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Antidisturbios hartos de sospechas: "Si un acto fascista fuera violento, cargaríamos igual"
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TRATAN DE MANTENERSE AL MARGEN

Antidisturbios hartos de sospechas: "Si un acto fascista fuera violento, cargaríamos igual"

Las unidades de orden público gozan de prestigio fuera de España, pero son foco de críticas dentro. Las protestas en favor de Pablo Hasél han vuelto a ponerlas en el debate público

Foto: Concentración de protesta por el ingreso en prisión del rapero Pablo Hasél en Valencia. (EFE)
Concentración de protesta por el ingreso en prisión del rapero Pablo Hasél en Valencia. (EFE)

“Cuando gobierna la derecha, la culpa de las cargas es de la derecha, y cuando gobierna la izquierda, la culpa es de la policía. Eso lo llevo viendo en los 15 años que llevo en la UIP [Unidad de Intervención Policial]. Cuando las cargas del referéndum del 1 de octubre, la culpa fue de Rajoy, y en las cargas ahora con lo de Pablo Hasél, la culpa es de la policía que reprime. Pero nosotros somos los mismos funcionarios ahora que cuando gobernaba el PP”, relata Aitor*, mando intermedio de la UIP. “Hay compañeros que se ofenden mucho cuando los políticos critican nuestras actuaciones, sobre todo los más jóvenes, que se sienten abandonados y encima tienen que oír que la culpa es de los antidisturbios, que son violentos. Pero esto es parte del trabajo. Quien no sepa gestionar emocionalmente el uso que hacen los políticos de los antidisturbios, quizá no tiene que estar en esta unidad”.

Foto: Foto: EFE.

La oleada de protestas y altercados violentos a raíz de la entrada en prisión del rapero Pablo Hasél ha vuelto a poner en el foco el trabajo de unidades de seguridad ciudadana, los conocidos como antidisturbios. Esto es algo cíclico y ocurre a cada nueva andanada de manifestaciones violentas. La novedad esta vez es que los ataques proceden del mismo poder que aprueba sus operativos.

Primero el consejero de Interior de la Generalitat, Miquel Sàmper, pidió una revisión “inaplazable y urgente del modelo de orden público de los Mossos d’Esquadra” y señaló los “errores cometidos por algunos agentes de la Brimo [Brigada Móvil, los antidisturbios catalanes] que en ningún caso pueden quedar impunes”. Más tarde, Unidas Podemos, uno de los dos partidos que gobiernan España, apoyó explícitamente a los manifestantes que se enfrentaron a la policía y criticó la actuación de las fuerzas de seguridad.

Mantener la calma

Dentro de las furgonetas blindadas, se intenta mantener la cabeza fría, aunque a veces cuesta. “Hay gente que se toma esto como un trabajo y otra gente que está más alterada por el motivo que sea, porque ha tenido un mal día o porque el ambiente social está muy caldeado, y ahí la labor de los compañeros es calmarlo, somos una unidad entrenada para situaciones de mucha tensión y al final entre todos logramos templar los nervios”, prosigue Aitor.

“Es cierto que esta época, en la que todo se deja calentar hasta que estalla socialmente y la gente sale a la calle, nos mina la moral, porque una y otra vez los políticos dejan que sean los antidisturbios los que solucionen sus problemas para luego echarnos la culpa. Además, el perfil del manifestante se ha vuelto más violento, entre nosotros comentamos que se está perdiendo el respeto a los dispositivos de orden público. Eso nos preocupa, porque cualquier día puede ocurrir una desgracia”.

"Una y otra vez, los políticos dejan que sean los antidisturbios los que solucionen sus problemas para luego echarnos la culpa"

Detrás de cada operativo con antidisturbios, está la firma del respectivo delegado del Gobierno. Es más, ese delegado en muchas ocasiones es quien autoriza las cargas policiales y el uso de balas de goma para contener a unos manifestantes violentos. Por eso no se entienden las críticas desde el poder a la labor de los antidisturbios en esta serie de protestas por el encarcelamiento de Pablo Hasél.

placeholder Jóvenes lanzan botellas en las manifestaciones a favor de Pablo Hasél. (EFE)
Jóvenes lanzan botellas en las manifestaciones a favor de Pablo Hasél. (EFE)

Tal como señala el miembro de la UIP consultado, “el jefe del dispositivo, a través de la cadena de mando, comunica al delegado del Gobierno si una concentración se vuelve violenta. Ahí hay dos opciones: que todo sea muy rápido y por la seguridad de los agentes el jefe del operativo autorice las cargas, o haya tiempo para que el delegado del Gobierno lo valore. A veces, entre nosotros hablando, no entendemos por qué no se corta de raíz un estallido de violencia y se tarda tanto en autorizar unas cargas, en lugar de mantener la posición y dejar que se nos echen encima y se complique todo. Y ahí sí notas las connotaciones políticas del delegado de turno. Eso lo vemos mucho con los Mossos d’Esquadra, a veces no entendemos cómo se permite desde las altas instancias que unos manifestantes levanten barricadas y quemen contenedores mientras se ordena a los 'mossos' que mantengan la posición. Eso, en los altercados de la plaza Urquianaona, tuvo consecuencias muy graves”.

