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Podemos ahonda en la herida y acusa al PSOE de "hacer daño" al Gobierno con el sí es sí
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La gran crisis de la coalición

Podemos ahonda en la herida y acusa al PSOE de "hacer daño" al Gobierno con el sí es sí

Moncloa no descarta que Montero o Belarra abandonen la coalición tras el 28-M, de no lograr un pacto con Yolanda Díaz para las generales. El PP dice ahora que no quiere acabar con la ley, después de que Gamarra vendiera su "derogación"

Foto: Ione Belarra e Irene Montero. (EFE/Zipi Aragón)
Ione Belarra e Irene Montero. (EFE/Zipi Aragón)

La herida que deja la gran crisis entre los socios del Gobierno de coalición en tres años y cuatro meses de legislatura está lejos de cerrarse. Si la ministra de Igualdad, Irene Montero, reconoció ayer su derrota con el pacto entre PSOE y PP para modificar la ley del sólo sí es sí en contra de su criterio, también advirtió que seguiría dando la batalla por "recuperar" el rol del consentimiento en el corazón de esta norma. No ha habido tregua. La ministra de Derechos Sociales y secretaria general morada, Ione Belarra, acusó este viernes al PSOE de estar "haciéndole daño" a la coalición, al pactar con el PP "un retroceso en los derechos de las mujeres". El enfado de los morados después de que los socialistas desautorizaran a su principal activo político es mayúsculo, pese a que ninguna de las partes confiaba en un pacto in extremis para no fracturar al Ejecutivo en la votación. Montero era el rostro de esa derrota, pero interpretan que era extrapolable al resto del Gobierno, y que sólo había un vencedor en el pleno del jueves: el Partido Popular.

Ni Podemos ni el PSOE contemplan una ruptura del Ejecutivo, si bien en Moncloa no descartan que, de no lograr un pacto con Yolanda Díaz para concurrir juntas a las elecciones generales, tras el 28-M, las ministras moradas abandonen la coalición para marcar perfil propio. El pulso escenificado entre los socios a cuenta del sí es sí no tiene precedentes, y mientras los socialistas se esforzaban por vender que apenas pactaron con el PP algunas correcciones técnicas -un cambio "de fe de erratas", en palabras de su portavoz parlamentario, Patxi López-, los morados les acusaban de ejecutar una contrarreforma "antifeminista". "Quienes no cuidan la coalición son quienes pactan retrocesos" para los derechos de las mujeres, apuntaba Belarra, con quien "sistemáticamente se ha opuesto a esos derechos". El PP, por su parte, decía una cosa y casi la contraria sobre esta norma.

Foto: La vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz (c), junto a la ministra de Igualdad, Irene Montero, tras un pleno en el Congreso. (EFE/Kiko Huesca)

El miércoles, escasas horas antes de que comenzase el pleno, los morados alertaban de que el Partido Popular usaría este debate y la posterior votación para "hacer sangre". La imagen posterior a que se saldase la votación, con caras serias en las bancadas socialista y de Unidas Podemos, y con los conservadores en pie, aplaudiendo y celebrando esta suerte de gol en propia del Gobierno, definía, en opinión de los morados, lo que ocurrió en ese pleno. Un día "triste", según Montero, que les encendió una luz roja, toda vez que el PSOE pactó estos cambios con el partido al que considera "antifeminista".

Había una certeza en Unidas Podemos: el futuro de la coalición no se dirimía en ese pleno, y al día siguiente ambos socios tendrían que seguir sentándose juntos en la mesa del Consejo de Ministros. Los morados, sin embargo, llevaban más de dos meses allanando el terreno para retratar al PSOE junto al PP, y ahora se disponen a utilizarlo en campaña electoral para marcar perfil propio.

Foto: Las ministras de Igualdad, Irene Montero (d), y Derechos Sociales, Ione Belarra. (EFE/Mariscal)

Por esta escena pasaba, casi de puntillas, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que no incluyó el pleno en su agenda oficial, pero asistió finalmente al debate. Díaz, de viaje oficial el día anterior, había solicitado el voto telemático, pero acudió al Congreso para respaldar a Montero y Belarra, y para evitar nuevas críticas por haberlas dejado solas en la bancada, como ocurrió en el pleno que dio luz verde a la tramitación de la iniciativa. "Es lo razonable, se lo agradecemos", afirmó este viernes Belarra, tratando de naturalizar esta presencia. Mes y medio antes, los morados criticaron su ausencia.

