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Los furtivos del corcho: hachas y mulos para 'pelar' una corteza que ha multiplicado su precio
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INVESTIGACIONES ABIERTAS

Los furtivos del corcho: hachas y mulos para 'pelar' una corteza que ha multiplicado su precio

El Parque Natural de Los Alcornocales de Cádiz es uno de los epicentros de actuación de unos expoliadores que causan daños en los árboles y que comprometen su supervivencia. En unos dos meses, se han hecho con casi 21 toneladas

Foto: Descorche en el Parque Natural de Los Alcornocales (Cádiz). (EFE/J. J. Guillén)
Descorche en el Parque Natural de Los Alcornocales (Cádiz). (EFE/J. J. Guillén)

El campo se ha convertido en escenario de actuación de las redes delincuenciales. Los incrementos de precios del aceite de oliva, la castaña o la algarroba, por ejemplo, convierten a estos productos en un botín que reporta importantes beneficios ilícitos sin grandes riesgos. Los bosques de alcornocales no escapan a esta realidad estructural y el corcho que recubre sus árboles en objeto de deseo. Un fenómeno que tiene en el Parque Natural de Los Alcornocales uno de sus epicentros.

El coordinador en Cádiz de los Agentes de Medioambiente de Andalucía (AMA), Joaquín Aniceto, conoce bien esta modalidad delictiva. Solo en junio y julio han detectado 19 casos que se concentran en municipios próximos a la autovía conocida como Ruta del Toro, como son Los Barrios, Alcalá de los Gazules o Jimena de la Frontera. También en Algeciras, Tarifa o Jerez, aunque en muy menor medida.

Foto: La Guardia Civil recuperó recientemente 115 toneladas de algarrobas robadas. (Guardia Civil)

El motivo de esta importante concentración se encuentra en que muchas de estas localidades están dentro o en el entorno del citado parque natural. Un espacio protegido que acoge grandes extensiones de alcornocales que son complicadas de controlar y que ofrece el abrigo necesario para que estos expoliadores puedan actuar.

El experto señala que el incremento del precio de esta materia prima se ha convertido en un reclamo para cuadrillas que actúan de forma furtiva y que pueden llegar a pelar 400 alcornoques. "El precio medio actual es de 100 euros el quintal castellano", que es una antigua unidad de peso que se utiliza en este ámbito y que equivale a 46 kilogramos. "Aunque si es de muy buena calidad se han llegado a pagar hasta 140 euros", precisa Aniceto.

Los expoliadores aprovechan las ventanas de comercialización legal del corcho para introducir la mercancía robada

La Guardia Civil de Algeciras investiga varios de los casos y se trata de identificar a los autores. No se puede hablar con rotundidad de que conformen grupos organizados, pero está claro que en los grandes golpes se ha precisado una infraestructura que no está al alcance de un oportunista que descorcha cuatro o cinco árboles junto a una carretera.

"En algún caso en el que se llevaron una cantidad importante de corcho resultó llamativo que habían tenido que utilizar mulos para poder transportar el corcho desde zonas boscosas a otras en las que esperaban camiones u otros vehículos de transporte", recuerda el coordinador de los AMA, quien opina que “claramente” hubo una planificación. "No solo necesitas una cuadrilla y animales para el desboque, también una logística".

Entre el 8 de junio, día que se detectó el primer expolio, y mediados de julio, los furtivos se han llevado en la provincia gaditana 20.985 kilos de corcho. Una cantidad que ha sido valorada en 45.620 euros. Suelen actuar a comienzos de verano porque es el periodo de extracción autorizado y "aprovechan la comercialización legal para introducir estas partidas a través de intermediarios o venta indirecta".

El perjuicio económico que causan repercute directamente en los bienes y servicios que las administraciones prestan a la ciudadanía, pues muchos de estos delitos se cometen en montes y espacios que son de titularidad pública. El Ayuntamiento de Ronda (Málaga), por ejemplo, dispone de terrenos de alcornocales que en esta campaña han reportado a las arcas municipales 730.000 euros con la venta del corcho recolectado. Por lo que si sufriesen a estos ladrones, como les ha ocurrido en otros años, según señalaron fuentes consistoriales, perderían una vía de ingresos que para determinadas localidades puede ser muy importante.

Daños en los bosques

Pero los problemas que provoca esta actividad delictiva trascienden lo económico. Joaquín Aniceto explica que por las lesiones que causan en los árboles las cuadrillas están compuestas por furtivos con "escasa profesionalidad". Detalla que la labor de descorche requiere habilidad en el manejo del hacha y otras herramientas; así como conocimiento para no dañar la capa madre del alcornoque, que es la que está entre el corcho y el tronco y que es fundamental para regenerar.

"Si resulta afectada, van a comprometer el futuro del árbol", advierte. Y no solo porque cuando arrancas de manera inadecuada la pana de corcho te llevas contigo la capa madre y puede verse alterada su capacidad generatriz, sino porque las heridas que pueden provocar los hachazos mal ejecutados pueden ser "una vía de entrada de hongos o insectos perforadores" que a medio o largo plazo acaben con la vida del ejemplar.

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El experto cuenta que han observado descorches ilegales en árboles que habían sufrido la defoliación por culpa de la lagarta peluda —Lymantria dispar—, una oruga que ataca a los alcornocales. Por lo que se produce una "doble agresión" a un árbol que está enfermo.

De esta modalidad delictiva, además de incurrir en una infracción administrativa en materia forestal derivada de un aprovechamiento no autorizado, se desprende un delito de hurto similar al que se imputa cuando se roban aceitunas o castañas. En el caso de provocar lesiones en el árbol por un descorche defectuoso, también se pueden imputar los daños que puedan impactar en su conservación. "Esto, evidentemente, es más difícil de cuantificar".

placeholder Un alcornoque víctima de los expoliadores. (Cedida)
Un alcornoque víctima de los expoliadores. (Cedida)

La cadena delictiva concluiría con un delito de receptación cometido por aquellas personas que estén comprando ese corcho robado "sin exigir una mínima garantía de trazabilidad que demuestre la legal procedencia del mismo".

Aniceto, por último, apunta que estos furtivos irrumpen también en fincas privadas —han contabilizado tres— y extienden su actuación en espacios públicos más allá de los terrenos convencionales y realizan sus descorches ilegales en embalses, vías pecuarias y carreteras.

El campo se ha convertido en escenario de actuación de las redes delincuenciales. Los incrementos de precios del aceite de oliva, la castaña o la algarroba, por ejemplo, convierten a estos productos en un botín que reporta importantes beneficios ilícitos sin grandes riesgos. Los bosques de alcornocales no escapan a esta realidad estructural y el corcho que recubre sus árboles en objeto de deseo. Un fenómeno que tiene en el Parque Natural de Los Alcornocales uno de sus epicentros.

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