Vigilia de oración con cánticos y solidaridad en la espera final para llegar a Julen
Totalán cuenta las últimas horas en el rescate del pequeño de dos años. Familias procedentes de toda Andalucía acompañan a los padres del menor entre rezos y salmos
Dolores Álvarez, de 21 años, tiene una niña de la misma edad que Julen. Vive en Morón de la Frontera (Sevilla), a 176 kilómetros de Totalán, y está aquí, a las 20:30, en la vigilia de oración por el pequeño. En la explanada donde políticos y técnicos han hablado (una vez, incluso, sin aceptar preguntas de los periodistas), se reza por el pequeño. Ya lo dijo San Agustín: “Quien canta, ora dos veces”.
Hay vivas a Julen. Y aplausos. José y Vicky, sus padres, se abrazan, abatidos, delante de más de 200 personas y las cámaras de televisión. Los programas de la tarde tienen conexiones en directo justo cuando la Guardia Civil anuncia que marcha con normalidad el trabajo de los mineros. Empezaron a bajar a las 17:33.
“Desde que se cayó al pozo, he perdido 11 kilos. Veo la cara de mi niña y se me encoge el alma. Ella es lo mejor que me ha pasado. Si me ocurre algo así, no sé cómo podría reaccionar”, cuenta Dolores, que ha dejado a su niña en Morón, “malita de la garganta”.
Juan José Cortés, el padre de la niña Mariluz, ha logrado convocar a numerosos grupos de iglesias evangélicas de toda Andalucía. Cantan salmos, con palmas. “Si alguien tiene guitarra, que la traiga”. Mariluz, de unos 50 años, ha venido de Antequera y tiene una guitarra y una flauta en el maletero de su coche. “No la he traído por respeto, pero si hace falta voy a por ella”.
"No, esto no es un circo"
No es una fiesta. Otros lloran o se quedan encerrados. Estos cristianos cantan. “No, esto no es un circo. Lo que hace él no lo hace nadie. El amor que ha puesto en nosotros, en los mineros, lo ha hecho Dios”, dice María Carmen Fernández, de 34 años, que ha venido directamente de Cabra (Córdoba).
—¡Cristo, aleluya; aleluya, padre celestial! —exclama un cristiano evangélico, que levanta las manos y cierra los ojos.
Del barrio malagueño de Palma-Palmilla, uno de los más pobres de España, ha venido un nutrido núcleo de personas. 'Desde Palma-Palmilla, Dios está contigo, Julen'. Es el lema que llevan inscrito en la pancarta, que con el transcurso de los minutos se va arrugando. “Santo en el pesebre, santo en las alturas, tu palabra me da vida”. “Oh, glorifícate, sobre este niño y esta situación, manifiéstate”. “Yo vengo a un lugar más alto a través del cordero de Dios”.
"Te levantas cada día con un sentimiento de pena. Nosotros no queremos agobiarles. Con estar aquí y apoyándolos es suficiente”. “Ojalá haya un milagro”
Paloma y Mari Carmen son hermanas y viven en Torremolinos y Teatinos (Málaga). Han dormido muy poco estos días. "Te levantas cada día con un sentimiento de pena. Nosotros no queremos agobiarles. Con estar aquí y apoyándolos es suficiente”. “Ojalá haya un milagro”, confían. “Para ti no hay nada imposible, aleluya”, cantan.
Quieren orar también por los mineros. Confían en la guía del Espíritu Santo. Indara vive en la modesta barriada malagueña 4 de Diciembre (García Grana). Tiene 25 años. Está en paro. Su marido sí trabaja. “Esto es una tragedia. Los que tenemos fe sabemos que seguirá vivo”.
El hijo de Juan José Cortés, que se llama como el padre, pide que se vaya retirando público de la carpa, que solo se queden los muy cercanos, “para que no se sientan tan agobiados”. “Nos salimos todos de aquí”, reclama. “Bendito eres, Jesús”. “Sin Dios no valgo nada”.
Cantan alabanzas y Cortés padre dice que estarán en esta explanada por lo menos “hasta las 12”, “hasta la hora que Dios nos diga”. Antes dejó claro esto: “España está con Julen”. Lo dijo tres veces y tres veces le contestaron “Amén”.
A unos 500 metros, ya en el centro de Totalán, se encuentra el bar Arriba y Abajo. Antonio, de cincuenta y tantos años, no para de ofrecer menús y refrescos a tantos los forasteros que han venido estos días al municipio de 700 habitantes, sobe todo periodistas que ultiman sus crónicas mientras buscan un enchufe donde cargar su ordenador portátil.
Miguel Santiago, de 68 años, está junto a dos amigos a las afueras del bar. Antes de jubilarse se dedicaba al reparto de licores y ahumados. “Nos tienen todo el día en vilo, a ver si no se prolonga más”. El sinvivir de mayores, medianos y niños en un pueblo en el que no pasan muchas cosas y que está revolucionado por el suceso.
Casas y alojamientos gratis
A un minuto andando, en un edificio de nueva construcción, está el ayuntamiento. El alcalde se llama Miguel Ángel Escaño. Vive en el barrio de la Victoria de Málaga y lleva 20 años vinculado a Totalán. Valora la “solidaridad y hospitalidad” de su pueblo. “Eso nos define”.
La semana pasada, los niños organizaron una marcha solidaria que invadía la carretera. Contactaron con la Subdelegación del Gobierno y pudieron organizarla sin que fuera ilegal. Julen ya es de Totalán y no se descarta, si sus padres acceden, a que se le nombre hijo adoptivo del municipio.
Los vecinos de Totalán cocinan para el equipo de rescate. Dejan casas o alojamientos gratis para los que estos días están en el municipio. Y esa solidaridad también es recíproca. El alcalde enseña una carta de un ciudadano de Burgos discapacitado que se quiere solidarizar con Totalán. También hay un dibujo de un niño. Y mensajes de Alemania o Marruecos en esta tierra del cantante Antonio Molina. En su plaza, corre el aire fresco y se escuchan palmas de los evangélicos.
Dolores Álvarez, de 21 años, tiene una niña de la misma edad que Julen. Vive en Morón de la Frontera (Sevilla), a 176 kilómetros de Totalán, y está aquí, a las 20:30, en la vigilia de oración por el pequeño. En la explanada donde políticos y técnicos han hablado (una vez, incluso, sin aceptar preguntas de los periodistas), se reza por el pequeño. Ya lo dijo San Agustín: “Quien canta, ora dos veces”.