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La doctrina Feijóo se topa con Vox: "Bienvenido a la política nacional"
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Los de Abascal, un problema para el gallego

La doctrina Feijóo se topa con Vox: "Bienvenido a la política nacional"

Cargos del Partido Popular avisan de que el discurso de la lista más votada no es realista y temen que Sánchez adelante las elecciones agitando el miedo a la ultraderecha

Foto: Alberto Núñez Feijóo. (EFE/David Fernández)
Alberto Núñez Feijóo. (EFE/David Fernández)
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"Bienvenido a la política nacional". Esta declaración de un diputado del PP podría haber sido el eslogan que colgase tras el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, cuando el pasado martes salió a dar una rueda de prensa como candidato único a la presidencia del PP. Los que le llevan años tratando pronto reconocieron que pese a estar ante uno de los días más importantes de su carrera política, el gallego "estaba incómodo". Alfonso Fernández Mañueco había sellado el primer gobierno PP-Vox de la historia en Castilla y León y a Génova llegaban las réplicas del seísmo. Era inútil levantar una barrera. "En Madrid no es como en Galicia donde tienes los resortes del poder controlado", explica un veterano que aventura que a Feijóo "le va a costar" adaptarse. Prueba de ello es que en apenas 24 horas el futuro líder del PP pasó del "no había más remedio" al "a veces es mejor perder el Gobierno que pactar con los populismos". Los bandazos están a la orden del día en política, pero hasta ahora no son propios del biotopo Feijóo.

El partido está todavía haciendo la digestión de la mayor crisis que ha vivido en los últimos años y le va a costar metabolizar a Vox como socio. Hay coincidencia en que Feijóo es el mejor para atemperar los ánimos ante las críticas de legitimar a la ultraderecha porque "nadie le puede etiquetar de extremista". En su estrategia está ensanchar el PP por el centro y marcar diferencias con el partido de Santiago Abascal en un camino de ofrecer al PSOE grandes pactos de Estado entre los que estaría permitir gobernar a la lista más votada para acabar con la dependencia de partidos extremistas a derecha e izquierda. Como teoría es impecable. En la práctica, presidentes autonómicos y alcaldes ponen en evidencia lo tozudo de los números para pactar. Si hoy se aplicase lo que la futura dirección defiende, el PP no gobernaría en plazas tan importantes como la Junta de Andalucía o el Ayuntamiento de Madrid, recuerdan. El debate en el partido ya está abierto y en los cargos intermedios no hay duda de que de cara a las municipales y autonómicas de 2023 los alcaldes primarán conservar o lograr los ayuntamientos antes que dejar gobernar al PSOE. Andalucía será la siguiente gran prueba. En estos momentos Juanma Moreno confía en que "cada territorio es diferente" y maneja encuestas en las que el PP está robando votos a los socialistas por el centro, aunque se hace difícil imaginar un escenario en el que Vox no sea determinante.

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira jr)

La estrategia de alianzas es el primer gran escollo de la futura dirección. En el partido no habrá contestación pública porque todos están volcados en recomponer las siglas. Feijóo es respetado y del congreso de abril el mensaje que debe salir es el de la unidad. De ahí las críticas contra Pablo Casado por su intervención en la reunión del PP europeo donde se afearon los pactos con los populistas. La dirección del todavía líder había levantado un muro frente a Vox que pretendía mantener hasta las generales. El resultado de Castilla y León había trastocado esos planes porque Mañueco ya había trasladado a Génova que no iría en ningún caso a una repetición electoral. Hace apenas unos meses, tanto la dirección nacional como los barones centristas, contemplaban cualquier opción que dejase fuera a la formación de ultraderecha. El 13-F dio un baño de realidad.

Ahora todo va a depender de la presión que marque Pedro Sánchez. El mensaje de Feijóo de dar libertad a los territorios y a los ayuntamientos para decidir sobre sus socios ha envejecido en pocas horas porque el PSOE ha encontrado en la coalición de Castilla y León el "talón de Aquiles" del gallego. Un histórico dirigente socialista resumía con un "obras son amores" la contradicción entre ir de la mano con la ultraderecha y definirse como "centrista". En Ferraz había inquietud ante el desembarco de Feijóo y ahora ese estado se ha trasladado al PP.

El análisis que se hace entre los populares es que la alianza con Vox no está mal vista por la mayoría de sus votantes, que en plazas como Castilla y León la bendicen. No preocupa una fuga, sino la movilización del voto de la izquierda. Sánchez ha encontrado su "otra foto de Colón" y a partir de aquí son muchos los que ya ven posible un adelanto de las generales. Entre los que defienden este escenario, el argumento principal es que el Gobierno tiene un claro relato para ir a las urnas, o con las andaluzas en octubre, o incluso convocar un "superdomingo" haciendo coincidir generales, autonómicas y municipales en mayo de 2023. El PSOE convocaría desde la premisa de la estabilidad apelando a la necesidad de un gobierno fuerte para hacer frente a las consecuencias de la guerra en Ucrania y, lo más importante, frente a la amenaza de que la ultraderecha pueda entrar en más gobiernos y llegar de la mano del PP a la Moncloa. Este escenario permitiría a Sánchez un golpe de efecto a izquierda y derecha. En su bando neutralizaría la amenaza de una plataforma liderada por Yolanda Díaz. La vicepresidenta aún no tiene conformado un proyecto y adelantar los tiempos la perjudica. También asestaría la puntilla a un Podemos que con su discurso anti-OTAN en la lucha contra Rusia vive horas bajas.

