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"Huyamos de lo rápido y de lo tontito, hay cosas que necesitan diálogo y controversia"
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¿Y TÚ DE QUIÉN ERES?

"Huyamos de lo rápido y de lo tontito, hay cosas que necesitan diálogo y controversia"

Entrevista a Luis Arroyo, sociólogo, profesor universitario y presidente de la consultora Asesores de Comunicación Política, que ha escrito varios libros, como 'El poder político en escena' (RBA)

Foto: El presidente del Ateneo de Madrid, Luis Arroyo, durante la entrevista con EC. (J.H.)
El presidente del Ateneo de Madrid, Luis Arroyo, durante la entrevista con EC. (J.H.)

Luis Arroyo entra exultante en el salón de actos del Ateneo de Madrid. Una institución de la que es presidente desde hace menos de un mes y a la que quiere devolver el esplendor de épocas anteriores. Enseña el salón, la biblioteca, la galería de ateneístas ilustres en las que solo hay una mujer llamada Emilia Pardo Bazán. "¿Qué te parece? ¿A que es precioso?", dice con el gesto de orgullo de cualquier padre primerizo al mostrar a la criatura.

Parece un tipo tranquilo, sonríe con ganas y proyecta estar bastante de vuelta. Dice él que por la edad y añade la periodista que también por lo vivido en el pasado, cuando vivía a la sombra de José Luis Rodríguez Zapatero, María Teresa Fernández de la Vega y de Pedro Sánchez. A esa época parece haberle dado un portazo, aunque le sigue encantando la política y opina de todo lo que se le pone por delante.

Recuerda con enorme cariño a Carme Chacón, para la que también trabajó, y lamenta algunas escenas que compartió con Bibiana Aído, la primera ministra de Igualdad en España. "A veces comía con ella en algún restaurante, se le acercaba una señora y la llamaba 'asesina' por lo de la ley del aborto", cuenta. Sociólogo, profesor universitario y presidente de la consultora Asesores de Comunicación Política, ha escrito varios libros, como 'El poder político en escena' (RBA), 'Frases como puños: el lenguaje y las ideas progresistas' (edhasa), 'Cajas mágicas' (Tecnos) y 'Los cien errores de la comunicación de las organizaciones' (ESIC). "Ahora se centra en un cargo en el que le preceden nombres como Miguel de Unamuno o Manuel Azaña, que se quejaba en 1932 de que el Ateneo tuviese "más prestigio que utilidad".

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Foto: Jesús Hellín.

PREGUNTA. ¿Esta ilusión que proyecta por el Ateneo es para compensar la desilusión por la política?

RESPUESTA. No es tanto el Ateneo como la edad. Me da un poco de vergüenza escuchar algunas declaraciones, la aplicación del argumentario mondo y lirondo, los míos son buenos y los tuyos son malos. Lo bueno de esta casa es que se puede hablar como no se habla en ningún sitio. Lo pueril mejor lo dejamos para los programas de la tele del sábado por la noche o para Twitter.

P. ¿A usted no le cansa la idea de que los políticos de antes eran todos seres de luz y los de ahora una bazofia?

R. Uff, es que además es mentira. Basta con abrir Internet y tirar de la hemeroteca. A Suárez se le humilló, decían que era un patán, un payaso, lo peor. Pero como aquí enterramos muy bien… lo mismo pasa con los grandes debates de la transición. Perdona, a lo mejor las frases eran más largas pero… hay que huir de lo rápido y de lo tontito, la frase rápida y el podcast de cinco minutos, como si eso resolviera todo. Hay cosas que no se resuelven en ese tiempo, porque necesitan diálogo y controversia.

