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Artur Mas da un mitin en su mensaje de Fin de Año a los catalanes pidiendo el voto
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OFRECE NO REHUIR DECISIONES POR DIFÍCILES QUE SEAN

Artur Mas da un mitin en su mensaje de Fin de Año a los catalanes pidiendo el voto

Artur Mas se quedó a gusto con un discurso mitinero de Fin de Año en el que reclamaba el voto de los ciudadanos de Cataluña para continuar su hoja de ruta

Foto: Artur Mas, durante el mensaje institucional de Fin de Año. (EFE)
Artur Mas, durante el mensaje institucional de Fin de Año. (EFE)

El presidente catalán, Artur Mas, se quedó a gusto con un discurso mitinero de Fin de Año, en el que reclamaba el voto de los ciudadanos de Cataluña para continuar su hoja de ruta. Fue más un discurso de fin de campaña que una felicitación de Año Nuevo. Una llamada al cierre de filas ante un Estado maligno que acoquina a los catalanes. Por momentos, se pareció al presidente español, Mariano Rajoy, afirmando que cada mes de este año los indicadores han sido más positivos en creación de empleo, en superación de la crisis y en crecimiento económico. Un discurso triunfalista alejado de la realidad de la calle, donde los datos indican precisamente lo contrario: más riesgo de pobreza y más inestabilidad laboral.

Mas se colgó medallas al pecho: “Cataluña es vanguardista en la regeneración democrática que la sociedad reclama y exige”, clamó. Pero luego dejó caer que “no es que todo lo hagamos bien, sino que hay voluntad de que las cosas mejoren, de combatir las irregularidades y malas prácticas, de exigir responsabilidades a los servidores de la Administración y de administrar los recursos públicos con el mismo cuidado que si fuesen los nuestros, precisamente porque son los de todos”. Obvio. ¡Faltaría más! Aunque algunos ya administren esos recursos como si fuesen suyos exclusivamente y no los consideren de todos precisamente.

Pero la gran traca llegó después de las medallas que le daban lustre. Fue el momento de ofrecerse como chivo expiatorio, de ofrecer su inmolación a cambio del voto. “Estas próximas semanas será preciso tomar nuevas decisiones, complicadas y no exentas de riesgo. Hasta el 9-N, estábamos llenos de obstáculos, muchos externos. Todos, sin excepción, se pudieron superar. Todos. Si entonces no dudé personalmente en asumir las decisiones que creía más adecuadas, también lo haré en los próximos pasos que debemos hacer como país. Es mi responsabilidad como president. No rehuir las decisiones, por difíciles que puedan ser. Mientras tenga la confianza que me deis con vuestros votos, así lo haré. Y serán sólo vuestros votos, insisto, cuando llegue el momento, los que configuren los escenarios de futuro que han de seguir las riendas de este país”. Vamos, que para tomar decisiones de riesgo, lo que sea. Debe de ser porque las encuestas le vaticinan un retiro político adelantado y recortarle a la mitad sus diputados.

Vídeo: Mensaje institucional de Fin de Año de Artur Mas

Mas anunció su oferta de un tirón, en un esfuerzo intelectual que hay que reconocer, ya que lo que ha exigido hasta ahora a los demás integrantes del ya desintegrado frente soberanista era una lista única donde él se presentase como el candidato de transición hacia la nueva República Catalana. De ahí que la introducción de este concepto en el discurso de Fin de Año trascienda el sentimiento navideño y se asiente sencillamente en el concepto de mitin de final de campaña. Lo que no le da ERC, que ya desconfía hasta de su sombra, lo pide ahora el president al pueblo llano.

La llamada a “la unidad”

Por ello, Mas recordó a los telespectadores que “el 9-N ha sido una demostración de que la unidad nos da fuerza como país. Sin la implicación de la sociedad civil, de los voluntarios, de diferentes partidos políticos y del Gobierno no habríamos llegado. He-mos-de–to-mar–muy-bue-na–no-ta. La unidad suma y nos permite avanzar de manera mucho más sólida. La unidad puede hacer entender mucho mejor lo que queremos como país y como sociedad y nos da moral de victoria. La unidad, por otro lado, es lo que más teme el Estado. El Estado nos quiere divididos, cada uno por su lado. Sabe que así somos más débiles y, por tanto, mucho, más vulnerables. Habríamos de ser suficientemente conscientes, tomar muy buena nota y actuar en consecuencia”, alertó.

Fue un aviso a sus socios de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), reticentes a confeccionar esa lista única presidida por Artur Mas, sabiendo que si mañana se convocasen elecciones, muy posiblemente los republicanos ganasen los comicios y el hasta ahora president tendría que irse a casa con la derrota más triste de CiU en toda su historia.

Pero Mas no dejó de ponerse medallas en todo el discurso. Afirmó que, además de la superación de la crisis, “el otro gran cambio del 2014 es que por primera vez en 3 siglos, los catalanes que quisieron pudieron votar a favor incluso de la libertad política de Cataluña. Muchos lo hicieron. Tantos como 2.350.000 personas. Nunca habíamos llegado tan lejos. A pesar de toda la maquinaria institucional del Estado en contra, muchos miles de catalanes hicieron un ejercicio de autoafirmación, de respeto, de democracia y de libre opinión en libertad. Un ejercicio de democracia que en pleno siglo XXI habría de ser normalidad en vez de excepción, habría de invitar al diálogo y a la negociación en lugar de querellas judiciales. Muy malo cuando un Estado decide querellarse por la vía penal contra aquellos que facilitan la participación y dan la voz y el voto a la ciudadanía. Algo falla. Y no menor”. En lo que nadie se pone de acuerdo es en lo que falla, porque ahí sí que hay opiniones para todos los gustos.

El presidente catalán, Artur Mas, se quedó a gusto con un discurso mitinero de Fin de Año, en el que reclamaba el voto de los ciudadanos de Cataluña para continuar su hoja de ruta. Fue más un discurso de fin de campaña que una felicitación de Año Nuevo. Una llamada al cierre de filas ante un Estado maligno que acoquina a los catalanes. Por momentos, se pareció al presidente español, Mariano Rajoy, afirmando que cada mes de este año los indicadores han sido más positivos en creación de empleo, en superación de la crisis y en crecimiento económico. Un discurso triunfalista alejado de la realidad de la calle, donde los datos indican precisamente lo contrario: más riesgo de pobreza y más inestabilidad laboral.

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