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Flamencas, guiris y 'runners': la convivencia que peligra en la plaza de España si se cierra
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Flamencas, guiris y 'runners': la convivencia que peligra en la plaza de España si se cierra

El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, se topa con el rechazo político y social a la propuesta de cobrar por entrar en el imponente edificio de ladrillo. Los turistas, ajenos a la idea, tienen reservas, aunque aseguran que irían igual

Foto: Turistas en la plaza de España de Sevilla. (EFE/Julio Muñoz)
Turistas en la plaza de España de Sevilla. (EFE/Julio Muñoz)

Dos mujeres vestidas de negro caminan a la sombra de la torre norte de la plaza de España de Sevilla con ramas de romero en las manos: "¿No te has enterado? Quieren cerrar esto y cobrarle a los guiris". La respuesta es una cara de preocupación importante. Las dos suelen pulular por el enorme edificio diseñado por Aníbal González para la Exposición Iberoamericana de 1929 intentando leerles la mano a los turistas. Este lunes, para ser la noticia de día en la capital andaluza, casi nadie hablaba del tema, más allá de los músicos, bailaores de flamenco o vendedores de abanicos que cada día hacen su jornada en uno de los símbolos de la ciudad hispalense. La mayor parte de los que habitan la plaza de España un lunes por la mañana son los visitantes a los que José Luis Sanz, alcalde de la capital andaluza, quiere cobrarles una tasa que sirva para mantener esta mole de ladrillo, cerámica y madera.

"En abstracto, por la cantidad de turismo que recibe, puede ser una buena idea, pero me parece muy difícil de gestionar", admite Francisco González de Canales, catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla. Lo que este arquitecto ve complejo es como compaginar el control para entrar en la plaza con la "relación fluida" que tienen los sevillanos con este espacio, a medio camino entre un monumento y una plaza. "Está pensada casi como un estadio de celebración", explica el profesor de la Hispalense. Este lunes el espectáculo lo recibían los turistas, chilenos, portugueses, estadounidenses o españoles, que atendían a las explicaciones de los guías o escuchaban el violín de Jesús Vela. Los pocos sevillanos que había llevaban mallas para hacer deporte o acudían a alguna gestión en las oficinas de extranjería que alberga el edificio.

A pocos metros de allí, junto a la Glorieta de Bécquer del Parque de María Luisa, el alcalde de Sevilla explicaba la idea. Una tasa para los visitantes nacidos o residentes fuera de la provincia que sirva para sufragar el coste del mantenimiento de un edificio muy frágil y que sufre mucho vandalismo. José Luis Sanz, del PP, no ve "privatización" ni cree que los sevillanos vayan a sufrir cambios en el uso habitual, ya que hay otros espacios donde el ciudadano local puede seguir acudiendo de forma gratuita mientras que es de pago para los visitantes, como los Reales Alcázares o la Catedral. Pero hay expertos que no opinan lo mismo después de haber investigado sobre el asunto.

Jaime Jover es investigador postdoctoral en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla y hace varios años realizo varias entrevistas para su tesis en las que preguntó por el impacto del turismo en el centro histórico de la capital andaluza. "Me contaron que ya solo iban al barrio de Santa Cruz cuando venía alguien de fuera y tenía que enseñarle la ciudad", explica este experto sevillano, ahora de estancia como investigador en Buenos Aires. "Este tipo de cosas ahondan la brecha entre el sevillano y su ciudad", abunda Jover que cree que con esta apuesta del ayuntamiento la plaza de España podría correr el mismo riesgo que el barrio de Santa Cruz o el Alcázar, que han quedado "abandonados conscientemente o inconscientemente para el turismo".

