La mano incorrupta de Santa Teresa se queda sin convento en Ronda por falta de monjas

Los vecinos de Ronda ya han empezado a movilizarse en defensa de sus monjas. La amenaza del cierre del histórico convento de las Carmelitas Descalzas, debido a la escasez de religiosas, ha calado en la población y ha hecho saltar todas las alarmas. En el interior del templo está una de las reliquias más veneradas en nuestro país: la llamada mano incorrupta de Santa Teresa, que continúa haciendo favores milagrosos en este convento y son muchos los creyentes que acuden a reverenciar diariamente. La reliquia está considerada como un elemento de un gran valor espiritual y patrimonial.

La mano incorrupta, que permaneció cuarenta años en el dormitorio de Franco como su talismán de la suerte, regresó a Ronda tras la muerte del dictador. Para Franco, la reliquia era su mejor amuleto y cuando se desplazaba de vacaciones a A Coruña o San Sebastián, siempre pedía que la mano de la santa, viajara junto a él, para que la depositaran en el Pazo de Meirás o en el Palacio de Ayete. Consideró que la mano había llegado a su poder "de una forma milagrosa" y ordenó que construyeran en su dormitorio del Palacio del Pardo un mueble oratorio de palo santo, sobre el cual estaba la reliquia metida en una urna.

Sor Jennifer, la actual superiora de la orden de las carmelitas de Ronda, una monja de carácter reivindicativo, oriunda de Gibraltar, ha hecho un llamamiento en todos los sectores sociales, para que ingresen más hermanas en el claustro, con el objetivo de evitar el cierre del convento y garantizar así, la preservación de la reliquia de Santa Teresa de Jesús, la cual, en caso de cierre, según ella debería ser devuelta a Ávila. El Confidencial ha hablado con el delegado episcopal para la vida consagrada, el carmelita José María Fernández, para aclarar estos extremos. El prelado significa a este medio que: "La Iglesia está velando por la vida de las religiosas que se encuentran allí. La solución pasa porque las cuatro hermanas que están en el convento, se incorporen a las carmelitas de Granada o de Málaga y así puedan seguir su vocación en clausura".

Evidentemente, la mano de Santa Teresa, que es un bien del convento, iría con ellas y se quedaría en Andalucía. Ya en su día, cuando "la mano" tuvo que salir de Portugal, viajó con las religiosas a su nuevo destino". Ante las protestas de algunos rondeños de perder esta reliquia, dado el interés turístico que suscita, el carmelita, es muy crítico y apostilla que: "El tema religioso está por encima del interés turístico. Estas familias, que ahora no están de acuerdo, deberían haber favorecido la fe en sus casas, propiciando vocaciones en su seno y así habría más religiosas en el convento y no tendría que cerrar. Pero quejarse ahora no es de recibo".

También el prelado hace hincapié en el deber del voto de obediencia de las religiosas a Roma, ante el revuelo que se ha armado: "Tal vez Sor Jennifer debería reconsiderar su postura y no ofrecer resistencia. Habría que preguntarle por qué se resiste al deseo de la Iglesia y del Papa Francisco, al no querer abandonar el templo de la Merced". El sacerdote pone como ejemplo el convento de Antequera, que echo el cierre también hace unos años por falta de religiosas: "Era un templo de interés turístico, en pleno centro de la ciudad y todas las monjas acataron con normalidad marcharse para seguir cumpliendo su vocación".

La exhortación papal

Según las normativas del Vaticano, un convento de clausura de estas características, requiere al menos seis monjas para mantener su funcionamiento. Aunque en sus mejores momentos, el de las carmelitas de Ronda contaba con 9 monjas, en los últimos años han pasado de tener cuatro: "El covid se llevó a dos, una tercera hermana murió por un problema intestinal y la cuarta por complicaciones derivadas de una operación de cadera". En su interior habitan sor Jennifer, sor María José de la Eucaristía que es vietnamita y sor Teresa de Kenia y la más longeva, sor Isabel de la Santísima Trinidad, que tiene ya 83 años. Con solo cuatro religiosas, el convento de las Carmelitas Descalzas está en situación irregular, ya que la exhortación papal por la que se rige las congregaciones de clausura, debe superar ese número.

