha "preguntado ni se ha interesado por unos vecinos a los que han agredido". También tienen palabras de reproche hacia los Mossos d'Esquadra, de quienes dicen que "no quieren investigar lo que ha pasado y prefieren hacer ver que hemos sido nosotros mismos los que nos hemos querido quemar". También que les dijeron que no pusiesen denuncia porque se investigaría de oficio y su abogado les ha dicho que "eso no es verdad".

Sobre si se sienten inseguros con la enseña (que ocupa dos balcones y mide más de tres metros), Jordi afirma que la puso allí a primeros de octubre para mostrar su posición contraria al independentismo y que por ahora no piensa quitarla, aunque "es muy incómoda la convivencia porque no respetan nuestras ideas". Tan incómodos dicen sentirse, que Cristina incluso se plantea irse del pueblo, aunque finalmente han descartado la idea.

Cristina Arias se pinta las uñas de rojo fuerte en la mesa de la cocina mientras sostiene en el regazo a una niña de dos años. A pocos metros de la estampa familiar, hay una puerta astillada y quemada y un balcón lleno de hollín con una larga bandera española. En la madrugada del sábado, denuncian, alguien quemó la entrada principal del edificio y trató de hacer lo propio con la enseña valiéndose de un palo impregnado en fuego. "Podían habernos matado, asfixiado", explica su marido, Jordi, mientras se apoya en las baldosas y señala al perro como el responsable de que no hubiera "ninguna desgracia". El animal empezó a la ladrar y su mujer abrió la puerta, convencida de que el incendio estaba dentro de su hogar. Al hacerlo, entró toda una humarada. "Nos hostigan por nuestras ideas", resume ahora la mujer.

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