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Yolanda Díaz, ante el reto de elegir ministros: "No quiere que nadie le haga sombra"
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FORMACIÓN DE GOBIERNO

Yolanda Díaz, ante el reto de elegir ministros: "No quiere que nadie le haga sombra"

La líder de Sumar tiene que lograr la cohabitación con Podemos. Sánchez ya le avisó cuando le comunicó el adelanto del 23-J que era necesario el acuerdo con ellos

Foto: Yolanda Díaz, con Ione Belarra, Mónica García y Ada Colau, en el cierre de la campaña de Sumar. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Yolanda Díaz, con Ione Belarra, Mónica García y Ada Colau, en el cierre de la campaña de Sumar. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Los problemas de convivencia entre Yolanda Díaz y Podemos afloran ya como otro gran obstáculo de esta legislatura. Uno más. Las relaciones son de permanente tensión, sin tregua. La firma del acuerdo de coalición con el PSOE es la última grieta y falta la prueba definitiva para dirimir si es posible cohabitar o no: la conformación del nuevo Gobierno de coalición. Con los socialistas muy confiados en que la investidura está "cerca" —lo ha dicho hasta el propio Pedro Sánchez—, el reparto de carteras entre las dos fuerzas es el paso posterior. Sánchez diseñará la estructura del nuevo Ejecutivo y después negociará con Díaz su cuota. Lo que se conceda a los morados, depende exclusivamente de ella.

Durante estos casi cuatro años, los socialistas han sufrido un desgaste diario por gobernar con los morados. El estrés se aflojó con la salida de Pablo Iglesias de la vicepresidencia, pero se agravó después con el enfrentamiento sostenido entre la vicepresidenta segunda y Ione Belarra e Irene Montero, que partió el Ejecutivo en tres trozos. Ahora, si como parece hay acuerdo con Junts, se abre una nueva etapa. Sánchez no quiere más líos. Su pacto ahora es con Díaz y a ella le corresponde mantener en calma su grupo parlamentario y la amalgama de partidos que lo forman, entre los que está Podemos.

Foto: Yolanda Díaz, Ione Belarra, Nacho Álvarez y Pablo Iglesias, en 2018. (EFE/ FERNANDO ALVARADO)

Como pasó con el primer acuerdo de coalición con Iglesias, ahora será ella quien escoja a los ministros de Sumar, entre tres y cuatro, en función de cuántos ministerios desaparezcan. Ahora hay 22 y se especula con una cifra de entre 17 y 18. Sánchez sí ha verbalizado, y en eso coincide con la vicepresidenta segunda, que no puede repetir Montero, lastrada por los efectos de la ley del solo sí es sí y por el desencuentro con el movimiento feminista próximo al PSOE. No hay más vetos. Pero distintas fuentes consultadas en los últimos días, que no guardan conexión entre sí, aseguran que Díaz actuará con un propósito al escoger a sus compañeros en el Gabinete: "Que nadie le haga sombra". La idea de que no haya personas alrededor que sobresalgan por encima de ella, señalan, condicionará sus decisiones. Esto explicaría el hecho de que Íñigo Errejón no tenga un papel relevante en Sumar.

Díaz seguirá como vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. Otro de los nombres que se barajan con fuerza para entrar en el nuevo Ejecutivo es el de Nacho Álvarez. Secretario de Estado de Derechos Sociales en el ministerio de Belarra, responsable del área económica en Podemos, se incorporó también a la estructura de Sumar como portavoz de Economía y ha sido el negociador de Díaz en el acuerdo programático con los socialistas. Si de algo ha servido la cohabitación entre el PSOE y los morados, es que se conocen mejor. Álvarez goza del reconocimiento de PSOE. Si Díaz le propone, condicionaría el reparto de ministerios. Sánchez podría ser más generoso si se fía de las personas que Sumar pone al frente.

Foto: María Jesús Montero y Félix Bolaños, en primer plano, con Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera, detrás, en el Congreso. (EFE/Kiko Huesca)

Los nombres adquieren esta vez más relevancia. La exalcaldesa de Barcelona Ada Colau se descartó ella misma este jueves como ministra. Su posible candidatura presentaba muchas limitaciones. Podía ser de Vivienda, pero en Sumar había dudas sobre esta cartera por falta de competencias y porque el PSOE, tras los problemas para pactar la ley y el desencuentro que ha provocado con el PNV, tampoco la entregaría. Lo mismo sucede con Sanidad. Se ha apuntado a Mónica García, de Más Madrid, que es médica. Pero quedaría al albur de que Sánchez ceda este ministerio. No son perfiles intercambiables. Algunas de las fuentes consultadas apuntaban que las dos, por su trayectoria profesional y política previa, son personas que Díaz evitaría. Pero no hay unanimidad. No todos consideran que harían sombra a la vicepresidenta. El conflicto más obvio, en el caso de Mónica García, sería con Errejón.

El Gobierno como tregua

La composición del Gobierno será posiblemente la última ocasión que Díaz encuentre para firmar una tregua con Podemos con nombramientos en el segundo escalón. Las relaciones están muy deterioradas y ya no existen personas con capacidad de conectar a la vicepresidenta con Belarra o Montero. Los morados, además, no admiten a Nacho Álvarez como cuota. La postura del presidente es que su única interlocutora es Díaz y a ella le corresponde gestionar ese espacio. "Los problemas los tiene con Podemos, no con nosotros", aseguran en el PSOE. Pero, a pesar de que el propio Sánchez acabó por marcar distancias con las dos ministras moradas por su rechazo a cambiar la ley del solo sí es sí, en el bloque socialista del Ejecutivo nunca han entendido las reticencias de la vicepresidenta a pactar con Podemos.

Foto: Yolanda Díaz (c) y Ione Belarra (d). (EFE/Villar López)

Muchos meses antes de las elecciones autonómicas y municipales del 28-M ya mostraban su incomprensión sobre la falta de avances. Sánchez preguntaba a Díaz con asiduidad sobre sus intenciones e incluso el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero medió entre la vicepresidenta y Pablo Iglesias, sin éxito. El adelanto de las generales lo alteró todo, pero el jefe del Ejecutivo fue muy claro con Díaz cuando le informó de que iba a anunciar elecciones generales el 23 de julio. Era fundamental que alcanzara el acuerdo con Podemos porque, de no hacerlo, le dijo, se esfumaban las opciones de reeditar el Gobierno de coalición.

Las encuestas de la Moncloa eran cristalinas. Con Sumar y Podemos, cada uno por su lado, no había suma. Esta constatación empujó al entendimiento. Hubo pacto, aunque los morados se sienten muy maltratados —tienen cinco diputados en un grupo de 31— y no dejan de recordar que si Yolanda Díaz está en el Ejecutivo es porque ellos la pusieron. La política no escapa a las miserias de la vida, pero, en ocasiones, las disimula. Hay líderes que ejercen con severidad y otros con benevolencia.

Los problemas de convivencia entre Yolanda Díaz y Podemos afloran ya como otro gran obstáculo de esta legislatura. Uno más. Las relaciones son de permanente tensión, sin tregua. La firma del acuerdo de coalición con el PSOE es la última grieta y falta la prueba definitiva para dirimir si es posible cohabitar o no: la conformación del nuevo Gobierno de coalición. Con los socialistas muy confiados en que la investidura está "cerca" —lo ha dicho hasta el propio Pedro Sánchez—, el reparto de carteras entre las dos fuerzas es el paso posterior. Sánchez diseñará la estructura del nuevo Ejecutivo y después negociará con Díaz su cuota. Lo que se conceda a los morados, depende exclusivamente de ella.

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