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VICTIMISTA MENSAJE DE FIN DE AÑO DEL 'PRESIDENT'

Mas apunta a España como causante de los males de Cataluña en su discurso navideño

A nivel social, reconoció que “muchos conciudadanos padecen todavía secuelas de una crisis de una magnitud como no habíamos visto en décadas"

Foto: Discurso de fin de año de Artur Mas. (EFE)
Discurso de fin de año de Artur Mas. (EFE)

Ni un paso atrás. Ese es el mensaje que se desprende del discurso de fin de año del presidente catalán, Artur Mas, este miércoles por la noche. Aquí no ha habido fracasos ni malos rollos. Hay un país que reclama ampliamente la independencia, que ha salido de las oscuras cavernas de la crisis para enfocar un futuro brillante en cuanto los catalanes puedan decidir su futuro, y que es sojuzgado por otro Estado. Por tanto, es preciso continuar en esa dirección. Sobre la situación catalana y el sainete de los pactos de su investidura pasó de puntillas, como si todo fuese normal. Matrix en estado puro. Mucha autopropaganda y mucho ilusionismo, pero ninguna autocrítica.

“A España y a Cataluña le convienen gobiernos dialogantes, estables y abiertos al pacto, cada uno desde su legitimidad democrática”, subrayó. Pero, a continuación, espetó: “Cataluña quiere decidir su futuro. Vivimos tiempos de incertezas y, por ello, también de oportunidades. Pero hemos de saber extraer lecciones de esas incertezas sociales, económicas y políticas de estos años para constuir proyectos de futuro colectivos donde el progeso, el bienestar, la justicia, la democracia y la libertad sean pilares fundamentales”.

Mas sacó pecho dibujando un panorama idílico de Cataluña. “Tenemos más actividad, más movimiento, más empleo. El país es atractivo para atraer inversiones y para generar proyectos. Exportamos más que nunca, hemos ganado prestigio turístico y comercial, y somos reconocidos por nuestra excelencia en investigación y universidades y por ser vanguardistas en la apuesta por la formación profesional. Estamos haciendo, entre todos, un buen trabajo”. A nivel social, reconoció que “muchos conciudadanos padecen todavía secuelas de una crisis de una magnitud como no habíamos visto en décadas. Situaciones de paro prolongado, jóvenes subempleados, más precariedad, más desigualdad y más riesgo de pobreza son retos que aparecen ante nosotros en toda su crudeza”.

Incide en el argumento independentista del “expolio” de las arcas públicas catalanas por parte del Estado

Pero ¿de quién es la culpa de ese panorama negativo en el aspecto social? Ahí es donde surge el látigo contra el Gobierno español. No lo citó, pero a buen entendedor pocas palabras bastan. Se refirió implícitamente al “expolio fiscal”, al “España nos roba”, pero camuflado en un circunloquio envenenado: “Las instituciones catalanas estamos altamente sensibilizadas ante estas situaciones de vulnerabilidad y de injusticia social y queremos una más justa distribución de la riqueza que crea el país. Una riqueza que desgraciadamente no controlamos y que se nos marcha en proporciones elevadísimas [los propios informes de la Generalitat hablan de un ‘expolio fiscal’ de 16.000 millones anuales] que acaban convirtiéndose en lesivas para el bienestar de una parte muy mayoritaria de la sociedad catalana”. En otras palabras, lo que plasmó es la explicación con que justifican los independentistas el “expolio” de las arcas públicas catalanas por parte del Estado español.

Mas lanza un ultimátum a la CUP: "Queda poco tiempo y poco margen"

A nivel político destacó que ha habido tres citas con las urnas “para decidir a nuestros representantes a nivel local [o sea, elecciones municipales], nacional [lo que serían las autonómicas] y estatal [elecciones generales)]”. Ahí volvió a echar mano de su discurso rupturista. Afirmó que tenía un mandato democrático que no puede soslayar y reconvirtió la realidad de los hitos políticos: equiparó el 9 de noviembre de 2014 con las elecciones autonómicas en una mezcla dialéctica que confundía la seriedad de unas elecciones con la pseudoconsulta del año pasado.