Foto: Turistas en la plaza de España, en Sevilla. (Europa Press/Eduardo Briones)

"Este tipo de lugares son patrimonio porque son del sevillano, porque tienen un destino público, pero cada vez tengo más la sensación de que el sevillano solo retoma su ciudad en fechas como la Navidad o la Semana Santa", defiende este geógrafo que es partidario de otras fórmulas para compensar el efecto del turismo masivo, como la tasa turística. Y dice no conocer ningún estudio que sostenga que en "ni un solo sitio" haya caído la llegada de turistas después de implantar un tributo a los visitantes, como ocurre en Venecia, Berlín o Mallorca. En Andalucía hay un debate al respecto, ya que el Gobierno autonómico, del que depende la decisión, es reacio a aplicar este gravamen por las presiones del sector turístico de la Costa del Sol.

Erica es una estadounidense que vive en Jerez desde hace cinco años y le está enseñando la plaza de España a una amiga que ha venido de visita. Ambas coinciden con Jover y aseguran que no dejarían de entrar en la plaza de España si tuvieran que pagar. "Sería una pena, porque es un espacio abierto", explica esta norteamericana después de hacerse una foto junto al puente de Aragón. Desde la otra punta de América han llegado Patricio, Janet y Santiago, una familia chilena que ha vuelto a la plaza de España por segundo día consecutivo en su viaje a Sevilla. Aunque Janet trabaja en un ayuntamiento y entiende la necesidad de aumentar los ingresos, tampoco vería con buenos ojos el cobro de una entrada en una plaza pública. Y lo diferencia de otros espacios como la Catedral y el Alcázar, donde también han estado estos chilenos en su estancia en la capital andaluza.

Se calcula que un 80% de los visitantes que llegan a Sevilla pasan por la plaza de España, aunque no hay datos más certeros porque, precisamente, no hay control de entrada en un edificio. El propio alcalde ha deslizado que la entrada a cobrar podría alcanzar los tres euros, lo que redundaría en 9,5 millones de euros para las arcas del ayuntamiento hispalense, que tiene un presupuesto anual que ronda los 1.000 millones. "Llega un momento en que es normal cobrar por acceder a los monumentos", admite Enrique Navarro, profesor de la facultad de Turismo de la Universidad de Málaga, que pone el foco en una visión distinta del turismo. "Si somos capaces de estimar los ingresos que supone, hay que poder estimar los costos", añade este investigador, que recuerda que el turismo es una actividad "que utiliza el espacio público y los beneficios son para el privado".

"Esto no es negativo en una economía de mercado, pero es normal que llegue un momento que la sociedad no vea los beneficios del turismo", abunda el profesor de la UMA, que entiende la polémica de la plaza de España, pero avisa: "Habrá que aumentar los ingresos, la sostenibilidad es imposible si el crecimiento es continuo", zanja. Ese y no otro es el debate que sobrevuela sobre el anuncio del alcalde de Sevilla, que se presentó a las elecciones prometiendo que no daría "ni una licencia más" a un apartamento turístico en el centro histórico. "En Sevilla hay lugares donde, si te quieres sentar, tienes que consumir", denuncia Jaime Jover, que ha repasado el programa electoral del PP el pasado 28-M y no ve ni rastro del plan de la plaza de España. Y cree que sus votantes pueden estar "decepcionados", al tiempo que recuerda que la apuesta por el turismo en la capital andaluza no es exclusiva del actual equipo de gobierno, sino que clava sus raíces en los gobiernos socialistas de Juan Espadas y Antonio Muñoz.

Dos mujeres vestidas de negro caminan a la sombra de la torre norte de la plaza de España de Sevilla con ramas de romero en las manos: "¿No te has enterado? Quieren cerrar esto y cobrarle a los guiris". La respuesta es una cara de preocupación importante. Las dos suelen pulular por el enorme edificio diseñado por Aníbal González para la Exposición Iberoamericana de 1929 intentando leerles la mano a los turistas. Este lunes, para ser la noticia de día en la capital andaluza, casi nadie hablaba del tema, más allá de los músicos, bailaores de flamenco o vendedores de abanicos que cada día hacen su jornada en uno de los símbolos de la ciudad hispalense. La mayor parte de los que habitan la plaza de España un lunes por la mañana son los visitantes a los que José Luis Sanz, alcalde de la capital andaluza, quiere cobrarles una tasa que sirva para mantener esta mole de ladrillo, cerámica y madera.

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