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Puigdemont mantiene su propuesta de máximos y lleva la negociación al límite
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NEGOCIACIÓN ENCALLADA

Puigdemont mantiene su propuesta de máximos y lleva la negociación al límite

Junts se había comprometido con el PSOE a firmar el acuerdo de investidura el jueves, pero el protagonismo de Sánchez a ERC cambió todo

Foto: El 'expresident' catalán Carles Puigdemont. (Europa Press)
El 'expresident' catalán Carles Puigdemont. (Europa Press)
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"Si alguno pregunta por qué hemos muerto, diles: porque nuestros padres mintieron". Quizás sería bueno que Santos Cerdán repasase estos días los versos de Kipling para entender la mentalidad de mártir con la que Carles Puigdemont afronta su futuro. El prófugo de la Justicia ha roto todos los esquemas de Moncloa, que pretendía tener cerrada ya una fecha para una investidura la próxima semana. Junts había trasladado a los hombres del presidente que daría el "sí" el jueves. Todo estaba cerrado. "Se equivocaron tratando a Puigdemont como a un político al uso", sentencian desde el entorno del expresident, donde fían para largo las negociaciones con el PSOE. Al líder de independentista le gusta jugar al límite. Si es necesario dar el visto bueno a Pedro Sánchez en el tiempo de descuento, lo hará. La fecha tope del 27 de noviembre no le da vértigo.

Durante estos meses de negociaciones con Junts, el PSOE creyó haberle tomado la medida. Los emisarios de Sánchez trasladaban que el factor humano se impondría: Puigdemont quiere volver a España y claudicará. El argumentario monclovita acuñó la teoría de que la formación independentista había vuelto a la política. Los que visitan al de Waterloo siempre negaron estas afirmaciones. "Puigdemont odia a Junqueras en primer lugar y en segundo a Sánchez", defendían los que aventuraban que el apoyo de los exconvergentes se vendería caro. El presidente en funciones estaba tan seguro de que el pacto estaba hecho, que en su reunión con Gabriel Rufián, durante la ronda de contactos, así se lo trasladó al portavoz de ERC en el Congreso. No habría sorpresas de última hora.

Hoy estamos en la última hora. El icono soberanista tirará de épica porque imponer su relato es tan importante como conseguir no pasar por la cárcel. ¿Por qué se torció la firma de un acuerdo que parecía encauzado? Desde Junts acusan al PSOE de intentar "engañar" a Puigdemont con una amnistía a medias. El texto que llevó Santos Cerdán a Bruselas "está muy alejado" de las líneas que marcó el prófugo en su comparecencia del 5 de septiembre, reiteran en su núcleo duro: "La propuesta de máximos sigue sobre la mesa".

Puigdemont se siente fuerte. Desde la seguridad de que Sánchez no tiene un plan B, forzará hasta dar la sensación de que ha doblegado al Estado. Hay coincidencia en las partes en que, pese a las presiones, las opciones de investidura se mantienen: "Vamos avanzando", sostienen fuentes conocedoras de las conversaciones. Eso sí, en las bases de Junts hay una fuerte división y quienes ya se movilizan por el "no". En el otro bando, está Jordi Turull, uno de los muñidores del acercamiento al PSOE, que, junto al exconsejero Josep Rull, susurra al expresident para que llegue a una entente. En medio de ambos bandos, ha surgido Laura Borrás. La expresidenta del Parlamento de Cataluña, condenada a cuatro años de cárcel por trocear contratos, ha emergido en la recta final de los acuerdos para enturbiarlos. No hay un clamor en su partido para que sea amnistiada, pero sí la está usando Puigdemont para desesperar a Sánchez.

​Cuestión de ego

El órdago de plantear en el último minuto una amnistía "para todos los soldados" de la causa, desde su abogado, Gonzalo Boyé, a la familia Puyol o los investigados por sus conexiones con Putin, esconde un cierto "pataleo" por el papel protagonista que Moncloa otorgó a Oriol Junqueras al firmar antes con ERC que con Junts e incluir a los encausados por Tsunami entre los agraciados. A Puigdemont no solo no le gustó, sino que ya ha colocado en la proa al ministro de Presidencia, Félix Bolaños. En las prisas por celebrar la investidura entre el 8 y el 9, Moncloa descuidó el ego de su principal socio.

El inquilino de Waterloo vive obsesionado con recuperar el trono del independentismo en Cataluña. "Aplastar a ERC", simplifican los que han trabajado con él durante años. Según estas fuentes, solo le importa que se adelanten las elecciones catalanas al próximo año y sorpasar a los republicanos. Para ello tiene que malbaratar el acuerdo de Junqueras con el PSOE. Después de que hayan logrado el traspaso de las líneas ferroviarias de Cercanías y una quita de 15.000 millones de la deuda del Fondo de Liquidación Autonómica, el huido de la Justicia no puede permitir que su único logro sea no pasar por la cárcel. Necesita vender a los suyos pasos hacia la independencia. Dejar el documento de ERC en una mera "cesión autonomista". No quiere esa mesa de diálogo. Luchará por el relator internacional hasta el final, y porque se reconozca la legitimidad del 1 de octubre. No le gustó que Moncloa dejase a ERC apuntarse el tanto de la verificación.

Incluso con la amnistía y el verificador cerrados estos días, fuentes de Junts insisten en que "quedaría mucho" para que Puigdemont levante el pulgar. Salvo sorpresa, parece que se impone la tesis de esperar, mientras en el PSOE desesperan. Los socialistas buscaban que el mal trago fuese lo más rápido posible, pero se les está atragantando. El rechazo a la amnistía crece en la sociedad, pero lo que más preocupa es que se extienda la idea del "trato de privilegio" a los catalanes, con la quita de 15.000 millones. "Se nos está haciendo insoportable", lamenta un dirigente territorial socialista que, incrédulo, se aferra a que en los próximos días haya "gestos, arrepentimiento o cesiones" de los independentistas.

El marco de discusión está en el lado opuesto. Lejos de doblegarse, Puigdemont pedirá más. Sabe que a Sánchez no le conviene una repetición electoral y que ya ha mostrado todas sus cartas. Como ya hiciera en 2017, al negociar con el Ejecutivo de Mariano Rajoy para frenar la declaración de independencia, optará por la épica. En aquel momento, él era el que defendió con uñas y dientes dar marcha atrás y aceptar convocar autonómicas, pero acabó huyendo en el maletero de un coche. Le gusta agrandar su leyenda de héroe de la causa, aunque "ahora es más sólido, ha hecho una mili muy dura", dicen los que le han visitado estos días. Moncloa debe entender esas coordenadas o naufragará. Puigdemont ya ha engañado a demasiada gente.

"Si alguno pregunta por qué hemos muerto, diles: porque nuestros padres mintieron". Quizás sería bueno que Santos Cerdán repasase estos días los versos de Kipling para entender la mentalidad de mártir con la que Carles Puigdemont afronta su futuro. El prófugo de la Justicia ha roto todos los esquemas de Moncloa, que pretendía tener cerrada ya una fecha para una investidura la próxima semana. Junts había trasladado a los hombres del presidente que daría el "sí" el jueves. Todo estaba cerrado. "Se equivocaron tratando a Puigdemont como a un político al uso", sentencian desde el entorno del expresident, donde fían para largo las negociaciones con el PSOE. Al líder de independentista le gusta jugar al límite. Si es necesario dar el visto bueno a Pedro Sánchez en el tiempo de descuento, lo hará. La fecha tope del 27 de noviembre no le da vértigo.

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