Votantes de ERC y muy movilizados: los profesores, los más independentistas

En la escuela infantil de Vall-Llobreda, una maestra fabricó urnas de papel para enseñar a los niños a votar. En el instituo Can Vilumara de Hospitalet de Llobregat, otra docente dijo en clase que hablar castellano es de “maleducados y barriobajeros”. El colegio Patronat Domènech, de Barcelona, ha sido denunciado por llevar a cabo un acto infantil donde se protestaba por el encarcelamiento de 'los Jordis'.

Desde que todos los ojos están puestos en Cataluña, los colegios han protagonizado numerosas polémicas y el supuesto “adoctrinamiento” en algunas aulas catalanas ha provocado ya tres requerimientos a la Generalitat por parte del Ministerio de Educación dirigido por Méndez de Vigo.

Pero el sentimiento independentista entre los profesores va más allá de los casuales titulares. La profesión de maestro es, atendiendo a los datos del CIS, la más independentista. Según un análisis llevado a cabo por la plataforma Convivencia Cívica Catalana, el 40% de los profesores de Cataluña se sienten “únicamente catalanes”, el doble que la media de la población. Les siguen los trabajadores agrícolas en un 31% y los propietarios de tiendas o 'botiguers' (30%).

De hecho, en sus preferencias en cuanto a la organización territorial del estado, el 61% de los profesores de primaria, secundaria y formación profesional se decanta por “un Estado en el que se reconociese a las comunidades autónomas la posibilidad de convertirse en Estados independientes”, 20 puntos más que el total de Cataluña. Solo un 3% prefiere un Estado centralista. Los datos pertenecen a los barómetros realizados entre marzo de 2013 a septiembre de 2017.

En Girona, 9 de cada 10 profesores ven positivo que Cataluña sea independiente

El 61% del profesorado catalán ve favorable la posibilidad de que Cataluña se convierta en un estado independiente, más de 20 puntos por encima de la media de la comunidad (38%). En provincias como Girona, esta cifra se eleva a 9 de cada 10 en los docentes de secundaria. Lleida y Tarragona llega al 75%, mientras que Barcelona, a la cola, se queda en el 56%. En líneas generales, los profesores de secundaria son los que más presentan un perfil independentista.

En cuanto a sus preferencias políticas, Esquerra Republicana de Catalunya fue la opción más votada entre los docentes en las últimas generales, que se decantan por el partido que preside Oriol Junqueras en un 25%. Le siguen los enfermeros (17%), los agentes comerciales (16%) y los directores de departamentos de administración (15%). Después de ERC, los profesores se decantan por Podemos-IU (19%), Convergència (13%) y PSOE (9%). Entre los maestros, el PP solo atrae al 2%.

Además, la docente es la profesión más movilizada políticamente. Se vio en los días previos al referéndum del 1-O cuando en varios centros escolares circularon formularios para que los padres autorizasen a los alumnos para saltarse las clases y acudir a las manifestaciones. Según los datos del CIS, solo el 8% de profesores de primaria o secundaria no fue a votar en las últimas generales, más de la mitad que la media catalana.

A la luz de estos resultados, desde Convivencia Cívica Catalana defienden que “la escuela en Cataluña debería enseñar a los alumnos a pensar y no a qué pensar, y, asimismo, la selección de los docentes debería efectuarse en base a criterios estrictamente profesionales y alejados por completo de la política”.

"Esto supone un recordatorio de que el nacionalismo siempre ha querido controlar el tema educativo", añade Jesús Sanz

Jesús Sanz, director de estudios de la plataforma, asegura que el análisis parte de la imagen que se tiene sobre la profesión, sobre todo a raíz de las recientes polémicas. “Los datos corroboran la percepción que existe. El colectivo docente tiene un perfil muy diferenciado al de resto de la población de Cataluña”.

“Esto supone un recordatorio de que el nacionalismo siempre ha querido controlar el tema educativo”, añade, y considera que aunque todas las personas pueden tener sus opiniones políticas, el Gobierno central debe tener una voluntad más clara para controlar que estas tendencias ideológicas no se transmitan a los menores.