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La dependencia de Bildu pone en la encrucijada al PSN, con Navarra y Pamplona en juego
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Intereses cruzados en la izquierda

La dependencia de Bildu pone en la encrucijada al PSN, con Navarra y Pamplona en juego

Las negociaciones con EH Bildu, más que una línea roja, son un tabú para los socialistas navarros. Los de Otegi quieren que se les "corresponda" en el ayuntamiento de Pamplona tras su apoyo a Chivite

Foto: La presidenta de Navarra, María Chivite, junto a las candidatas de Contigo Navarra y EH Bildu. (EFE/Jesús Diges)
La presidenta de Navarra, María Chivite, junto a las candidatas de Contigo Navarra y EH Bildu. (EFE/Jesús Diges)

El Partido Socialista de Navarra (PSN) no quiere ni oír hablar de acuerdos de gobernabilidad con EH Bildu. Es más, su campaña se centra en buscar un voto transversal para no depender de "apoyos externos" y reeditar con una posición de mayor fuerza el actual gobierno que la socialista María Chivite preside en coalición con Geroa Bai y la marca territorial de Unidas Podemos, Contigo-Zurekin. Las negociaciones, más que una línea roja, son un tabú para los socialistas navarros. Un tabú que tras el 28-M los de Arnaldo Otegi pretenden romper tras su apoyo gratuito a la investidura de Chivite en 2019 y una legislatura en la que han pactado cuatro presupuestos consecutivos, para que se les corresponda en el Ayuntamiento de Pamplona. El exalcalde de EH Bildu, Joseba Asiron, lo ha pedido expresamente en una reciente entrevista. Las dependencias cruzadas, como constatan las encuestas privadas y el CIS, vuelven a situar al PSN en una encrucijada con la presidencia de Navarra y el ayuntamiento de Pamplona en juego.

Hace cuatro años, el alcalde abertzale de EH Bildu perdió el bastón de mando del ayuntamiento, que volvió a manos de UPN, tras no ser "correspondido" por los socialistas. Los ediles del PSN, al igual que en el resto de municipios, se votaron a sí mismos facilitando el acceso a la alcaldía a la derecha. En Pamplona y en un buen número de ayuntamientos clave.

Foto: Lambán, Page, Puig y Vara, en la Conferencia de Presidentes de marzo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Los abertzales han ido girando en los últimos años para no anteponer las políticas identitarias a las sociales y avanzar en su normalización institucional con Madrid como punta de lanza de esta renovada estrategia. Si su abstención para facilitar el gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos no fue fruto de ningún acuerdo de investidura, a lo largo de la legislatura han negociado y apoyado los sucesivos presupuestos, además de poner su sello en algunas de las principales leyes del Ejecutivo de Pedro Sánchez, como la ley de vivienda que aprobará el Senado definitivamente esta semana.

Los recorridos de EH Bildu en Navarra y Madrid son similares. Y tras las elecciones autonómicas y municipales exigen contraprestaciones a los socialistas para recuperar la alcaldía de la capital navarra. Madrid como punta de lanza y Pamplona como laboratorio de ensayo. Chivite, que el pasado jueves participó en un desayuno informativo en Madrid, no pudo disimular su incomodidad a la hora de responder a preguntas que tuviesen a EH Bildu como protagonista. No solo porque en campaña lógicamente busca poner en valor su acción de gobierno, tanto en lo económico como en lo social, y centrarse en el proyecto socialista, sino por intentar moverse en el terreno de la ambigüedad.

No expresó de manera tajante que no pactaría la investidura con los aberzales, más allá de asegurar que "por supuesto" no los incluiría en un gobierno de coalición. Desde su entorno sí se desprende en conversaciones privadas que no cambiarán la estrategia de 2019. Esto es, no negociar acuerdos postelectorales con EH Bildu para la presidencia de Navarra y no facilitar con su voto que los aberzales obtengan el bastón de mando de la capital u otros municipios.