La superiora sor Jennifer matiza que este problema viene dado por la falta de vocaciones y que una situación muy parecida se está dando en otros conventos de toda España. Pero este SOS de las monjas, ha calado en todos los rincones del mundo. Sor Jennifer matiza que: "Desde que se ha conocido la noticia, son muchas las personas que se han puesto en contacto con el convento, asegurando que creen tener vocación, pero no tenemos tiempo para empezar a formarlas. No es que quiera echarlas, pero las dirijo a otros conventos que le den formación, porque no quiero entusiasmarlas, diciendo que se queden, cuando no sé si dentro de seis meses o un año el Vaticano dice que hay que cerrar, y las dejo sin nada". Las monjas rondeñas se mantienen con el trabajo que realizan a diario, ya sea con la costura de prendas, o con la elaboración de dulces elaborados de forma tradicional y con productos naturales.

El amuleto de Franco

Sor Jennifer no quiere que la mano de Santa Teresa tenga que salir de nuevo de su casa, como ya ocurrió en 1936, en la Guerra Civil, cuando las monjas fueron expulsadas del convento. Poco después el bando nacional se hizo con la mano incorrupta, para otorgársela a Franco. Las carmelitas del convento querían recuperar la reliquia, ya que para ellas era de un gran valor, pero los militares argumentaron que al tratarse de un botín de guerra, tenía que ir a parar a Burgos, donde se hallaba Franco, para que decidiera lo que hacer: "Cuando Franco coge la mano de la santa, en la muñeca figuraba la firma de Teresa de Jesús, y el dictador llamó a un carmelita, que se puso en contacto con el obispo de Málaga, para pedirle que le dejase la reliquia durante la guerra", sentencia la superiora.

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Pese a la autorización del obispo de Málaga, las monjas carmelitas de Ronda contactaban por carta con Franco, para pedirle que le devolvieran el brazo incorrupto de Santa Teresa, bajo el pretexto de que lo echaban en falta, pero Franco tenía otros planes: "Decía que le daba apuro que le pasara algo, y se lo quedó como amuleto. El brazo incorrupto de Santa Teresa no regreso a Ronda hasta cuarenta años después, y no se ha movido de aquí hasta el día hoy, que no queremos que vaya a ningún sitio", explica sor Jennifer.

Una vez que la reliquia regresó a Ronda, el obispo de Málaga accedió al convento para entregársela personalmente a María de Cristo, "la misma que cuarenta años antes se lo había entregado al miliciano. Había redimido todo. Al año murió María de Cristo, pero lo hizo en paz, porque el brazo llegó a su casa", arguye sor Jennifer. El 21 de enero de 1976, Carmen Polo y su hija Carmen, devolvían el guante santo con un regalo que Franco siempre quiso que portara la Santa en su mano: una insignia militar de oro y brillantes, la cruz laureada de San Fernando. El día que se verificó la entrega de la reliquia, Ronda se vistió de fiesta y cuando los diez coches de la comitiva santa se acercaban por la serranía, el pueblo en masa salió a la carretera a esperar la Mano de la Santa: "La entrada a la Plaza de la Merced se puede considerar como una apoteosis -recuerdan las monjas- dos nutridas filas de Carmelitas y sacerdotes, mujeres, niños y hombres querían acercarse a la santa reliquia. Desde entonces siempre ha permanecido aquí, y aquí es donde se debe quedar".

Los milagros

Las hermanas, encabezadas por la madre priora, custodian con auténtica devoción esta reliquia, que muchos consideran ya su talismán más preciado. Mujeres supuestamente estériles recurren a ella en busca de un milagroso embarazo. La mano se exhibe todos los días a la hora de la misa, en una hornacina, a los pies de la virgen. El resto del día, desde una capilla, cerca del torno, donde las hermanas venden mantecados, membrillos, pastas, teresitas, borrachuelos y un sinfín de dulces.

"Tuvimos el caso de un matrimonio de Granada. La esposa, que estaba embarazada, sufría hemorragias y los médicos le pronosticaron la pérdida del niño –recuerda, la superiora del convento-. Dio la casualidad que por la tele salió un reportaje de la mano de la santa y la esposa se encomendó con fervor a ella. Meses más tarde, el matrimonio venía por el convento con el niño en sus brazos. Era el crío más bonito que he visto en mi vida". Pero no solo las mujeres con deseos de ser madre acuden a la Mano en busca del milagro, centenares de personas, de todas las nacionalidades, llegan a diario hasta el convento para pedir la clemencia del milagro. "Otro caso, que nos llamó poderosamente la atención, fue el de una niña de poco más de un año afectada por leucemia. Los médicos temían por su vida y sus padres, que son muy creyentes, vinieron al convento para que rezáramos a la mano de Santa Teresa por ella. La niña se ha salvado".