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El hombre que cazaba trepas en Ciudadanos: "Villacís quiso irse al PP y la cagó"
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Entrevista a Fran Hervías

El hombre que cazaba trepas en Ciudadanos: "Villacís quiso irse al PP y la cagó"

Fran Hervías, que pilotó la extensión del partido en tiempos de Albert Rivera y luego se pasó al PP, publica una "historia no contada" de Ciudadanos con mucho truco interno

Foto: El exsecretario de organización de Ciudadanos, Fran Hervías, el pasado martes. (S. B.)
El exsecretario de organización de Ciudadanos, Fran Hervías, el pasado martes. (S. B.)

A nadie le gusta que le comparen con el capitán Schettino.

El Costa Concordia de Ciudadanos naufragó. Parte de la tripulación optó por el sálvese quien pueda. Pero aunque saltar al PP parecía un salvamento natural, tampoco ha sido jauja. Porque el transfuguismo está mal visto. Porque, aunque a los partidos grandes les guste comerse a los chicos, los políticos fichados de la competencia suelen ser recibidos de uñas por los parroquianos habituales.

Toni Cantó fichó por el PP con gran escandalera; su estancia fue breve. La carrera en el PP de Fran Hervías, antiguo todopoderoso secretario de Organización de Ciudadanos, no fue mucho más larga, y eso que su fichaje fue estratégico (pieza clave en mitad de una opa del PP a Ciudadanos).

Foto: Albert Rivera con José Manuel Villegas. (EFE)

Hervías acaba de publicar el ensayo Ciudadanos. La historia jamás contada, con mucha información sobre el crecimiento interno del partido (la madre de todos los castings tecnocráticos, con Hervías cual jefe de recursos humanos obligado a diferenciar entre talentos y arribistas), menos sobre su descalabro y dosis justas de autocrítica (el comodín la-culpa-de-todo-la-tiene-Sánchez es demasiado goloso como para flagelarse con lo que pudo haber sido y no fue). Hablamos con Fran Hervías en la cafetería de un céntrico hotel madrileño.

P. Durante la expansión de Ciudadanos, escribió usted un manual para localizar personas tóxicas en el partido. ¿Por qué?

R. En efecto, perfiles de tipos de afiliados. Yo siempre digo que, lo que no sale en la tele, no existe en política. La gente cree que conoce a los partidos porque conoce sus propuestas, pero desconoce casi todo, por ejemplo, la gestión interna de equipos, fundamental si quieres construir un partido bien engrasado. Cuando Ciudadanos empezó a crecer, y los militantes se agolpaban para entrar, hubo que hacer filtros, no dejar la selección al azar.

placeholder (S. B.)
(S. B.)

P. ¿Tenía usted experiencia previa?

R. La adquirí durante el proceso, fui autodidacta. Comprendí que, en las asambleas de afiliados, se repetían siempre los mismos comportamientos en cualquier lugar de España. Elaboré un documento de trabajo sobre las diversas actitudes sociales cuando pretendes prosperar en un partido. Girauta me dijo que estaba creando doctrina.

P. ¿Cuáles eran esos comportamientos?

"Yo soy consciente de que Ciudadanos es una empresa en quiebra"

R. Había cuatro grupos de afiliados: el activo comprometido, el activo interesado, el pasivo y el tóxico. El pasivo siempre era el más numeroso, en torno al 60%. El activo rondaba el 30%, la mitad interesados y la mitad comprometidos. Los tóxicos, por suerte, solo eran alrededor del 10%.

El comprometido era el afiliado que hacía buzoneo o asistía a un evento sin rechistar. Casi siempre sabíamos, por ello, cuánta gente asistiría a un mitin de Albert Rivera, y que podíamos meter 10.000 personas en Vistalegre sin problema.

Elaboré, por tanto, doctrina interna sobre los comportamientos sociales dentro de un partido político.