Foto: Urkullu y Sánchez, en una imagen de archivo. (EFE) Opinión

Sobre la inclusión de exmiembros de ETA en las listas electorales de EH Bildu, Chivite mostró su rechazo a una decisión que dijo no gustarle, pero que al mismo tiempo asume por ser "estrictamente legal" al contar con el beneplácito de la Junta Electoral. Su valoración de fondo, sin embargo, va más allá, dejando lugar a las especulaciones sobre la reiterada "correspondencia" de apoyos: "Pasar de la violencia para imponer tus ideas a la palabra, para acordarlas, creo que es un éxito de la democracia y de la sociedad en su conjunto. ETA desapareció hace diez años. El futuro de la sociedad vasca o navarra, guste o no, en determinados sitios, se tiene que construir con Bildu", aseguró según declaró en el mencionado desayuno informativo organizado por Europa Press.

Unas palabras que coinciden más con voces del PSOE como la del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero que con la de otros barones socialistas de la España interior. A propósito de la polémica de las listas, Zapatero aseguraba en una entrevista en La Cafetera de Radiocable que "dijimos a quienes apoyaban el terror en su día que si dejaban el terror tendrían el juego en las instituciones, y creo que esa promesa democrática hay que mantenerla".

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Desde la fundación FAES del expresidente popular José María Aznar se apresuraron en interpretar estas declaraciones como una "normalización de los acuerdos en la vida política, específicamente los acuerdos del PSOE con Bildu". En un análisis difundido por el think tank conservador, su integrante y diputado del PP por Madrid, Miguel Ángel Quintanilla, sostenía que "Bildu es socio del PSOE tanto como el PSOE lo es de Bildu; para los dos, esa sociedad, con algunos más, es la única posibilidad de llegar al Gobierno y conservarlo. Son parte de un acuerdo estructural que define un nuevo tiempo político en España".

La encrucijada del PSN tras el 28-M, que puede ser también la de Sánchez tras las generales, intenta salvarse por parte de los socialistas navarros apoyándose en la fragmentación de la derecha en esta comunidad. La candidatura unitaria de Navarra Suma en 2019 se ha dividido para el 28-M en UPN, PP y Ciudadanos. Además, Vox entraría en el Parlamento de Navarra con entre dos y tres escaños, según el CIS. La caída de UPN hace a los socialistas soñar con arrebatarles la primera posición (con la formación de Javier Esparza con entre 10 y 13 escaños y Chivite con entre 9 y 12, según el CIS) y estar en condiciones sacudirse las "dependencias externas". Esta fragmentación también podría tener el efecto de que Eh Bildu no necesitase el apoyo del PSN para gobernar en minoría el ayuntamiento, máxime ante una hipotética falta de entendimiento entre UPN y PP tras su abrupta ruptura.

El Partido Socialista de Navarra (PSN) no quiere ni oír hablar de acuerdos de gobernabilidad con EH Bildu. Es más, su campaña se centra en buscar un voto transversal para no depender de "apoyos externos" y reeditar con una posición de mayor fuerza el actual gobierno que la socialista María Chivite preside en coalición con Geroa Bai y la marca territorial de Unidas Podemos, Contigo-Zurekin. Las negociaciones, más que una línea roja, son un tabú para los socialistas navarros. Un tabú que tras el 28-M los de Arnaldo Otegi pretenden romper tras su apoyo gratuito a la investidura de Chivite en 2019 y una legislatura en la que han pactado cuatro presupuestos consecutivos, para que se les corresponda en el Ayuntamiento de Pamplona. El exalcalde de EH Bildu, Joseba Asiron, lo ha pedido expresamente en una reciente entrevista. Las dependencias cruzadas, como constatan las encuestas privadas y el CIS, vuelven a situar al PSN en una encrucijada con la presidencia de Navarra y el ayuntamiento de Pamplona en juego.

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