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El Tony Montana de 21 años que reinaba en la mayor red de extorsiones sexuales del país
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Delincuencia organizada

El Tony Montana de 21 años que reinaba en la mayor red de extorsiones sexuales del país

Facu, como era conocido, se exhibía en redes sociales disparando armas de guerra, quemando el asfalto y jactándose de que ganaba 50.000 euros al mes con el 'work'

Foto: Momento en el que Facu era reducido y esposado por agentes del GEO. (EC)
Momento en el que Facu era reducido y esposado por agentes del GEO. (EC)

Facu estaba agobiado. Quería salir de ese pueblo jiennense en el que no llevaba ni una semana recluido. Ese corte de pelo, el rubio chillón con el que había teñido su corto flequillo y los numerosos tatuajes que habían transformado su orondo cuerpo en un 'collage' de tinta no pasaban desapercibidos entre los algo más de 5.000 habitantes de Peal del Becerro. Era demasiado para un chaval de 21 años loco por regresar a esa Valencia en la que se movía como si fuera un aspirante a Tony Montana. Eso sí, en versión 3.0., como mandan los tiempos. Con redes sociales y una mezcla de estupidez y osadía.

Había planeado salir a las cinco de la madrugada, esperando que las carreteras estuvieran limpias de controles a esas horas, pero estaba tan inquieto que no esperó más. El reloj marcaba las 4:45 cuando salió de la casa que había sido su escondite hasta ese momento. Se dirigió hacia el coche despreocupado, ajeno a que unos ojos le observaban en la noche. Tan solo llevaba recorrido un puñado de pasos cuando miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEO) lo interceptaron y redujeron en el suelo.

“Si venís por las armas, no llevo ninguna”, trataba de balbucear, sin ser del todo consciente de que ese importante despliegue policial no era únicamente por haberse exhibido en sus perfiles disparando armamento de guerra. El verdadero motivo por el que se veía engrilletado cara abajo es que este peligroso delincuente, que arrastra 17 requisitorias desde que cumplió la mayoría de edad, siete de ellas judiciales, había convertido la Comunidad Valenciana en el centro de operaciones de la mayor red de extorsiones sexuales del país. Una organización que parasitaba a muchísimas víctimas a las que exigían pagos regulares bajo graves amenazas y que llegó a crear su propio ‘call center’ delincuencial.

Facu era un aspirante a Tony Montana 3.0, una mezcla de osadía y estupidez

F.B.S.H. se hacía llamar en las redes el Messi del 'work' y se definía sin tapujos: 'I’m a criminal' —“soy un criminal”—. Era su particular forma de reafirmarse como el mejor en una suerte delictiva que tenía su punto de partida en una falsa web de contactos y servicios de sexo. Las personas que picaban y aceptaban facilitar su teléfono de contacto eran atrapadas en una red de amenazas y extorsiones que reforzaba la vergüenza y el miedo. Porque, días después de cometer ese error, la banda de Facu comenzaba su constante y eficaz labor de hostigamiento.

El jefe de la Sección de Secuestros y Extorsiones, la unidad de la Policía Nacional que durante dos años ha seguido la pista a este singular delincuente de origen uruguayo, cuenta a El Confidencial que los distintos miembros de la organización ejercían roles muy definidos, siendo de gran importancia las personas que contactaban con las víctimas. Formaban una especie de centralita, con horario “de ocho de la mañana a 10 de la noche”, que “operaba desde casas alquiladas en portales como Airbnb y que “dejaban cada 15 días para no ser detectados”.

placeholder Traslado de Facu horas después de ser detenido. (EC)
Traslado de Facu horas después de ser detenido. (EC)

Estas personas enviaban un mensaje a las víctimas en el que aseguraban ser el jefe de una de las casas de citas anunciadas, les reprochaban no haber acudido a un encuentro pactado y por ello les exigía una cantidad de dinero por el tiempo perdido. “Para conseguir que aceptasen los pagos amenazaban a los perjudicados y les enviaban imágenes intimidatorias”, por ejemplo, de una metralleta, que obtenían de bancos de fotografías de internet, informó el citado cuerpo.

“Vamos a ir a por ti”

Los extorsionadores, que para los contactos telefónicos empleaban habitualmente tarjetas prepago que se adquirían con DNI robados o ‘alquilados’, realizaban una labor detectivesca y rastreaban en redes sociales a los afectados para obtener datos personales con los que presionarlos. “Se lo vamos a decir a tu familia” o “vamos a ir a por ti” eran algunas de las advertencias más recurrentes. Las padeció durante semanas un chico que llegó a pagar 1.000 euros. Hasta que, finalmente, “se lo dijo a su padre y presentó una denuncia”, explica el responsable de la investigación, que apunta que el caso más grave fue el de un individuo que desembolsó hasta 80.000 euros.

