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La baza de Asturias para paliar la crisis: recuperar una regasificadora 10 años parada
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La baza de Asturias para paliar la crisis: recuperar una regasificadora 10 años parada

Enagás rescata la planta de El Musel (Gijón), una instalación que nunca se utilizó, para almacenar gas natural licuado. El objetivo es que uno de los tanques esté operativo en enero de 2023. Tiene capacidad para 300.000 m3

Foto: La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, y el presidente del Principado, Adrián Barbón, visitan la regasificadora del puerto de El Musel. (EFE/Paco Paredes)
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, y el presidente del Principado, Adrián Barbón, visitan la regasificadora del puerto de El Musel. (EFE/Paco Paredes)

El suministro de gas en Europa pende de un hilo desde que Rusia inició la invasión en Ucrania. El conflicto traspasó fronteras y obligó a la UE a replantear su relación con Vladimir Putin, de quien siempre dependió (junto con Argelia) para obtener este combustible básico. La búsqueda de alternativas para desvincularse del gas ruso llevó a sondear opciones que llevaban mucho tiempo en el cajón. Y una de ellas está en Asturias. Se trata de la regasificadora de El Musel, en Gijón, con capacidad para almacenar hasta 300.000 metros cúbicos de gas natural licuado (GNL), según Enagás, la compañía propietaria. La instalación lleva años abandonada, pero hay un proceso para ponerla en marcha en 2023 y facilitar el suministro a otras zonas del continente.

En julio, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, visitó las instalaciones junto al presidente del Principado, el socialista Adrián Barbón. La planta es de titularidad privada, pero necesita pasar una serie de controles gubernamentales. Aunque se construyó hace una década (y se invirtieron en ella 360 millones de euros) nunca llegó a abrir por incumplir la normativa ambiental de la época. Ahora, la situación es bien distinta. La crisis energética le da una nueva oportunidad tras superar, primero, la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del MITECO, que ya dio luz verde al trámite en 2021 antes de estallar la guerra. Queda el informe favorable de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) para que Enagás dé el sí definitivo a la planta.

Foto: Imagen de la regasificadora en el puerto de El Musel (Efe)

Una cuarta parte del consumo de gas en España

La planta dispone de dos tanques con capacidad de 150.000 m3. El plan de la compañía es ponerlos en marcha de forma progresiva, uno en enero del año que viene y el otro, más o menos, en abril. Aún no disponen de todos los permisos, pero ya iniciaron la formación para futuros trabajadores. La idea es que la producción no esté conectada directamente a la red gasística española, sino que pueda exportarse en barco a otras zonas de Europa y favorecer el autoabastecimiento energético en toda la comunidad. Según Enagás, al año podrán transportarse unos 8.000 millones de metros cúbicos (bcm, por sus siglas en inglés).

Para lograrlo, anualmente tendrían que cargar y descargar en su muelle en torno a un centenar de barcos. Pero si finalmente es así y se cumplen las previsiones, supondría una cuarta parte del gas natural licuado que se consume de media en España, que son unos 34 bcm. Este es, además, el país con más regasificadoras de la Unión Europea y uno de los líderes en capacidad de reserva según los estándares de Bruselas. La de El Musel es la única planta que está sin funcionar, pero existen otras seis distribuidas entre Barcelona, Cartagena, Huelva, Bilbao, Sagunto y Mugardos. En 2021 la mayoría del gas que entraba en la Unión Europea procedía de Rusia (40%), Noruega (25%) y en menor medida Argelia (8%), según el portal alemán Statista. Con el primero y el último prácticamente descartados para España (inmersa en una crisis diplomática con el Gobierno argelino) toca fijar la vista en nuevas opciones.

Para qué sirven las regasificadoras

Hay dos formas de obtener gas. La más habitual, al ser más barata, son los gasoductos, que conectan a través de una tubería al país proveedor con el receptor final. El Nord Stream, por ejemplo, es el que enlaza Rusia con Alemania, y una de las vías de entrada de este recurso en Europa. Primero se extrae de los pozos de gaseosa y, luego, se transporta mediante estructuras kilométricas de un territorio a otro. Pero también están las regasificadoras como la que ahora se pretende abrir en Gijón. Son menos habituales porque, sencillamente, son más caras y requieren de grandes instalaciones. Aunque tienen una ventaja: permiten mayor independencia y otorgan más garantías al suministro.

¿Cómo funcionan? Comprimiendo el gas hasta volverlo líquido y enfriarlo. Para no depender de un tubo con un máximo de kilómetros, y poder transportar el combustible a prácticamente cualquier lugar, se traslada en unos buques llamados metaneros. La condensación permite almacenar una reserva mucho mayor y pasarla al barco, que una vez llega a su destino final lo vaporiza. Es aquí donde entran en juego las regasificadoras, que devuelven el combustible a su forma de gaseosa. Cuando el gas se descomprime, se inyecta directamente en la red gasística del país y así llega, finalmente, a los hogares.

placeholder Instalaciones en Noruega para recibir gas natural. (EFE/EPA/Fredrik Varfjell)
Instalaciones en Noruega para recibir gas natural. (EFE/EPA/Fredrik Varfjell)

Esta opción permite cierta flexibilidad, pero los países receptores necesitan contar con sus propias regasificadoras para poder hacer uso del combustible que llega en barco. En el caso de España existen las dos opciones, gasoducto y planta de GNL. Los datos del año pasado retrataron que gran parte del gas natural licuado en el país se compraba a Estados Unidos, prácticamente un 50% más de lo que se exportó en 2020, según un informe de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA). Curiosamente, el mismo porcentaje en el que ha aumentado el precio del gas en toda Europa con la actual crisis energética.

Foto: EC.

En Asturias, el consejero de Industria, Empleo y Promoción Económica, Enrique Fernández, reiteró en el último pleno el deseo del Principado para que El Musel pueda empezar a funcionar lo antes posible. No solo por los beneficios que puede aportar al país, sino por los empleos que generará en la región. Pero no todos se mostraron tan optimistas.

"Hay demasiado en juego. No pueden ver la regasificadora como un simple tanque de almacenamiento", le espetó este miércoles el diputado de Foro Asturias, Adrián Pumares, que preguntó al Gobierno autonómico cómo pensaba aprovechar al máximo la infraestructura después de años paralizada. "Ya no sabemos cuántos anuncios ha realizado Barbón en lo que va de legislatura sobre su puesta en marcha, pero la realidad es que esta infraestructura se va a convertir en un almacén sin conexión con la red gasista", reprochó.

El suministro de gas en Europa pende de un hilo desde que Rusia inició la invasión en Ucrania. El conflicto traspasó fronteras y obligó a la UE a replantear su relación con Vladimir Putin, de quien siempre dependió (junto con Argelia) para obtener este combustible básico. La búsqueda de alternativas para desvincularse del gas ruso llevó a sondear opciones que llevaban mucho tiempo en el cajón. Y una de ellas está en Asturias. Se trata de la regasificadora de El Musel, en Gijón, con capacidad para almacenar hasta 300.000 metros cúbicos de gas natural licuado (GNL), según Enagás, la compañía propietaria. La instalación lleva años abandonada, pero hay un proceso para ponerla en marcha en 2023 y facilitar el suministro a otras zonas del continente.

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