Un limbo normativo

“Uno de los grandes problemas en España es que no tenemos una norma que establezca qué hacer en cada circunstancia o fase del operativo, ningún partido político ha querido abordarlo”, explica Antonio Coque, director del posgrado en Intervención Operativa Policial de la Udima y guardia civil durante 38 años.

“Cuando yo ingresé en la Guardia Civil, existía un real decreto de orden público que venía de finales del franquismo. Era muy técnico y especificaba cómo actuar en cada una de las fases. Por ejemplo, dar toques de atención, comunicarse con los manifestantes, todo estaba muy claro y permitía auditar muy bien un operativo en una concentración pública. Pero como este real decreto procedía de la dictadura se eliminó, y nadie ha vuelto a proponer un marco normativo. El resultado es que ahora todo se ciñe a la responsabilidad individual de los policías. Habría que regular las fases con un real decreto que diga, ‘el primer desarrollo abarca esto y esto, y cuando se acaba se dan tantos avisos y a partir de ahí comienzan las cargas’, y ahí quedaría clara qué responsabilidad tiene el agente ejecutante y qué responsabilidad tiene el manifestante que ha sufrido la violencia. Pero como esto debe aprobarse mediante ley orgánica, ningún partido político quiere meterse en ese charco”.

placeholder La joven que perdió un ojo en las protestas en Barcelona. (EFE)
La joven que perdió un ojo en las protestas en Barcelona. (EFE)

“Esto de que se carga contra gente que no ha hecho nada es mentira. Vivimos en la época de la posverdad y se sacan conclusiones en base a videos editados en redes sociales o a lo que nos dicen", indica el mando de la UIP. “Quizás esa chica que sale en un vídeo parada junto a una pared y que de repente es apartada a golpes de porra está cruzando una línea de seguridad y se le ha avisado varias veces de que se tiene que marchar, y cuando los agentes salen de golpe para recuperar ese espacio que habían perdido no es que vayan a por esa chica, es que están recuperando el espacio haya quien haya. Es lo mismo que con la chica que ha perdido un ojo en Barcelona. La gente se queda con que fue por culpa de un proyectil de 'foam' [munición parecida a las pelotas de goma, pero menos lesiva], pero los proyectiles de 'foam' no producen cortes como los que tenía esa chica en la frente y el pómulo, es literalmente imposible que hagan eso, el asunto se está investigando y todo apunta a que recibió un botellazo”.

El doble rasero

No es lo mismo un partido de Champions League que una protesta por la libertad de expresión, y los agentes lo saben. "Está claro que el tipo de concentración influye en la presión que siente un agente de orden público, y todos saben que sus actuaciones serán analizadas por la opinión pública con distintos raseros. En un estadio de fútbol donde hay que taponar a unos ‘hooligans’ violentos para evitar un efecto contagio a decenas de miles de personas, se les forra a hostias y se van tan tranquilos a casa, y la sociedad lo asume. Pero esa misma actuación con los mismos violentos rompiendo escaparates en una concentración por los derechos en un espacio público es más incontrolable, porque tienes a la opinión pública y a los políticos esperando cualquier desliz para utilizarte como arma arrojadiza contra el partido político rival”.

En una protesta por los derechos, "tienes a la opinión pública y a los políticos esperando cualquier desliz para utilizarte"

En este sentido, las redes sociales han puesto más en el foco el papel de los antidisturbios. Hoy se graban y se suben a internet casi todas las fases críticas de un operativo. Y se comparan. “El papel de las redes sociales genera mucho ruido, pero nosotros actuamos igual en una concentración de antisistemas de izquierda que de falangistas. Te aseguro que si una concentración de fascistas deriva en quema de contenedores, lanzamientos de piedras y roturas de escaparates para robar como ha ocurrido estos días, nosotros cargaremos contra ellos. Pero si esa manifestación es pacífica, prima el derecho de manifestación de esos falangistas o del colectivo que sea”, asegura Aitor.

placeholder Un joven lanza una botella al dispositivo policial. (EFE)
Un joven lanza una botella al dispositivo policial. (EFE)

O como expone Coque: “No conocemos el contexto de los vídeos que circulan por redes sociales y no se puede valorar qué ha sucedido antes de que se produzca ese uso de la fuerza. Pero a quienes conocemos las técnicas y tácticas policiales, nos llama la atención cuando un policía de forma individual pierde los papeles, es muy evidente y hasta se ve al jefe de unidad que tiene que tirarle del chaleco o sujetarle el ceñidor o levantar la mano. Una mirada a veces es suficiente para que ese agente sepa que se le ha ido la pinza en determinado momento. Y es algo normal, estamos hablando de batallas modernas, estos agentes están bajo una lluvia de objetos continua, y las hormonas que genera la amígdala te pueden nublar la visión. Un exceso policial puede ser por falta de profesionalidad o igual es un agente nuevo que aún no se ha hecho al trabajo. Pero estamos hablando de situaciones muy puntuales y cualquier error tiene consecuencias para ese agente. Normalmente, estos vídeos que vemos están sacados de contexto y no tenemos ninguna información de lo que ocurre ahí”.