P. ¿Cómo pasaba un afiliado de comprometido a tóxico?

R. Es legítimo que uno quiera ascender en un partido, pero cuando los intereses personales eran mayores que los del partido, empezaban los problemas. El "quiero ser concejal", "quiero ser diputado", "quiero ser el número uno". Si esa persona conseguía su objetivo, perfecto, pero si no lo lograba, pasaba de activa a tóxica: "No hago lo que me mandas porque no me has dado un cargo", "soy mejor que el que has elegido para el puesto", lamentaban dichas personas. Peleas de sillas y sillones. Cuando había tensiones internas fuertes, el activo comprometido también podía pasar a pasivo entre lamentos: "Yo no quiero estar aquí pagando mi cuota y echando una mano, a cambio de nada".

placeholder 'Ciudadanos. La historia jamás contada' de Fran Hervías. (S. B.)
'Ciudadanos. La historia jamás contada' de Fran Hervías. (S. B.)

P. También describió a los trepas, ¿no?

R. Es el síndrome de Procusto, el síndrome de la mediocridad. Hay personas con miedo al talento ajeno, miedo a que alguien más listo les quite el puesto. Es una tipología en la que se mezclan los trepas y los tapones. El trepa es el quítate tú para ponerme yo. El tapón frena tu crecimiento para que no puedas quitarle el puesto y ocultar así sus carencias. El miedo a que gente mejor que él le deje en evidencia.

Todos esos comportamientos y psicologías estaban en Ciudadanos. Gente a la que le quedaba grande el carguito, también en los niveles de alta dirección. Rodearte de mediocres para destacar tú más y tapar tu propia mediocridad… A mí todo eso me daba mucha pena. Era la aplicación práctica del principio de Peter: en la jerarquía de una entidad, todos ascienden hasta el límite de su incompetencia. Pasó en Ciudadanos.

También estaba el síndrome de Solomon, los palmeros, personas con aptitudes, pero baja autoestima, que aplaudían a sus superiores hicieran lo que hicieran.

P. ¿Era imposible controlar internamente la acelerada expansión territorial de un partido que olía a éxito?

R. Fue para habernos matao. Cuando construyes un proyecto así, hay que arriesgar, el que no arriesga, pierde. Puedes perderlo todo o ganarlo todo. UPyD murió de puro miedo al crecimiento. El problema es cómo crecer de modo cohesionado. Las puertas de Ciudadanos estaban abiertas a todo el mundo, hasta que descubrías que algunos eran incompatibles con los principios del partido.

Yo fui tejiendo una red en todo el territorio basándome en las asambleas de afiliados. Fui nombrando a personas que no conocía de nada responsables de zona. Muchas veces, acerté; otras, me equivoqué. Tome decisiones casi solo. Salió razonablemente bien. En cuatro años, Ciudadanos pasó de nueve diputados autonómicos a 167, de 11 concejales a 10.000, de cero diputados nacionales a 57. Nada mal. Luego vino, eso sí, la caída, pero algo hicimos bien cuando logramos construir la tercera fuerza política del país en cuatro años.

P. Habla de las luchas de poder entre afiliados, pero ¿qué pasaba cuando las dinámicas tóxicas se daban en la punta de la pirámide?

R. Lo que decía antes del síndrome de Procusto, reproducido por arriba, gente con miedo a perder su puesto en los Comités, que quería más cargos, que puteaba a fulanito para hacerse con su puesto, que atribuía sus errores a otro para enterrar sus penurias… era muy delicado de gestionar. Pasaba mucho tiempo mediando en las disputas tipo "Fulanito me ha hecho esto o esto otro".

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Foto: S. B.

P. ¿Fichó usted por el PP para pasar de Secretario de Organización de Ciudadanos a Secretario de Desguace de Ciudadanos?

R. No, eso es falso. De hecho, escribí este libro para aportar luz y ser justo con lo que realmente pasó. Yo no me sentía cómodo con los pactos de Ciudadanos con Pedro Sánchez. Me quejé sin hacer ruido, desde la lealtad a la nueva dirección, me parecía una estrategia errónea, no la compartía.