P. De los políticos a los que ha asesorado, ¿a quién cree que se le ha tratado injustamente?

R. Creo que muy injustamente a Zapatero y a Pedro Sánchez. Lo creo de verdad.

P. ¿Por qué?

R. Creo que la segunda legislatura de Zapatero opacó una primera extraordinaria en términos de libertades civiles (matrimonio homosexual, violencia de género, dependencia). Eran palabras que no existían en nuestro vocabulario. Son cosas que ahora nos parecen normales, y hace poco no era así. Por supuesto la guerra de Irak. Pero la segunda legislatura hizo que quedara con menor altura de la que merece.

En el caso de Pedro Sánchez, por razones evidentes. Muchos dudaron de su capacidad personal y hay que recordar que se encontró con el partido en su peor momento. También trabajé con Carme Chacón y con María Teresa Fernández de la Vega, pero nunca sentí esa animadversión hacia ellas. Tampoco me olvido del caso de Bibiana Aído. Cómo se la despreció. A veces comía con ella en algún restaurante, se le acercaba una señora y le decía: ¡asesina! Por lo de la ley del aborto.

"A Suárez se le humilló, decían que era un patán, un payaso, lo peor"

P. ¿Y gente con la que no ha trabajado?

R. Siento muchas veces empatía hacia muchas personas que llegan a la política y se sorprenden por la tremenda dureza del oficio. La sentí por ejemplo con Ana Mato cuando tuvo que dimitir como ministra de Sanidad. Qué pena que no tuviera alguien ahí que le asesorara. Sentí lo mismo con las explicaciones de Pedro Duque. Joder, si es un tipo extraordinario, pero no entiende que para esto no basta con ser buena persona.

P. Cambiemos la política por el Ateneo. Me pregunto qué le motivó a embarcarse en esto…

R. Fue muy sencillo. Mi hijo de 25 años y Pepita Marín, (fundadora de la empresa We are knitters, premio Princesa de Girona) con la que comparto ahora mi vida, estaban conversando un poco antes de la pandemia en mi casa. Hablaban de organizar algo relacionado con los debates, con la sociedad civil, y pensaron en montar un club. Y de pronto, apareció la idea del Ateneo. Mi hijo Luis había venido conmigo a comer al restaurante pero Pepita no había estado nunca a pesar de vivir muy cerca de aquí. Vinimos, alucinó, y empezamos a llamar a gente. Todos respondieron con mucha ilusión, es alucinante que nadie nos dijera que no. Nos pusimos a estudiar los reglamentos, los problemas que había, y nos lanzamos a las elecciones. Obtuvimos casi mayoría absoluta.

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Foto: Jesús Hellín.

P. ¿Esperaba ese resultado?

R. No podría decirte que sí porque siempre pasas miedo, y dedicándome a la comunicación política, no te lo quieres creer nunca. Pero sinceramente se veía que lo estábamos haciendo bien.

P. ¿Cómo reaccionaron ante su candidatura los que estaban dentro?

R. Un grupo bastante importante de ateneístas pero claramente minoritario, que son los que más han trabajo en el Ateneo y los que lo han mantenido, mostraron mucha resistencia. Decían de nosotros: 'vienen unos mercantilistas, unos del famoseo', 'nos quieren poner un Burger King y un hotel', 'van a abrir un after'… te digo cosas literales, ¿eh? 'Vienen los modernos, los culturetas, cultura de lata', nos decían. Nos llamaron socialistas, claro.

P. ¿Comunistas no?

R. No, porque como he asesorado a Zapatero y a Sánchez, piensan que soy un enviado de Ferraz. Y como en nuestro grupo está Félix Sanz, también decían que iba a entrar aquí el CNI. En fin…

P. ¿Qué le va a dar tiempo a hacer durante su presidencia? Tire de realismo, por favor.

R. Llevamos pocas semanas, pero ya llevamos tiempo trabajando en cosas. Hay que abrir ya la cantina, que es fundamental. Ahora mismo no te puedo ofrecer un café, por ejemplo.

