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Miedo y asco en Adís Abeba: el pavoroso silencio de Sánchez a sus ministros
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Carlos Prieto

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Miedo y asco en Adís Abeba: el pavoroso silencio de Sánchez a sus ministros

Es difícil encontrar antecedentes en España de una demostración tan cruda de poder interno como la de los cinco días de abril de Sánchez, pero siempre nos quedará Haile Selassie

Foto: Sánchez en un mitin reciente en Cataluña. (Reuters)
Sánchez en un mitin reciente en Cataluña. (Reuters)

Cuando llegas a alto cargo tras media vida en un partido, se te supone acostumbrado a tragar sapos en las alturas. Pero, ¡ay!, no importa lo mucho que hayas subido en el escalafón, salvo que llegues a presidente del Gobierno, nunca estarás a salvo de los caprichos de la verticalidad...

Lo saben todos los ministros y fontaneros a los que Pedro Sánchez ha pasado por encima estos días. 1) "Las decisiones ya no se toman siquiera con el equipo más cercano". 2) "[Sánchez] no comparte las decisiones, algo que de algún modo siempre había sido así, si bien esta vez lo ha hecho a ojos de todo el mundo", contaron dos aturdidos miembros de la dirección socialista a El Diario (medio poco sospechoso de publicar fake news ultraderechistas contra Sánchez). O el rodillo del hiperliderazgo a la vista de todos, es decir, lo de siempre pero a lo bestia.

Golpes en el pecho

Si la política es el arte del disimulo, los cinco días que Sánchez tuvo a su círculo de confianza a ciegas es una de las demostraciones de poder más descarnadas vistas nunca en la democracia española. Visibilización humillante incluida: ese grotesco Comité Federal para loar al líder y rogarle que no se fuera... aunque quizá Sánchez ya tenía tomada la decisión de quedarse mientras veía a sus compañeros de partido hacer el ridi por televisión...

"Te juro que creímos que había quebrado", contó a este periódico uno de los socialistas que apoyó a Sánchez en el Comité Federal, en el que "la ansiedad en el PSOE se convirtió en pánico"; "hubo lágrimas y golpes de pecho por el presidente, que dejó de contestar a los mensajes", además de los chismorreos más salvajes: "Entre las conjeturas internas se barajó que podía estar enfermo; al parecer, se habría sometido a más revisiones médicas últimamente. Entre los partidos de la oposición corrían teorías más oscuras: que si Marruecos, que si Israel. Mientras tanto, Sánchez se mantenía de cuerpo ausente, encerrado en la Moncloa, de donde solo han trascendido largos paseos por el jardín junto a su mujer".

placeholder María Jesús Montero saluda a los militantes tras el Comité Federal. (EP)
María Jesús Montero saluda a los militantes tras el Comité Federal. (EP)

Lo de que Sánchez tenía medio claro desde el principio que no se iría se basa en que las cartas del amago de dimisión parecían marcadas desde el principio, visto el precario cierre retórico de la crisis:

1) Sánchez achacó su permanencia a las grandes movilizaciones a su favor, pero como las masas se quedaron más bien en casa, suena a que bastaba con que se lo pidiera el Cojo Manteca para quedarse.

2) Dijo que se retiraba a reflexionar porque le atormentaban las perversiones de la prensa y la justicia, pero volvió sin nada concreto pensado sobre la materia, como si lo que le quitaba el sueño no fuera cuestión de vida y muerte en realidad.

"No es la primera vez que Sánchez se queda sin respirar, y acaba castigando a su entorno, porque cree que no le están reconociendo lo suficiente"

3) Tras amenazar con dimitir, se abrió el melón sucesorio, algo que no debía estar en los planes de Sánchez, que en otra muestra de la insólita improvisación que ha sido todo esto, pasó de amenazar con irse a postularse como presidente ¡los próximos siete años! (lo que queda de legislatura y otra más), en un volantazo de guion digno del culebrón más disparatado. Ha sido uno de esos thrillers que te mantienen pegado a la butaca, pero llegada la hora de rematar, le estallan todas las costuras narrativas.

"Yo he seguido de cerca otros hiperliderazgos, de Pablo Iglesias a Zapatero, de Albert Rivera a Rajoy, y nunca había visto algo parecido a lo que ha hecho ahora Sánchez. Va mucho más allá. Tiene algo de pataleta infantil que hace dudar de si sigue capacitado para gestionar el país", cuenta un fontanero conocedor del entorno del presidente.

"No es la primera vez que Sánchez se queda sin respirar o se va a la habitación de pensar, y acaba castigando a su entorno, sin el que no hubiera llegado hasta ahí, porque cree que no le están reconociendo lo suficiente, es algo totalmente personal", añade el fontanero

Rey de reyes

El poder de Sánchez nunca pareció tan grande como cuando permaneció callado y nunca tan débil como cuando, pasado el embargo decretado por él mismo, empezó a hablar sin ton ni son. Acostumbrados a ver en el cine a hombres poderosos cometiendo todo tipo de excesos retóricos, se nos olvida que, como ha demostrado Sánchez, no hay muestra más brutal de mando que el silencio. Haile Selassie, último emperador de Etiopía, construyó su poder en torno a él. O el arte de escamotear información a tus subordinados.