El PP no derogará la ley y Vox estalla

La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, vendió la contrarreforma pactada con el Partido Socialista como una "derogación" de la norma. Pero la Ley de Garantía de la Libertad Sexual sigue plenamente en vigor, sólo que con la modificación para crear un subtipo agravado de agresión sexual cuando se produce violencia o intimidación, lo que eleva la horquilla de penas en los distintos supuestos incluidos en la ley y revierte el goteo de rebajas de condenas que podían aplicarse con la redacción anterior. Génova entiende que esta modificación es suficiente, por lo que se compromete ya a no derogar la ley del sólo sí es sí en caso de que Feijóo logre llegar al Gobierno. Esto es, a mantener una ley que rechazó con sus votos en toda su tramitación en el Congreso, y que a la vez afirma haber derogado.

"Mientras responda, primero, a la seguridad jurídica; segundo, a la no revictimización de las mujeres; y tercero, a la no rebaja penal de delitos de esta envergadura, de esta dimensión y de este impacto social, la ley se quedará como está. La ley en su totalidad no es mala", aseveró este jueves el portavoz de campaña de los populares, Borja Sémper. En el mismo sentido se ha expresado este mismo viernes en TVE el vicesecretario de Institucional, Esteban González Pons. "Lo que está en vigor no lo vamos a modificar. Lo que vamos a hacer es una reforma probablemente del Código Penal", al entender que el Gobierno ha hecho a lo largo de la legislatura una serie de "remiendos", y a su juicio resulta necesario una "visión de conjunto". "El PP quiere que los violadores sean castigados con penas más graves", incidía.

Foto: Ione Belarra e Irene Montero. (EFE/Zipi Aragón)
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El PP situó la ley del sólo sí es sí —en su redacción original— como eje central de su oposición a Sánchez prácticamente desde que entró en vigor, hace ya casi ocho meses. En diciembre, el Partido Popular registró en el Congreso su proyecto de contrarreforma de la normativa de Montero, para tratar de atraer al PSOE a una negociación. Ese acercamiento no se produjo hasta hace unos días. Los socialistas, aislados de sus socios parlamentarios habituales, no tuvieron más remedio que pactar con el PP la modificación de una ley que le estaba provocando un importante daño electoral. Los de Feijóo tenían decidido su voto afirmativo desde hace días aunque, de cara al público, endurecieron su discurso y sus condiciones para tratar de poner su sello a la contrarreforma socialista.

El acuerdo entre PSOE y PP ha dado oxígeno a Vox, que ha optado por desmarcarse de la reforma del sólo sí es sí para no ser "cómplices" ni de un "pacto vergonzoso" con Sánchez; ni de una normativa que, a su juicio, "criminaliza a los hombres" y elimina la presunción de inocencia. Los de Santiago Abascal se desmarcan de sus homólogos populares, y aseguran que, si tienen posibilidad, derogarían la ley. Este jueves, Vox ni siquiera votó en contra de la reforma, sino que rechazó directamente participar en la votación. Tampoco tenían opción de desempeñar un rol decisivo: la suma de PSOE y PP garantizaba holgadamente la aprobación de la contrarreforma.

La herida que deja la gran crisis entre los socios del Gobierno de coalición en tres años y cuatro meses de legislatura está lejos de cerrarse. Si la ministra de Igualdad, Irene Montero, reconoció ayer su derrota con el pacto entre PSOE y PP para modificar la ley del sólo sí es sí en contra de su criterio, también advirtió que seguiría dando la batalla por "recuperar" el rol del consentimiento en el corazón de esta norma. No ha habido tregua. La ministra de Derechos Sociales y secretaria general morada, Ione Belarra, acusó este viernes al PSOE de estar "haciéndole daño" a la coalición, al pactar con el PP "un retroceso en los derechos de las mujeres". El enfado de los morados después de que los socialistas desautorizaran a su principal activo político es mayúsculo, pese a que ninguna de las partes confiaba en un pacto in extremis para no fracturar al Ejecutivo en la votación. Montero era el rostro de esa derrota, pero interpretan que era extrapolable al resto del Gobierno, y que sólo había un vencedor en el pleno del jueves: el Partido Popular.

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