Estoy deseando que nos entreguen la obra, que lleva más de un año de retraso. En septiembre vamos a programar talleres, y a ver si podemos organizar cátedras para los diez mejores en pintura, en dirección de cine, en arte urbano, etcétera. Vamos a hacer una limpieza inmediata ya porque esto está lleno de polvo, metafórico y real. Estamos ya en ello.

"En septiembre vamos a programar talleres, y a ver si podemos organizar cátedras"

P. ¿Da tiempo en dos años?

R. No, en absoluto. Alguien vendrá dentro de dos años, que espero no ser yo, y lo continuará.

P. ¿Una mujer?

R. Eso estaría muy bien. Aquí solo hubo una presidenta, pero fue por designación y no por elección, durante el franquismo.

P. Eso no me lo esperaba.

R. Es que el franquismo actuó con cierta inteligencia aquí porque aunque borró los símbolos masónicos y no sé qué más, dejaron que hubiera algo relativamente presentable y permitían determinadas cosas. Unamuno podía ser crítico con el régimen, Ortega también… se mantuvo como el lugar presentable de cara al extranjero. Venían muchos embajadores, y a Franco le venía bien.

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Foto: Jesús Hellín.

P. Antes de las elecciones a las que se presentaba como candidato, usted no se andaba con medias tintas. Decía que este lugar es una "institución analógica y elitista".

R. Ese análisis no lo hacía solo yo, sino un montón de gente a la que yo represento, porque esto no es una aventura personal. Estamos enamorados de esta casa, de su tradición, y nos animamos a darle un revolcón y a, como decíamos en campaña, encender la luz que estaba apagada.

Es una institución que ha sido muy elitista en el mejor sentido del término, porque siempre ha buscado la excelencia. Se dice que ningún premio Nobel español lo ha sido sin ser socio del Ateneo, hay doce o 14 presidentes del gobierno y jefes de Estado que han pasado por aquí, y los reyes, desde Alfonso XII, son socios. Los actuales son de pago, por cierto.

P. ¿Qué ha pasado para que esa luz, como dicen, se apagara?

R. En los últimos años se ha ido quedando estancada, ensimismada, a pesar del gran mérito de muchos socios. Aquí al cabo del año se organizan unos 400 actos, presentaciones de libros, debates, conferencias, pero tenían cada vez menos calidad. Y como he dicho ya en alguna ocasión, aquí se hablaba mucho de los muertos y muy poco de los vivos. Se hablaba mucho de la república, del siglo XIX, y es normal hacerlo viendo todos estos retratos que tenemos aquí. Pero también hay que hablar de vanguardia, atraer a gente joven. Hoy no está inserto en la sociedad digital que tenemos, y que exige estar al tanto de hacia dónde vamos y no tanto de dónde venimos.

Este va a ser el lugar más interesante de Madrid, te lo digo desde ya. Si conseguimos, eso sí, arreglar los problemas que tiene. No porque nosotros nos hayamos empeñado en un sueño, sino porque esta casa lo fue ya. Se trata de mirar lo que se hizo bien desde 1820 para acá.

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Foto: Jesús Hellín.

P. Destila usted algo de nostalgia pero también pragmatismo…

R. El otro día alguien me preguntaba qué diría a la gente para que se hicieran socios. Diría que lo hicieran cuanto antes, porque si lo hacemos bien en tres o cuatro años igual tenemos que poner un tope, cosa que pasó en 1983 o 1984. En esa época venía muchísima gente a la biblioteca, que fue y es un lugar maravilloso; pero claro, hoy con la sociedad de la información ya no viene la gente a consultar. Es otra tarea pendiente. Tenemos que ajustar un lugar que tiene 250 puestos de lectura y unas salas magníficas con una colección de libros antiguos maravillosa, con el hecho de que ahora vienen 30 personas a estudiar como mucho.