De todas las ideologías

Luis Cruz, director del grado de Seguridad del ISEN, centro adscrito a la Universidad de Murcia, trata de normalizar el trabajo de los antidisturbios y rechaza las suposiciones sobre sus perfiles políticos o psicológicos. “En las fuerzas de seguridad, hay gente de todas las ideologías, de izquierda, derecha y extrema derecha, como en todas partes. Pero todos tienen su trabajo interiorizado y protegen los valores constitucionales que han prometido defender. ¿Que actúan con más dureza en una manifestación por Pablo Hasél que en un acto fascista? Quizás ese acto fascista es legal y no se produce ningún acto violento y no hay que intervenir. Si impides a los de Falange salir a la calle a hablar, luego tendrás que impedírselo a los demás. Lo mismo ocurre con las acusaciones de uso de drogas. En España, hay un 15% de consumidores de droga y un 5% son adictos. Se consume en todos los estratos sociales y naturalmente también en la policía. Pero que se sugiera que los antidisturbios consumen droga para estimularse es absurdo”.

"Cuando se habla de la policía, y concretamente de los antidistubios, siempre hay un contenido patriotero, y eso desdibuja el juicio"

“Cuando se habla de la policía, y concretamente de los antidistubios, siempre hay un contenido patriotero en apoyo a las fuerzas de seguridad, y eso desdibuja el juicio, porque al final de lo que se trata es de una cuestión estrictamente policial, los políticos no deberían valorar cómo se hace un operativo, ni envolverse en la bandera para defenderlos", prosigue Cruz. "Entiendo que es para sacar de la agenda los problemas reales del país y desviar la atención. El problema de estas protestas por Pablo Hasél no es el papel de la policía, como se nos intenta hacer ver, sino la frustración de unas generaciones de jóvenes sin expectativas de futuro por culpa, en buena parte, de nuestros políticos".

placeholder Agentes de orden público tratan de contener a unos manifestantes. (EFE)
Agentes de orden público tratan de contener a unos manifestantes. (EFE)

“Somos una unidad de referencia a nivel internacional en orden público, y es algo reconocido a nivel mundial”, subraya Aitor de la UIP. “En otros países, la policía enfoca el control de masas desde la perspectiva del choque, del cuerpo a cuerpo, y el modelo policial español se basa en tomar distancia con la masa y canalizarla. Se valora mucho no ir al contacto, sino ir avanzando y disgregar a la masa, por eso hay tan pocos detenidos. Solo detenemos a los más radicales, que los compañeros dentro de la manifestación nos van marcando, y los detenemos solo cuando logramos apartarlos. Esto lo hemos visto en Estados Unidos con el asalto al Capitolio, donde no se disponía de unidades especializadas. En España, tenemos unidades altamente formadas, con una selección de personal muy exigente y reciclajes continuos. Los compañeros con los nervios más templados que he conocido en toda mi carrera están en esa unidad”.

Tal como sentencia Cruz, "esta escalada de protestas preocupa, pero no tanto a nivel policial, ya que hablamos de unidades altamente preparadas y acostumbradas a los disturbios, sino por la frustración de la juventud, que estalla en protestas callejeras cada vez más tensas".

*Se ha modificado el nombre del agente de la UIP consultado por seguridad.

“Cuando gobierna la derecha, la culpa de las cargas es de la derecha, y cuando gobierna la izquierda, la culpa es de la policía. Eso lo llevo viendo en los 15 años que llevo en la UIP [Unidad de Intervención Policial]. Cuando las cargas del referéndum del 1 de octubre, la culpa fue de Rajoy, y en las cargas ahora con lo de Pablo Hasél, la culpa es de la policía que reprime. Pero nosotros somos los mismos funcionarios ahora que cuando gobernaba el PP”, relata Aitor*, mando intermedio de la UIP. “Hay compañeros que se ofenden mucho cuando los políticos critican nuestras actuaciones, sobre todo los más jóvenes, que se sienten abandonados y encima tienen que oír que la culpa es de los antidisturbios, que son violentos. Pero esto es parte del trabajo. Quien no sepa gestionar emocionalmente el uso que hacen los políticos de los antidisturbios, quizá no tiene que estar en esta unidad”.

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