Cuando en las elecciones catalanas pasamos de 36 a 6 parlamentarios, en lugar de hacer autocrítica, la cúpula culpó al equipo anterior de Albert Rivera, aunque ellos formaron parte de ese equipo. Para mí fue la gota que colmó el vaso. El 18 de febrero de 2021, me reuní con los hombres fuertes de Arrimadas. Me pidieron que me alineara con la dirección. Me negué. Ese ya no era el Ciudadanos en el que yo creía. Esa tarde, lloré, hablé con mi mujer y decidí abandonar el partido.

Ciudadanos era cómplice del sanchismo. El otro día, Arrimadas dio un discurso brillante en la moción de censura… pero luego apoyó a Sánchez. No podía seguir representando a un partido contrario a mis principios. Me fui de Ciudadanos por honestidad. Dejé mi acta y mis cargos. Me fui al PP de asesor para intentar cambiar España, para ayudar a echar a Sánchez y a Pablo Iglesias de Moncloa.

P. ¿Pero el PP no le fichó para desgastar a Ciudadanos?

"Yo me fui de Ciudadanos por convicción, los demás intentan irse por necesidad"

R. Es evidente que me fui al PP para ayudar a reunificar el centroderecha. Mi trabajo fue elaborar un documento estratégico para ello, con un listado de personas que podían pasarse al PP, pero no solo políticos de Ciudadanos, también personalidades de la cultura, el deporte o el periodismo. El Partido Popular era el único que podía ganar a Sánchez.

P. A usted le fichó el equipo de Casado, pero el PP cambió su dirección. ¿Le echaron porque le relacionaban con el casadismo?

R. No tengo ni idea, la verdad. Yo fiché como asesor de la vicesecretaria general de Organización, es decir, no tenía ningún cargo, era un trabajador más del PP.

Mi contrato era de alta dirección, vinculado a la continuidad de Ana Beltrán como vicesecretaria general, cuando dejó de serlo, me lo rescindieron automáticamente, pero nunca me despidieron. A mí no me han despedido nunca de ningún trabajo. Sencillamente, el nuevo equipo decidió que ya no necesitaba mis servicios para reubicar al centroderecha, aunque ahora estén ejecutando la estrategia que dejé diseñada. No sé si con mi documento o con otro nuevo, pero la idea es exactamente la misma, señal de que hice un buen trabajo.

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Foto: S. B.

P. ¿Cómo ha visto el psicodrama Villacís? Parece que tuvo dudas sobre si saltar o no al PP…

R. No, no, dudas ninguna, Villacís lo tenía clarísimo: quería irse al PP… pero equivocó el modo de hacerlo.

Yo soy consciente de que Ciudadanos es una empresa en quiebra, Villacís no tanto. ¿Qué le pasó? Es como si a un náufrago le dijeran de pronto: "Mire, ahí tiene una isla propiedad de alguien. Le vamos a dejar venir a nuestra isla para salvarse, pero, lógicamente, no puede usted pedir nada a cambio". Villacís no entendió que el Partido Popular solo le estaba lanzando un salvavidas. Villacís se creyó alguien, pero no estaba en condiciones de exigir nada. Se equivocó y, además, le pillaron con el carrito del helado. Quedó muy feo. Tanto que ni los suyos le apoyaron en las primarias de Ciudadanos. El papelón del partido también ha sido tremendo: tragar con una persona que había estado meses negociando irse al PP. Todos hasta arriba de mierda. Por eso digo que, si yo me fui de Ciudadanos por convicción, los demás intentan irse por necesidad.

P. Villacís, por tanto, midió mal sus fuerzas.

R. Claro, la cagó, no estaba en condiciones de ser una corriente interna en el PP, de pedir cargos orgánicos o venirse con más gente. No es posible negociar en posición de fuerza cuando tu empresa está en quiebra. BlackBerry tuvo un valor altísimo y ahora nadie se acuerda de ella.

P. Ciudadanos pasó de soñar con Moncloa a diez diputados. Con ustedes al frente. ¿Alguna autocrítica?

R. Sí, no supimos desenmascarar antes a Sánchez. Eso lo hicimos mal. Cuando nos dimos cuenta era demasiado tarde.

A nadie le gusta que le comparen con el capitán Schettino.

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