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Tres de cada cuatro provincias registran ya más llegadas de inmigrantes que nacimientos
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el gran desafío demográfico

Tres de cada cuatro provincias registran ya más llegadas de inmigrantes que nacimientos

La sociedad española está en un proceso de transformación similar al que han vivido otros países antes y con potencial para cambiar el mapa político, económico y cultural del país

Foto: Viajeros llegando al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas. (EFE/Fernando Villar)
Viajeros llegando al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas. (EFE/Fernando Villar)
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Con la excepción de Extremadura, el interior de Andalucía y algunas provincias de las Castillas, todo el territorio español registra ya más llegadas de inmigrantes que nacimientos. O lo que es lo mismo: la nueva población de España proviene mayoritariamente del extranjero. Se entiende mejor buceando en este gráfico:

En sintonía con lo que ocurre en casi todos los países desarrollados, nuestra evolución demográfica está totalmente condicionada por la inmigración. Es más, una cuarta parte de los bebés nacidos en España también tienen madre extranjera. Y eso que las estadísticas disponibles no tienen en cuenta a aquellas que recibieron la nacionalidad española antes de parir. Por explicarlo con un ejemplo: una recién llegada de Colombia puede contar como madre extranjera en el registro de su primer hijo y, tres años después, como madre española en el registro del segundo.

Los demógrafos suelen preferir la comparación del saldo vegetativo (nacimientos menos defunciones) con el saldo migratorio (inmigración menos emigración) para analizar el fenómeno. Se trata de magnitudes más elaboradas y exactas, aunque menos intuitivas. En cualquier caso, ofrecen una foto muy parecida: desde hace ya años, la población de casi todas las provincias españolas depende fuertemente de la llegada de extranjeros.

¿El español nace o se hace?

"Los saldos vegetativos son negativos en prácticamente toda España, pero eso no quiere decir que la población disminuya. Y lo que evita que eso suceda es la inmigración. Es algo que en países como Alemania lleva ocurriendo desde los años 80", dice Antonio J. Argüeso, director general de estadísticas de población del INE. Se pueden realizar otras muchas comparativas para dimensionar el fenómeno. Según el ministerio de Seguridad Social y Migraciones, más de 202.000 inmigrantes recibieron la nacionalidad española en 2021, frente a los 336.000 nacimientos registrados en el país ese mismo año.

La tendencia comenzó hace dos décadas y ha seguido intensificándose a trompicones a pesar de las sucesivas crisis, no tanto por un incremento en el ritmo de llegadas desde el extranjero, como por el desplome continuado de la natalidad. El caso de España es diferente al de otros países occidentales porque hasta finales de los años 90 el saldo migratorio era negativo (se iba más gente de la que llegaba). Pero a partir de 1999 empezó una de las oleadas de inmigración más intensas que se han registrado nunca en ningún país del mundo. Julio Pérez, investigador del CSIC y creador de Apuntes de Demografía recuerda que en algunos años de la primera década del siglo el saldo migratorio neto llegó a superar las 700.000 personas al año. "En términos relativos, son cifras que ni siquiera en Estados Unidos se han alcanzado nunca".

La oleada fue tan intensa que, combinada con un aumento de la esperanza de vida, consiguió darle la vuelta también el saldo vegetativo durante algún tiempo, poniéndolo en positivo, ya que los inmigrantes suelen emprender el viaje en edades fecundas y tienen más hijos que la media. Luego, a partir de 2008, la crisis económica revirtió de nuevo la situación. Con el hundimiento del empleo durante aquellos años, España llegó a registrar un saldo migratorio negativo. Pero volvió a reflotar en 2015 y a partir de entonces se ha mantenido en cifras positivas, incluso con las restricciones a los viajes y el parón de la actividad económica sufrido durante la pandemia. Así, el saldo migratorio actual se sitúa en torno a las 500.000 personas al año, una cifra que permite que España siga creciendo en población.

En los últimos años, se han elaborado varias proyecciones sobre la evolución a futuro, aunque las más citadas son las de INE. El trabajo no es tanto un ejercicio estadístico como un pronóstico de los grupos de investigación demográfica consultados. Sus previsiones (que suelen prever repuntes de la natalidad, desaceleraciones del saldo migratorio y subestimar la esperanza de vida) acaban siendo luego corregidas al alza por la realidad. Y aun siendo extremadamente conservadoras, hablan de un incremento significativo y constante del porcentaje de población extranjera. Estiman que, antes de 2037, uno de cada cuatro residentes en España ya habrá nacido en el extranjero.

Aun aceptando estos números que proyecta el INE, se trata de una transformación que cambiará el mapa político, económico y cultural del país, de la misma manera que está sucediendo ya en el resto de países occidentales. "Hay muchos malentendidos sobre las consecuencias de todo esto, incluso entre la gente que le presta atención al tema. Por ejemplo, se tiende a hablar de que se puede revertir la España Vacía y la despoblación, aunque es al contrario. Los inmigrantes tienen más movilidad que los locales porque no tienen raíces. Se mueven a las zonas más dinámicas, donde hay más trabajo, y contribuyen a la concentración de población. Una sociedad con más inmigrantes es una sociedad más proclive a concentrar su población", dice Fernando Rubiera, profesor de Economía Urbana y Regional de la Universidad de Oviedo. "No frenan la despoblación, pero logran que las regiones más dinámicas, como Madrid, encuentren la fórmula de la eterna juventud. Gracias a la inmigración, no envejecen".

Foto: Paul Morland. (Cedida)

Muchos gobiernos (sobre todo en el norte, el este de Europa y Asia) han tratado de revertir situaciones parecidas incentivando la natalidad con programas millonarios, bajas de maternidad de hasta 62 semanas (como Estonia), o bajas de paternidad de hasta un año (como Japón) pero ninguna política ha resultado demasiado efectiva. En algunos casos, como el francés, los natalistas y los defensores de la pureza étnica y/o cultural se han encontrado con un resultado contrario al deseado: las ayudas a la natalidad eran aprovechadas en mayor medida por las comunidades de procedencia extranjera, justo aquellas cuyo peso proporcional se pretendía reducir. Por otra parte, cada vez que se obstaculiza la entrada de inmigrantes, y ante el imperativo demográfico, los sectores productivos más dependientes de su mano de obra se empiezan a resentir y presionan para buscar una solución. Algo que está sucediendo actualmente en España por el frenazo de llegadas experimentado durante el covid.

Con la excepción de Extremadura, el interior de Andalucía y algunas provincias de las Castillas, todo el territorio español registra ya más llegadas de inmigrantes que nacimientos. O lo que es lo mismo: la nueva población de España proviene mayoritariamente del extranjero. Se entiende mejor buceando en este gráfico:

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