P. ¿Qué necesitan para cumplir con ese propósito?

R. Lo primero es financiación. El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid están poniendo 150.000 euros cada uno y les agradecemos infinito esa ayuda, pero hay que conseguir más. Vamos a ver qué puede poner el Estado y sobre todo qué pueden poner las instituciones privadas. Pero para conseguir eso hay que tener una muy buena programación, porque solo se patrocina algo que es interesante. Y eso a su vez atraerá más socios. Nosotros ya hemos conseguido algo, hemos pasado de 1.800 a dos mil y pico. De momento, la curva de socios la vamos levantando, a pesar de que hay mucha gente que se da de baja.

P. La colaboración público-privada le da alergia a más de uno…

R. Tenemos algunos de esos aquí y hay que convivir con ellos, pero creo que tienen parte de razón, porque no se puede convertir el arte solo en marketing. Sin embargo, te pongo un ejemplo: a esa misma gente no le parece mal que alquilemos esta misma sala por 1.400 euros al día, y si le parece mal, lo admite como un mal menor. De modo que cualquier empresa puede venir aquí, lo reserva y tiene derecho, y lo aceptamos. Pero imagina que programamos un concierto de buena música, sea electrónica o clásica, y si pedimos 3.000 euros a esa misma empresa para que nos patrocine, entonces es demasiado. ¿Por qué?

Hay que ver quién te apoya, claro, porque no es lo mismo que te apoye el Gobierno de Irán que la Comunidad de Madrid. Hay que hacerlo con inteligencia y con respeto a la autonomía del Ateneo para que sea lo que siempre ha sido: transversal, abierta… es que es alucinante, porque hace dos años se le alquiló esta sala a la Falange, hay imágenes de gente con el brazo levantado. Los tipos que te habían cerrado y te habían quitado las estrellas por ser supuestamente masónicas… no sé, son contradicciones sin sentido.

"No es lo mismo que te apoye el Gobierno de Irán que la Comunidad de Madrid"

P. Pero aquí también han pasado cosas buenas…

R. En el Ateneo han pasado cosas maravillosas. En 1820 estaba en la calle Atocha y se llamaba el Ateneo español, luego llegó el absolutismo con Fernando VII y muchos miembros se exiliaron. Unos 15 años después se refunda y ya pasó a llamarse el Ateneo de Madrid. Esta institución ha sido el motor de la Ilustración, y también de la vanguardia artística y literaria. En esta casa ha sido presidente Valle-Inclán, Unamuno, Ortega y Gasset… en este salón hay imágenes de Emilia Pardo Bazán en las que uno quiere ver casi casi guiñarle el ojo a Pérez Galdós. Fue la primera mujer admitida aquí.

Tenemos, por cierto, que hacer un trabajo enorme y urgente. Voy a ponerme en contacto hoy mismo con el Ministerio de Igualdad porque en esa sala hay ciento y pico retratos y la única mujer es Pardo Bazán. Hay que traer a Victoria Kent, a Clara Campoamor y a otras intelectuales y pensadoras, sobre todo porque esta casa las ha tenido.

Aquí ha dado conferencias Marie Curie, Albert Einstein, la cola para escuchar a Unamuno daba la vuelta a la manzana. Antes de ser presidente de la República, Azaña ideó su gobierno desde aquí. Ha estrenado sus obras Manuel de Falla e hizo su primera exposición Antonio López con 22 años. Esta casa es mágica y no se puede dejar morir.

P. ¿Qué será lo próximo que haga? ¿Meterse en política?

R. A mí me encanta, pero ahora mismo me da mucha pereza. Es que se está muy bien en la sombra.

Luis Arroyo entra exultante en el salón de actos del Ateneo de Madrid. Una institución de la que es presidente desde hace menos de un mes y a la que quiere devolver el esplendor de épocas anteriores. Enseña el salón, la biblioteca, la galería de ateneístas ilustres en las que solo hay una mujer llamada Emilia Pardo Bazán. "¿Qué te parece? ¿A que es precioso?", dice con el gesto de orgullo de cualquier padre primerizo al mostrar a la criatura.

Luis Arroyo Comunicación política Ateneo de Madrid
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