“Era pura ingeniería social, como en las estafas de ‘phishing’. Enviaban mensajes o notas de audio a todos los extorsionados confiando en que una proporción —por muy pequeña que fuese— acabaría cediendo a las intimidaciones”, manifiesta el experto policial, que da instrucciones claras sobre cómo actuar en estas situaciones: “Bloquear y denunciar”.

Los agentes creen que hay una gran “cifra negra” de afectados que no han denunciado

Las cantidades de pago oscilaban según el perfil y la capacidad de la víctima. “Desde 100, 150 o hasta 3.000 euros, pero el objetivo de la banda era intentar tenerla atrapada para exprimirla en el tiempo”. Asegurarse un flujo de dinero con un constante tira y afloja que evitara que acabase huyendo. Similar a la táctica de un pescador que suelta y recoge sedal cuando han mordido el anzuelo.

La red utilizaba cualquier sistema posible para recibir el dinero, como Bizum, PayPal o MoneyGram, pero su forma habitual de operar era a través de mulas que facilitaban sus cuentas bancarias para que las víctimas ingresaran en ellas los pagos a cambio de una cantidad.

Foto: Agente de la Benemérita detiene a un hombre. (Guardia Civil)

Hasta el momento se ha contabilizado un centenar de denuncias consumadas por todo el país, aunque los investigadores tienen la certeza de que hay una elevada “cifra negra” de afectados que han pagado y ocultado la extorsión.

El ascenso de Facu

¿Pero cómo un chico de 21 años puede acabar liderando desde Valencia la mayor organización de extorsionadores sexuales del país? Pues cuestión de oportunidad. El ascenso de Facu a los altares delictivos se produjo, curiosamente, tras una importante operación policial. Se denominó Mijail y permitió la detención de 57 personas que también utilizaban este 'modus operandi'.

Por aquel entonces, F.B.S.H. estaba al frente de uno de los grupos satélites de esta red y, cuando los anteriores líderes fueron capturados, ocupó su lugar. Después, comenzó a construirse un personaje para imponerse a quien quisiese arrebatarle el cetro. Vídeos con armas y animales peligrosos, coches a toda velocidad, drogas, amenazas y publicaciones en las que se jactaba de ganar 50.000 euros al mes con el 'work'.

El joven de 21 años es un “ególatra al que mucha gente rendía pleitesía”

“Es un ególatra al que mucha gente rendía pleitesía”, describe el jefe de la investigación, que señala que Facu, que contaba con algunos antecedentes, “pero ninguno por delito de sangre”, se sentía el centro de toda la atención entre sus “seguidores”. Por eso, cuando se vio recluido en esa pequeña casa de Peal del Becerro, fue como si se asfixiara. Necesitaba su círculo, su fiesta, su continua exhibición. Y eso aceleró su caída.

Tras dos años de investigación, la Sección de Secuestros y Extorsiones iba a acabar con el reinado de Facu. Los agentes supieron que el joven preparaba su vuelta a Valencia como paso previo a salir del país, por lo que activaron un dispositivo de captura cuando lo ubicaron en el pueblo jiennense, donde había sido acogido por un amigo y desde donde seguía ejerciendo sus tareas de líder de la organización.

Foto: Imagen de archivo de una operación policial de los Mossos contra los Ángeles del Infierno en Cataluña por tráfico de drogas. (EFE)

Junto a él y su conocido fue arrestada la encargada de trasladarle a Valencia. Y, horas después, en la capital del Turia, fueron capturados otros de los elementos destacados del grupo, que se encontraban en uno de los domicilios que utilizaban para extorsionar, así como algunos intermedios que colaboraban de forma puntual y personas que actuaban como mulas.

La operación Girasol culminaba el descenso a los infiernos de Facu y su gente. 11 personas eran detenidas —tres en Jaén y ocho en Valencia— y se unían a los 57 arrestados en la investigación anterior para dar por descabezada la organización. Cuatro han entrado en prisión y a los investigados se les imputan los delitos de extorsión, pertenencia a grupo organizado, tráfico de drogas y un delito contra la flora y la fauna. Y es que el joven aspirante a Tony Montana dejó un último trazo de su personalidad en un caimán de anteojos y medio kilo de marihuana que los agentes intervinieron en la casa del pueblo. “No soy el único que lo hace”, se justificó ante los agentes antes de guardar silencio sobre el paradero de las armas.

Facu estaba agobiado. Quería salir de ese pueblo jiennense en el que no llevaba ni una semana recluido. Ese corte de pelo, el rubio chillón con el que había teñido su corto flequillo y los numerosos tatuajes que habían transformado su orondo cuerpo en un 'collage' de tinta no pasaban desapercibidos entre los algo más de 5.000 habitantes de Peal del Becerro. Era demasiado para un chaval de 21 años loco por regresar a esa Valencia en la que se movía como si fuera un aspirante a Tony Montana. Eso sí, en versión 3.0., como mandan los tiempos. Con redes sociales y una mezcla de estupidez y osadía.

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