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"Pensábamos que los 'mossos' eran nuestros compañeros": el operativo policial por dentro
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policía y guardia civil censuran la deslealtad

"Pensábamos que los 'mossos' eran nuestros compañeros": el operativo policial por dentro

Las unidades de intervención de las Fuerzas de Seguridad del Estado denuncian que se encontraron a niños y ancianos utilizados como escudos de las mesas electorales

Foto: Agentes antidisturbios de la Policía Nacional y de los Mossos d'Esquadra discuten frente al Instituto Can Vilumara de L'Hospitalet de Llobregat. (EFE)
Agentes antidisturbios de la Policía Nacional y de los Mossos d'Esquadra discuten frente al Instituto Can Vilumara de L'Hospitalet de Llobregat. (EFE)

La atención se volvió este domingo hacia la Guardia Civil y la Policía Nacional, que eran la última frontera del Estado de derecho que le quedaba por rebasar al Govern de Carles Puigdemont. Los agentes salieron a las calles de Cataluña antes de que arrancara la jornada de votación, a las ocho, con la orden del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) de retirar todo el material que iba a emplearse en el referéndum. Y se concentraron en ejecutar ese mandato ejerciendo la menor fuerza posible, conscientes de que al otro lado estaban los ciudadanos que había enviado la Generalitat para poder consumar su desobediencia.

La clave que marcó el dispositivo policial se produjo antes, de madrugada. Los Mossos d'Esquadra debían ser la vanguardia despliegue, pero optaron por tener una actitud pasiva e incluso colaboradora con los responsables de los colegios electorales. A las seis de la mañana, a pesar del dictamen del TSJC, no habían clausurado ninguno. Y, aunque las Fuerzas de Seguridad del Estado contaban con esa posibilidad, su actuación se vio condicionada. “Nos sentimos profundamente decepcionados con ellos. Pensábamos que eran nuestros compañeros”, contaba anoche a este diario un agente de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Por los grupos de WhatsApp de las unidades antidisturbios de la Policía Nacional y la Guardia Civil circulaban ya a última hora del día vídeos en los que se ve a colegas de la policía autonómica tolerando la protesta y hasta enfrentándose directamente a ellos. La sensación generalizada es de rabia.

En esa tesitura y ante la imposibilidad de acudir a los 2.315 centros electorales, los mandos de Interior optaron “por actuar en los puntos más estratégicos”, explica un responsable del operativo consultado. Entre esos lugares seleccionados estaban aquellos en los que tenían pensado votar los miembros del Govern y, también, en los que se esperaba una mayor bolsa de participantes. Las actuaciones se produjeron, además, por toda la geografía catalana. Ni Puigdemont, ni Carme Forcadell, ni Oriol Junqueras pudieron depositar sus papeletas donde tenían previsto.

Los agentes llegaban a los centros, recogían el material de la votación y se marchaban al siguiente punto. A mediodía, se decidió reducir el ritmo de las intervenciones. Hubo agentes que entraron en más de tres colegios. En total, se incautaron urnas y papeletas en un centenar de locales. Fuentes del dispositivo remarcan que actuaron con la máxima “proporcionalidad”, a pesar de las provocaciones, empujones y agresiones que recibieron de quienes trataban de impedirles el paso a los colegios. En los municipios tarraconenses de Sant Carles de la Rápita y Mont Roig del Camp, optaron por replegarse para no hacer frente a la violencia de los independentistas. En Barcelona, a primera hora, tuvieron que utilizar incluso pelotas de goma y salvas para evitar el cerco de los manifestantes y repeler el lanzamiento de objetos.

Su labor fue aún más complicada porque los promotores del 1-O decidieron utilizar a personas vulnerables como escudos humanos. “Nos hemos encontrado niños, ancianos y discapacitados protegiendo los colegios. Ha sido muy difícil", asegura a este diario otro agente que también participó en el dispositivo y que tiene amplia experiencia en operaciones de mantenimiento de orden público, como todos los funcionarios movilizados por el ministerio este domingo. Tenían además la orden de evitar las fotografías que buscaba el secesionismo para implicar a la comunidad internacional en su proceso.

Foto: Heridos en las cargas entre agentes de seguridad y vecinos en Cataluña por el 1-O. (Reuters)

A pesar de las precauciones, no pudieron impedir esas imágenes. El saldo de la jornada fue de 844 manifestantes atendidos por heridas y ataques de ansiedad, según los cálculos de la Generalitat. También hubo agentes heridos de diferente consideración por las agresiones de los activistas del 1-O. Fuentes de Interior informaron de que tuvieron que recibir asistencia 19 policías nacionales y 14 guardias civiles, entre estos últimos, un agente que fue tumbado por el impacto de una silla en un colegio de Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona).

Con todo, en el departamento que dirige Juan Ignacio Zoido afirman que anoche se respiraba un ambiente de satisfacción por haber cumplido con el mandato de la Justicia. No solo por las intervenciones de este domingo. También por los operativos que la Guardia Civil comenzó hace tres semanas para requisar papeletas, sobres y propaganda. El golpe más decisivo se produjo en los últimos días, con la desactivación del sistema informático que había diseñado la Generalitat para facilitar el voto telemático y gestionar los resultados de las mesas electorales. Esas actuaciones motivaron que, a las ocho de este domingo, el Govern tuviera que aplicar el censo universal, que permitió votar en cualquier mesa sin ningún tipo de control.

Los Mossos eran los que mejor conocían el terreno y los que más información podían conseguir de lo que estaba tramando la Generalitat

Todos los sindicatos y asociaciones profesionales de la Policía Nacional y Guardia Civil salieron ayer a respaldar de forma unánime la actuación de ambos cuerpos. Sus críticas se dirigieron contra los Mossos por un comportamiento que consideran desleal. No solo por su pasividad el 1-O. Denuncian que tampoco cooperaran en las investigaciones contra los preparativos del referéndum. “Ellos eran los que mejor conocían el terreno y los que más información podían conseguir de lo que estaba tramando la Generalitat, pero no nos ayudaron en nada. Tuvimos que hacerlo todo nosotros”, recordaba anoche un mando de la Guardia Civil. Hasta ocho juzgados abrieron ayer procedimientos contra la policía autonómica por un presunto delito de desobediencia. La Unión de Oficiales del Instituto Armado ha exigido este lunes que se le retiren al major de los Mossos, Josep Lluis Trapero, las dos medallas al mérito de la Guardia Civil que le concedió en su día la Dirección General.

Fuentes de Interior aseguran que el contingente de la Policía Nacional y Guardia Civil movilizado para la consulta continuará por ahora en Cataluña, a la espera de cómo evolucionen los acontecimientos. La prioridad a partir de este lunes vuelve a ser la protección de las delegaciones oficiales del Estado en la comunidad. Las competencias de orden público siguen en manos de los Mossos.

La atención se volvió este domingo hacia la Guardia Civil y la Policía Nacional, que eran la última frontera del Estado de derecho que le quedaba por rebasar al Govern de Carles Puigdemont. Los agentes salieron a las calles de Cataluña antes de que arrancara la jornada de votación, a las ocho, con la orden del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) de retirar todo el material que iba a emplearse en el referéndum. Y se concentraron en ejecutar ese mandato ejerciendo la menor fuerza posible, conscientes de que al otro lado estaban los ciudadanos que había enviado la Generalitat para poder consumar su desobediencia.

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