Es noticia
Los 20 años que han salvado al lince ibérico, el felino al que convertimos en torpe
  1. España
  2. Andalucía
Está ya en Extremadura, Andalucía y Castilla

Los 20 años que han salvado al lince ibérico, el felino al que convertimos en torpe

Los programas de la Junta de Andalucía a partir de 2000 han permitido que la población de este animal pase de 100 ejemplares a 1.365. Los científicos defienden su imagen y explican su declive por la acción del hombre

Foto: Un lince ibérico, avistado el 1 de enero en Sierra Morena. (EFE/Annais Pascual)
Un lince ibérico, avistado el 1 de enero en Sierra Morena. (EFE/Annais Pascual)

"El lince parece bastante menos inteligente de lo que creíamos que era". Esta frase de Carmen Martorell, secretaria general de Medio Ambiente en el segundo mandato de José María Aznar, da buena cuenta de la mala imagen que cosechó el lince ibérico, el icónico felino autóctono que ha sido objeto de chanzas por su supuesta torpeza. Una realidad que niegan los científicos, que apuntan a la acción humana como responsable del declive de esta especie, que estuvo a punto de desaparecer a principios de los dos mil.

"Son lo suficientemente listos para haber subsistido hasta que se encontraron con nosotros", cuenta el investigador de la Estación Biológica de Doñana José Antonio Godoy. Este experto está enfrascado en el proyecto LIFE Lynxconnect, que busca establecer una población viable del felino con la suficiente variabilidad genética que garantice su supervivencia. Y van por el buen camino, ya que de los 100 individuos que quedaban a principios de este siglo se ha pasado a 1.361, según el último censo, correspondiente a 2021.

Foto: Un lince ibérico en la Sierra de Andújar. Foto: CBD-Hábitat

Hace dos décadas, los científicos pensaban que el destino del lince ibérico era inevitable. La especie se distribuía en dos poblaciones, con 40 o 50 ejemplares en Doñana y otros 60 en Andújar. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo clasificó como un animal en peligro crítico de extinción. "No hace tanto que se pagaba dinero por matar linces", rememora Godoy, que también alude a la desaparición del hábitat y a la enfermedad que sufrieron los conejos, que son el principal alimento de este felino.

La reducción del tamaño de las poblaciones provocó una alta consanguineidad, es decir, "que todos los individuos tienden a ser parientes", explica Godoy, que utiliza un símil con lo que ocurría en las monarquías europeas. El resultado, aunque es "difícil de demostrar", es la aparición de enfermedades, como el brote de leucemia felina que apareció en el grupo de Doñana en 2007, una enfermedad epiléptica que es fatal en los animales en libertad, o la reducción de las camadas.

La escasez de ejemplares provocó problemas genéticos por la alta consanguineidad, como enfermedades y camadas más pequeñas

El primer paso, a principios de los dos mil, fue invertir para reducir la mortalidad por accidentes y aportar el alimento que no eran capaces de cazar por la escasez de conejos. "Se hizo una gran labor, con convenios con los propietarios de las fincas y acuerdos para evitar la caza del conejo", apunta el científico de la Estación Biológica de Doñana, que valora positivamente la gestión de las administraciones en ese momento. Después, comenzó el proceso de mejora de la variabilidad genética, para lo que se utilizó la cría en cautividad, con el diseño de parejas que permitieran mejorar la calidad de su información genética. En 2007 se produjo el movimiento clave y un macho de Andújar fue trasladado a Doñana aprovechando la muerte de varios machos en el humedal. "Se quedó y se cruzó con cuatro hembras, que tuvieron crías; estas crías han sido exitosas en la reproducción", relata Godoy. El resultado es que ahora hay 80 o 90 linces ibéricos en Doñana, casi el doble que hace 20 años.

Para José Antonio Godoy, no hay un dilema sobre el gasto público dedicado en estas décadas para mantener esta especie. "No tenemos que elegir entre salvar a la gente o salvar al lince, nuestra propia supervivencia depende de la buena salud de la naturaleza", zanja este experto, que considera que la apuesta por este felino es un ejemplo que puede aplicarse a otras especies. "Es la historia dramática de cómo una especie se puede ir a la porra por la acción humana y cómo ha pasado de estar al borde de la extinción a poder salvarse con esfuerzos, financiación y una labor de conservación", sentencia este científico.

Foto: Uno de los cachorros nacidos en el pajar abandonado. (WWF)

Actualmente, tras la consolidación de las dos poblaciones de Doñana y Andújar, las autoridades comenzaron con las reintroducciones de una especie que "nunca ha sido demasiado abundante", pero que sí pudo llegar al sur de Francia e incluso al norte de Italia. En los ochenta, el lince ibérico ocupaba el 1% de la extensión total que llegó a tener en el sur de Europa. Ahora, gracias a la cría en cautividad y la liberación de 30 o 40 ejemplares cada año, hay presencia del lince en varias zonas de Portugal, en Extremadura y en un par de puntos de Castilla-La Mancha. Además, estas poblaciones comienzan a conectarse entre ellas.

En ese logro, tuvo un papel muy relevante la lince Aura, que falleció el pasado 27 de octubre en el centro de recuperación del Acebuche que la Junta gestiona en Doñana. Esta hembra nació en 2002, con la especie al borde de la extinción, y tiene una descendencia de hasta 900 ejemplares de cinco generaciones. Fue el lince ibérico más longevo del que se tiene registro y ahora se convertirá en la protagonista de un cuento que la Consejería de Sostenibilidad quiere utilizar para educar a los niños. "Todo felino tiene cierto atractivo, son carismáticos", admite José Antonio Godoy, que cree que ese carisma ha contribuido a la salvación de la especie: "Teníamos algo que era único, típicamente ibérico, a punto de perderse y la gente se identificó con eso".

Dos décadas después, a pesar de esa mala fama, el lince ibérico está a punto de pasar de especie en situación crítica a vulnerable, para lo que es necesario que haya 125 hembras de cría durante cinco años seguidos. "Estamos rozando esa cifra", explicó el director general de Espacios Naturales Protegidos de la Junta, José Enrique Borrallo, en una visita reciente al Acebuche, donde mostró su "esperanza" de que el lince ibérico deje de estar en peligro de extinción en los próximos años.

"El lince parece bastante menos inteligente de lo que creíamos que era". Esta frase de Carmen Martorell, secretaria general de Medio Ambiente en el segundo mandato de José María Aznar, da buena cuenta de la mala imagen que cosechó el lince ibérico, el icónico felino autóctono que ha sido objeto de chanzas por su supuesta torpeza. Una realidad que niegan los científicos, que apuntan a la acción humana como responsable del declive de esta especie, que estuvo a punto de desaparecer a principios de los dos mil.

Parque de Doñana
El redactor recomienda