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Yassine quería cambiar las normas de la mezquita: "Se notaba que no estaba bien"
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Atentado en Algeciras

Yassine quería cambiar las normas de la mezquita: "Se notaba que no estaba bien"

El presunto terrorista modificó su forma de actuar en las últimas semanas y amenazó de muerte a sus compañeros de piso

Foto: Rezo en la mezquita situada frente a la Estación Marítima de Algeciras, donde el detenido tuvo un conflicto hace unos días. (Fran M. Galbarro)
Rezo en la mezquita situada frente a la Estación Marítima de Algeciras, donde el detenido tuvo un conflicto hace unos días. (Fran M. Galbarro)

Yassine Kanjaa, el presunto terrorista de Algeciras, cambió su forma de actuar en las últimas semanas. El joven, que solía “beber, fumar y escuchar música con los colegas”, pasó a “hablar de la muerte y a acusar al resto de hacer brujerías y otras cosas que no tenían sentido”. Uno de los marroquíes con los que compartía piso llegó a abandonar la casa hace unos días: el detenido le había amenazado con cortarle el cuello con el machete. Así lo narra Aiman, uno de los jóvenes residentes en la corrala de la calle Ruiz Tagle. “Él cambió mucho”, cuenta. Cuando se enteró de las amenazas, pensó en llamar a la Policía, pero los compañeros le pidieron que no lo hiciera porque no tenían papeles. Este miércoles, Yassine asaltó dos iglesias de la ciudad, asesinó a un sacristán y acuchilló a un párroco. “La he cagado, debería haber avisado, pero no sabía que podía llegar a hacer eso, de verdad”, lamenta.

Desde hace unos días, la desconexión de Yassine Kanjaa, que vivía en la corrala desde hacía un año, era absoluta. Aunque habitualmente rezaba en su casa junto a la mishaba, una especie de rosario para los musulmanes, se dejó ver por varias mezquitas y tuvo roces con otros musulmanes. Según Omar Khemlani, el responsable de la comunidad islámica de Algeciras, llegó a ser expulsado de una de ellas. “Llegó hablando de muy mala manera y se notaba que no estaba bien”, cuenta.

El lunes apareció por una de las mezquitas más pequeñas de la ciudad, situada frente a la Estación Marítima. “Venía solo y hablaba de cosas muy raras. Decía que no podíamos hablar en la mezquita, nos exigía que estuviera las 24 horas abierta al rezo… Pasábamos de él porque no teníamos ganas de discutir”, cuenta el algecireño Anuar, uno de los testigos de la escena. “¡Nos decía cómo teníamos que hacerlo y no tenía ni idea de islam!”, añade Mohamed, habitual por la zona.

"No nos representa"

Vecinos de la zona baja, uno de los barrios con mayor población musulmana de la ciudad, aseguran haberle visto hablando en voz alta, casi siempre en soledad. “¿Quién va a ir con él? ¿Crees que es normal eso? No nos representa, porque el islam no puede matar a nadie”, plantea Mohamed, quien asegura haber visto al detenido en las últimas semanas.

Foto: La infravivienda de Yassine Kanjaa. (JAP)

La humilde mezquita, construida en la segunda planta de un edificio, cuenta con un aforo máximo de 40 o 50 personas. En la más grande, situada más cerca del centro y más frecuentada por los más de 10.000 musulmanes que viven en la ciudad, también habían visto al presunto yihadista recientemente. “Cuando vienen, no sabemos qué tienen en la cabeza… Si lo llegamos a saber, hubiéramos avisado a la Policía. Bueno, ni siquiera lo hubiéramos dejado entrar”, plantea Abdeslam Baida, imán de la mezquita, que lleva más de 20 años en la localidad gaditana. Lamenta lo ocurrido, asegura que tiene muy buena relación con los párrocos e insiste en desligar el atentado de la religión: “En Marruecos dicen que estaba loco”.

placeholder El imán de la mezquita situada frente a la Estación Marítima de Algeciras. (F. M. G)
El imán de la mezquita situada frente a la Estación Marítima de Algeciras. (F. M. G)

"Él, cuando era pequeño, tomaba drogas y tenía muchas peleas en su pueblo [Ued el Marsa, a pocos kilómetros de Ceuta]", explica uno de los vecinos del detenido, quien insiste en que Yassine estaba cada vez más aislado: “Salía solo, la noche antes [del atentado] no durmió en casa. Lo que tenía en la mente, nadie lo sabe”.

La investigación sigue abierta

Los investigadores han constatado que el presunto terrorista publicó alabanzas al Estado Islámico y otros comentarios de carácter yihadista en su perfil de Facebook. Su último mensaje publicado fue el mismo miércoles, horas antes de perpetrar el ataque. Las primeras hipótesis apuntan a que actuó en solitario, aunque la investigación sigue abierta.

Esto no tiene nada que ver con el islam ni con el radicalismoEs un criminal y punto”, planteó Mohamed Amar, uno de los responsables de la mezquita principal. El también portavoz de la Unión de Musulmanes del Campo de Gibraltar teme que el atentado provoque una respuesta racista en algunos sectores de la sociedad algecireña, “que siempre ha sido un ejemplo de convivencia”.

Algunos musulmanes, como el carnicero Aszet Tachrifet, pedían “mano dura” con “gente como él”, en referencia al presunto yihadista. “Hay que mandarlos a su país de vuelta”, espetaba mientras despachaba en la carnicería Alhambra, donde el sacristán fallecido, Diego Valencia, solía hacer la compra. Cerca, en New Look, una peluquería frecuentada por el hijo de la víctima, el dueño del negocio lamentaba que su familia había pasado la noche sin dormir: “Esperemos que esto no tenga consecuenciasHoy iremos con miedo a la mezquita”.

Yassine Kanjaa, el presunto terrorista de Algeciras, cambió su forma de actuar en las últimas semanas. El joven, que solía “beber, fumar y escuchar música con los colegas”, pasó a “hablar de la muerte y a acusar al resto de hacer brujerías y otras cosas que no tenían sentido”. Uno de los marroquíes con los que compartía piso llegó a abandonar la casa hace unos días: el detenido le había amenazado con cortarle el cuello con el machete. Así lo narra Aiman, uno de los jóvenes residentes en la corrala de la calle Ruiz Tagle. “Él cambió mucho”, cuenta. Cuando se enteró de las amenazas, pensó en llamar a la Policía, pero los compañeros le pidieron que no lo hiciera porque no tenían papeles. Este miércoles, Yassine asaltó dos iglesias de la ciudad, asesinó a un sacristán y acuchilló a un párroco. “La he cagado, debería haber avisado, pero no sabía que podía llegar a hacer eso, de verdad”, lamenta.

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