El "activo" de Leonor para la monarquía es el mismo que condenó a sus predecesoras

Leonor de Borbón y Ortiz es la tercera princesa de Asturias de la dinastía Borbón y la única que no tiene posibilidades de ser desplazada de la línea sucesoria por un hermano varón. La Constitución Española mantiene la primacía del varón en la sucesión a la Corona y el debate sobre su reforma quedó congelado cuando nació la infanta Sofía. Justo lo contrario que le ocurrió a las otras dos mujeres que ostentaron el título, Isabel de Borbón y María de las Mercedes de Borbón, que fueron desplazadas por sus dos hermanos menores, Alfonso XII y Alfonso XIII. Pero esa no es la única diferencia histórica entre la heredera, que cumple 18 años este 31 de octubre, y sus dos antecesoras.

Isabel de Borbón, conocida como la Chata, era la hija de Isabel II y fue princesa de Asturias en dos ocasiones. Recibió el título con su nacimiento y lo perdió con la revolución gloriosa de 1868, pero volvió a recuperarlo con la restauración borbónica en la persona de Alfonso XII. En 1874 lo recuperó, pero los gobiernos de la época se negaron a reconocerla. La sucedió como heredera María de las Mercedes de Borbón cuando nació, en 1880. La segunda princesa de Asturias de la dinastía mantuvo la dignidad hasta su muerte, aunque ya el rey no era su padre, sino su hermano, Alfonso XIII. Lo llamativo es que entre el 25 de noviembre de 1885, fecha de la muerte de Alfonso XII, se decidió no proclamar reina a María de las Mercedes por si el hijo que esperaba la viuda, María Cristina de Habsburgo, era un varón. Lo fue, Alfonso XIII, que ejerció su reinado desde su nacimiento bajo la regencia de su madre y con su hermana como heredera.

"El debate sobre la reforma de la Constitución es algo que tarde o temprano habrá que abordar, indudablemente", defiende Juan Francisco Fuentes, catedrático de Historia Contemporánea, respecto a la primacía del varón en la sucesión de la Corona española. Hay dudas jurídicas sobre si el artículo que blinda la igualdad de los españoles haría necesaria esta reforma y Leonor de Borbón seguiría siendo la heredera si hubiera tenido un hermano menor. Pero este historiador, más allá de este debate, considera que el hecho de que Felipe VI tenga una heredera es un "golpe de fortuna" para la Monarquía. Es decir, que es un "activo" para la Corona que el Rey tuviera una primogénita, al contrario que ocurrió con Isabel y María Mercedes de Borbón en el siglo XIX.

La tesis que maneja Juan Francisco Fuentes es que las fotos de la princesa Leonor en la Academia General de Zaragoza son claves para demostrar este activo, que consiste en que la Monarquía se convierte en "un ejemplo de feminización de las instituciones". Asegura el historiador que esas imágenes, con la heredera de uniforme, "son la mejor prueba del enorme salto temporal" que se ha producido en las casi cuatro décadas que han pasado entre la jura del actual monarca cuando cumplió 18 años y la de su hija. Para Fuentes "hay un enorme salto entre los valores que encarnaba entonces" Felipe VI y los que "deberá encarnar la princesa". "Es una oportunidad para mostrar su modernización", zanja el experto.

Fuentes explica que la popularidad de Isabel de Borbón, la Chata, se debió a un cierto "plebeyismo" buscado por la corona

"Que la titular o la heredera, dentro o fuera de España, sea una mujer favorece a la institución", apunta el historiador cuestionado sobre el gran número de herederas que recibirán la corona en varios países europeos en las próximas décadas, desde Victoria de Suecia a Amalia de los Países Bajos. Esto es algo muy distinto a lo que ocurría en el pasado. El catedrático de la Complutense considera que las diferencias históricas son "abismales" en la educación que ha recibido Leonor y la que recibieron sus antecesoras como princesas de Asturias. Lo mismo ocurre con el entorno familiar y las funciones que desempeñaron.

El título de príncipe de Asturias no ha sido siempre tan relevante como lo es en la actualidad. Bajo los Austrias perdió importancia, pero la recuperó con la llegada de los Borbones de la mano de Felipe V. Eso o fue obstáculo para que en el siglo XIX desapareciera en las constituciones de 1837, 1845 y 1876. La Constitución de 1812, por ejemplo, conservó la denominación "más por costumbre que por utilidad". Eso no fue obstáculo para que en esa centuria hubiera una princesa de Asturias muy popular. La infanta Isabel, La Chata, fue muy querida por el pueblo de Madrid y cuenta con una escultura en el parque del Oeste y otra en el Palacio de la Granja de San Ildefonso. "Es una popularidad completamente distinta; se basaba en su casticismo y un cierto plebeyismo, por lo demás nada democrático", detalla Juan Francisco Fuentes. El historiador explica esta costumbre, propia de los Borbones, "como forma de compensar los orígenes franceses de la dinastía".

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"La popularidad de la princesa Leonor se basa en la capacidad que se le intuye de conectar con el mundo real, con las aspiraciones de la gente de su edad", ilustra el catedrático de la Complutense, que también destaca la disposición mostrada por la heredera "a desempeñar un papel institucional clave y a pagar el precio personal que esa función requiere: formación, estudio, preparación y una sana espontaneidad, en parte fruto de la edad, que la aproxima a la gente". Este papel institucional quedará blindado precisamente en el acto de este martes en el Congreso, símbolo constitucional de la continuidad de la Corona, según ha defendido el propio Gobierno del PSOE, en palabras del ministro Félix Bolaños.

"En la actualidad, parece claro que el título es de la mayor utilidad para institucionalizar y solemnizar el aprendizaje que deberá seguir realizando Leonor como futura reina y acostumbrarla al desempeño de funciones representativas de gran responsabilidad", defiende Juan Francisco Fuentes, que cree que la figura de la princesa "favorece la continuidad de la Corona y el respaldo al que debe hacerse acreedora en una sociedad democrática". "La estabilidad de la Monarquía no creo que esté en riesgo mientras quienes la encarnan cumplan con la función de ejemplaridad y representatividad que les corresponde", apunta el historiador, que concuerda con el empeño de Felipe VI de alejarse de los modos de su padre, Juan Carlos I. La clave, considera el historiador, es que la institución "sepa adecuarse a los nuevos tiempos, combinando lo que tiene de permanencia y tradición con una voluntad decidida de cambio".