Foto: Feijóo, durante el acto con militantes canarios del PP. (EFE/ Ramón de la Rocha)

¿Y Feijóo? "Sería el peor escenario para Alberto", reconocen sin fisuras desde su entorno. Del congreso de abril saldrá su nuevo equipo, pero hay coincidencia interna en que "necesita tiempo". El discurso para neutralizar a Vox como hizo en Galicia se antoja difícil a nivel nacional porque con la presión de las autonomías y los ayuntamientos "no se podrá prometer que no habrá coaliciones con la ultraderecha". Los más optimistas en el partido confían en que el gallego sea capaz de "elevarse" y movilizar al voto del centro por su trayectoria y experiencia de gestión frente a un Sánchez desgastado que ha pactado con ERC y Bildu y ha perdido la "credibilidad". Estos ponen el acento en que hay muchos votantes del PSOE que en las autonómicas le han dado su voto: "Feijóo acaba de llegar y su única obligación es mejorar el resultado". Entre los defensores de que se crecerá por el centro, al margen de los pactos con Vox, la suma es un PP más fuerte en el Congreso que pueda abrirse a alianzas con otros partidos y que establezca una relación de fuerza con los de Abascal.

"Este discurso estaba vigente hasta que dimos sillones a Vox", recelan los pesimistas que apuntan que la negociación en Castilla y León se ha hecho de forma apresurada para distanciarla de la "entronización" de Feijóo cediendo ante las exigencias de los de Abascal. En este momento ven más difícil que se pueda llegar a la Moncloa porque, según sus cálculos, los votantes del PP que no son centristas se irán a Vox y los centristas huirán: "La campaña sería con Abascal de vicepresidente de facto". También ven anulada cualquier posibilidad de acordar con los cuarenta diputados del Congreso que no son ni PSOE ni PP porque Vox ejerce de repelente. La realidad se ha ido imponiendo a los teóricos. El próximo sábado, Feijóo estará en Valladolid con Mañueco. Contra Génova se vive mejor.

"Bienvenido a la política nacional". Esta declaración de un diputado del PP podría haber sido el eslogan que colgase tras el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, cuando el pasado martes salió a dar una rueda de prensa como candidato único a la presidencia del PP. Los que le llevan años tratando pronto reconocieron que pese a estar ante uno de los días más importantes de su carrera política, el gallego "estaba incómodo". Alfonso Fernández Mañueco había sellado el primer gobierno PP-Vox de la historia en Castilla y León y a Génova llegaban las réplicas del seísmo. Era inútil levantar una barrera. "En Madrid no es como en Galicia donde tienes los resortes del poder controlado", explica un veterano que aventura que a Feijóo "le va a costar" adaptarse. Prueba de ello es que en apenas 24 horas el futuro líder del PP pasó del "no había más remedio" al "a veces es mejor perder el Gobierno que pactar con los populismos". Los bandazos están a la orden del día en política, pero hasta ahora no son propios del biotopo Feijóo.

El partido está todavía haciendo la digestión de la mayor crisis que ha vivido en los últimos años y le va a costar metabolizar a Vox como socio. Hay coincidencia en que Feijóo es el mejor para atemperar los ánimos ante las críticas de legitimar a la ultraderecha porque "nadie le puede etiquetar de extremista". En su estrategia está ensanchar el PP por el centro y marcar diferencias con el partido de Santiago Abascal en un camino de ofrecer al PSOE grandes pactos de Estado entre los que estaría permitir gobernar a la lista más votada para acabar con la dependencia de partidos extremistas a derecha e izquierda. Como teoría es impecable. En la práctica, presidentes autonómicos y alcaldes ponen en evidencia lo tozudo de los números para pactar. Si hoy se aplicase lo que la futura dirección defiende, el PP no gobernaría en plazas tan importantes como la Junta de Andalucía o el Ayuntamiento de Madrid, recuerdan. El debate en el partido ya está abierto y en los cargos intermedios no hay duda de que de cara a las municipales y autonómicas de 2023 los alcaldes primarán conservar o lograr los ayuntamientos antes que dejar gobernar al PSOE. Andalucía será la siguiente gran prueba. En estos momentos Juanma Moreno confía en que "cada territorio es diferente" y maneja encuestas en las que el PP está robando votos a los socialistas por el centro, aunque se hace difícil imaginar un escenario en el que Vox no sea determinante.

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