El auténtico líder del ‘procés’

“En nuestro país hemos hablado mucho del derecho a decidir que tenemos como nación. Hemos hablado y, más importante aún, lo hemos ejercido -presumió luego, subrayando este hecho para enfatizar que él es el líder del ‘procés’-. Las urnas el 9 de noviembre del año pasado y el 27 de septiembre de este año constituyen el ejemplo más evidente de esta voluntad de decidir nuestro futuro como pueblo”.

Pero advirtió de que al lado del derecho a decidir está el deber de decidir, porque “tanto en Cataluña como en España se han abierto escenarios políticos de una anorme complejidad, escenarios abiertos que obligan a dialogar, a negociar y a pactar. Que no sea fácil no nos libera el deber de decidir a los dirigentes”. En otras palabras, el sainete que su formación mantiene a dúo con la Coordinadora d’Unitat Popular (CUP) es la consecuencia lógica de los nuevos escenarios políticos, y su alianza con los radicales y antisistema está plenamente justificada por la “excepcional” aritmética parlamentaria. Como si la CUP fuese la única opción con la que pudiese pactar.

Cataluña tiene claro que quiere decidir su futuro. Todos somos necesarios para hacerlo posible

Sobre la situación actual de Cataluña, con un Gobierno provisional desde hace más de tres meses, pasó de puntillas. “Seguimos pendientes de la formación del nuevo Gobierno. De hecho, el plazo legal para decidir si tenemos nuevo Gobierno o elecciones acaba el 10 de enero. De hecho, la ley no permite convocar elecciones antes de esa fecha y, a partir de ella, la convocatoria es obligada. Por tanto, queda poco tiempo y poco margen”.

Aquí aprovechó también para pasar cuentas con los críticos hacia la situación catalana. “En el Estado, la situación es similar a la catalana. Aquellos que en las últimas semanas han hecho mofa y escarnio de la situación política catalana habrán de aplicar en sus propias casas la terapia para resolver aritméticas de suma muy complicada”, afirmó, obviando que las elecciones españolas han sido hace poco más de una semana y que, al menos de momento, no se ha generado un vodevil similar al catalán.

En otra parte de su discurso, Mas insistió en que “Cataluña tiene claro que quiere decidir su futuro. Todos somos necesarios para hacerlo posible. Seguir ignorándolo o menospreciándolo no aportará ninguna solución de futuro”. Admitió, eso sí, que “vivimos momentos inciertos donde no faltan algunas decepciones”. No lo dijo, pero en su agenda de este jueves figuraba una cita en el Parlamento para hacer efectiva su investidura, pero la CUP aún no le ha dado su permiso, lo que significa una de sus mayores decepciones de los últimos años, porque si no llega esa investidura será el final de su carrera política. Pero alardeó de que “hemos recorrido los últimos años un camino realmente extraordinario. Proyecto nacional y proyecto social se han dado la mano y caminan juntos en la ilusión y la voluntad de hacer de Cataluña un gran país”. Y remató que confía en que 2016 sea “decisivo para convertir este anhelo ampliamente compartido en una espléndida realidad”. Le faltó detallar ante las cámaras la hoja de ruta del espinoso camino hacia la independencia.

Ni un paso atrás. Ese es el mensaje que se desprende del discurso de fin de año del presidente catalán, Artur Mas, este miércoles por la noche. Aquí no ha habido fracasos ni malos rollos. Hay un país que reclama ampliamente la independencia, que ha salido de las oscuras cavernas de la crisis para enfocar un futuro brillante en cuanto los catalanes puedan decidir su futuro, y que es sojuzgado por otro Estado. Por tanto, es preciso continuar en esa dirección. Sobre la situación catalana y el sainete de los pactos de su investidura pasó de puntillas, como si todo fuese normal. Matrix en estado puro. Mucha autopropaganda y mucho ilusionismo, pero ninguna autocrítica.

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