Lo contó Ryszard Kapuscinski en El Emperador, basado en entrevistas a antiguos miembros de la corte de Selassie:

"Durante las audiencias de trabajo, Helassie hablaba en voz muy baja moviendo apenas los labios... Por añadidura, las palabras del Emperador eran por regla general ambiguas y poco claras, sobre todo en casos en los que no quería pronunciarse en un sentido determinado y al mismo tiempo la situación requería que diera su opinión. La habilidad del Monarca en estos casos era admirable. Preguntado por algún dignatario por la imperial decisión, no le contestaba directamente, sino que se ponía a hablar en voz tan baja que esta tan solo llegaba al oído del ministro de la Pluma, pegado a los labios imperiales como un micrófono. Iba este funcionario apuntando los escasos e incomprensibles gruñidos del Soberano. El resto no era más que cuestión de interpretación y esta correspondía al ministro, quien daba forma escrita a la decisión y la trasladaba a los escalafones inferiores".

El emperador de Etiopía, rey de reyes e ídolo rastafari, hablaba en confusés o directamente callaba: "Durante su paseo matinal, mientras escuchaba las denuncias referentes al estado de los complots en el Imperio, Haile Selassie nunca hacía preguntas ni tampoco comentaba las informaciones que iba recibiendo… No pregunta nada, nada comenta; camina y escucha. En algún momento tal vez se detenga ante una jaula de leones para tirarles la pata de una ternera que previamente le ha sido entregada por los criados…. En palacio no había ninguna oficina de personal, ninguna carpeta ni impreso. Todo lo llevaba el Emperador en la cabeza. Allí tenía todo el registro secreto de la gente de la élite".

placeholder Exteriores del Comité Federal del PSOE. (EFE)
Exteriores del Comité Federal del PSOE. (EFE)

Con Sánchez mudo durante los cinco días de abril, el solo hecho que te respondiera un mensaje de WhatsApp con un emoticono ya te daba un pequeño gran poder en celtiberia, nunca el acceso al líder se pagó tan caro… y ahora saltamos otra vez a Adís Abeba:

"En palacio la magnitud del poder no estaba fijada según la jerarquía de los cargos, sino por el grado de acceso al Honorabilísimo Señor… Se decía: el más importante es aquel que con más frecuencia accede a la oreja imperial… Por aquella oreja las camarillas se enzarzaban en las luchas más encarnizadas, la oreja era la baza más alta del juego. Bastaba con acercarse —¡pero no creas que era fácil!— a la todopoderosa oreja y susurrar. Nada más que susurrar, solo eso… Pero la del susurro era una operación muy sutil y delicada, porque Su Majestad, a pesar de su energía y resistencia extraordinarias y asombrosas, no dejaba de ser un ser humano con sus naturales limitaciones en la capacidad auditiva, y no se podía agobiar demasiado y cargar en exceso la real oreja sin provocar su enfado y sin desencadenar reacciones de castigo... Los avatares de esta lucha eran uno de los temas más candentes de una corte entregada en cuerpo y alma al chismorreo".

Las "nebulosas cábalas verbales" del emperador de Etiopía generaban desasosiego en la corte. Una permanente zozobra sobre cómo posicionarse cuando apenas intuyes los pensamientos del todopoderoso. "Esta incertidumbre y la inseguridad ante las intenciones del monarca hacían que en palacio se chismorrease sin cesar, perdiéndose la corte en elucubraciones sobre el futuro. Esta vivía dividida en fracciones y camarillas que se combatían entre sí en guerras implacables que la debilitaban y destruían… Si alguna camarilla empezaba a destacar, el Emperador no tardaba en conceder su favor a la contraria, y así volvía a restablecer ese equilibrio con que paralizaba a los usurpadores… Si alguna de las camarillas que gozaba de su gracia iba demasiado lejos en su servil fervor, el Emperador la amonestaba".

"La oreja era la baza más alta del juego. Bastaba con acercarse a la todopoderosa oreja y susurrar. Nada más que susurrar, solo eso…"

Los comités federales de Haile Selassie debían ser, en definitiva, para verlos. "O no se fiaba de nosotros y nuestra discreción, o quería ponernos a prueba sin él… o necesitaba de nuestro dolor". No habla un alto cargo del emperador de Etiopía, sino uno del PSOE, perplejo porque el presidente tuviera a ciegas durante toda la crisis a María Jesús Montero, vicepresidenta, número dos del partido y favorita a la sucesión, como contó El Español: "Lo cierto es que, durante cinco días, todo su equipo ha vivido engañado… Sánchez ha tenido a todos sus colaboradores intencionadamente al margen… Ha podido tomar nota de las cábalas para el día después a su entierro (político)".

Sánchez, en definitiva, simuló su propia muerte, obligando a todos a posicionarse en su pseudo funeral, donde observó quién se pasaba en el elogio, quién se quedaba corto o quién parecía postularse para el cargo presidencial. Haile Selassie estaría orgulloso de él.

Cuando llegas a alto cargo tras media vida en un partido, se te supone acostumbrado a tragar sapos en las alturas. Pero, ¡ay!, no importa lo mucho que hayas subido en el escalafón, salvo que llegues a presidente del Gobierno, nunca estarás a salvo de los caprichos de la verticalidad...

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