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Sánchez e Iglesias aplazan su reunión y tensan la coordinación en la coalición
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Bloqueos en proyectos clave

Sánchez e Iglesias aplazan su reunión y tensan la coordinación en la coalición

De la anticipación para evitar conflictos o, al menos, modularlos y pactar discrepancias, se ha pasado a diferir la búsqueda de soluciones. Los pulsos se visibilizan cada vez más

Foto: El presidente del Gobierno y el vicepresidente, en un Consejo de Ministros. (EFE)
El presidente del Gobierno y el vicepresidente, en un Consejo de Ministros. (EFE)

El encuentro entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, agendado para abordar las líneas estratégicas de la coalición, sigue pendiente mientras se multiplican las tensiones entre los dos socios de gobierno y se mantienen los bloqueos en proyectos fundamentales como la ley de vivienda o el paquete legislativo en materia de igualdad. La reunión prevista para el pasado jueves se decidió aplazar el día antes y moverla para la presente semana. Entre medias, los morados rompían la tregua con la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, y la última reunión negociadora para la futura ley de vivienda no lograba desatascar los principales escollos: regulación de alquileres y movilización de viviendas vacías.

La coalición se encuentra en una suerte de transición hacia una cultura menos rígida, por el afán de diferenciación de Unidas Podemos, y esta nueva fase se deja entrever hasta en los formalismos. Y principalmente en las líneas comunicativas. Si desde el entorno del vicepresidente segundo se difunde con normalidad la agenda de su encuentro con Sánchez, desde Moncloa evitan confirmarlo, muestran recelo con que se haga noticiable y lo circunscriben a la agenda privada del presidente del Gobierno. No se trata solo de que unos busquen visibilizar un trato de tú a tú y otros rebajar el papel del socio minoritario, o de añadir o restar expectación con la presión añadida que conlleva si el encuentro no genera distensiones, sino de situar o sacar de la agenda otro problema de fondo: las fallas en los mecanismos de coordinación interna.

Foto: La fiscal general del Estado, Dolores Delgado, durante su comparecencia en la Comisión de Justicia del Congreso, este martes en Madrid. (EFE)

Desde que PSOE y Unidas Podemos centraron sus esfuerzos orgánicos en la campaña de las catalanas, se suspendieron los encuentros de maitines. Unas reuniones informales con Sánchez e Iglesias, y sus respectivos equipos, fijadas los lunes a primera hora y que servían para anticiparse a los conflictos y marcar estrategia y líneas comunicativas. Si algo encallaba, se resolvía con un almuerzo cara a cara entre el presidente del Gobierno y el vicepresidente segundo. Ahora, se ha producido un repliegue en la fluidez comunicativa. Esos mismos equipos, que conforman desde asesores, jefes de gabinete y responsables de Comunicación hasta portavoces parlamentarios, siguen reuniéndose los lunes a primera hora, pero por separado. Cada uno en la sede de su partido. Las consecuencias están a la vista, alejándose cada vez más de la máxima de 'dos partidos, un Gobierno'.

De la anticipación para evitar conflictos o, al menos, modularlos y pactar las discrepancias, se ha pasado a postergar la búsqueda de soluciones

De la anticipación para evitar conflictos o, al menos, modularlos y pactar las discrepancias, se ha pasado a postergar la búsqueda de soluciones. Los pulsos se visibilizan cada vez más y los conflictos que surgen no se atajan a tiempo para evitar problemas mayores o quedan latentes, como la reforma laboral, de las pensiones o la subida del SMI. De ahí que la coordinación parlamentaria se haya deteriorado también y ambas formaciones se avisasen de que se han traspasado líneas rojas, "abriendo la veda". La ley Zerolo fue el primer ejemplo.

Unidas Podemos quiere una mayor diferenciación, autonomía parlamentaria y blindaje de competencias, y por su estrategia de origen populista se encuentra mucho más a gusto que los socialistas en esta nueva forma de relacionarse. Defienden que están en el Gobierno para "empujar" y no tanto para acompañar. Desde la parte socialista, preferirían lo segundo y rehúyen la agresión comunicativa de sus socios, hasta el punto de intentar salirse de este marco para no alimentar públicamente choques, en ocasiones incluso artificiales, para vender gestión frente a protesta, centralidad frente a radicalidad. Reclaman así "bajar decibelios" y "trabajar con más sosiego".

"Normalizar el debate"

Una posición no siempre sencilla, ni mucho menos atendida, por el afán de sus socios a marcar distancias y sacar los debates internos a la luz pública. Entienden los morados que sin conflicto no hay avances, y que si el conflicto no se comunica no existe. Siempre fue su línea, si bien se acudía a esta comunicación del conflicto en casos más contados, en las consideradas líneas rojas. Ahora, es un recurso cada vez más habitual. Lo denominan "normalizar el debate".

Todo ello está contribuyendo a forjar una nueva cultura de coalición, más líquida y por tanto con más riesgos para sobrevivir sin sobresaltos. Nada, sin embargo, que coja por sorpresa a los dos socios de la coalición. Tanto unos como otros reconocían que la aprobación de los Presupuestos marcaría un antes y un después.

Para los socialistas, porque asegurarse al menos otros dos años de legislatura les restaría presión de Unidas Podemos, y también dependencia del bloque de la investidura para practicar una nueva geometría variable en el Congreso. Para Unidas Podemos, porque entendían que a nivel programático tendrían mucho más difícil seguir arrancando acuerdos. De ahí que vincularan al acuerdo sobre el borrador presupuestario cuestiones fuera de las cuentas públicas, como los desahucios o la prohibición de cortes de suministros básicos, así como fijar plazos y compromisos de mínimos para la futura ley de vivienda. Con o sin foco en la reunión entre Sánchez e Iglesias, la salud a corto plazo de la coalición depende de que sean los líderes de los dos partidos de la coalición quienes desbloqueen los conflictos que siguen acumulándose.

El encuentro entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, agendado para abordar las líneas estratégicas de la coalición, sigue pendiente mientras se multiplican las tensiones entre los dos socios de gobierno y se mantienen los bloqueos en proyectos fundamentales como la ley de vivienda o el paquete legislativo en materia de igualdad. La reunión prevista para el pasado jueves se decidió aplazar el día antes y moverla para la presente semana. Entre medias, los morados rompían la tregua con la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, y la última reunión negociadora para la futura ley de vivienda no lograba desatascar los principales escollos: regulación de alquileres y movilización de viviendas vacías.

Pedro Sánchez Moncloa
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