En Comú resiste y mantiene viva la llave para arrastrar a ERC a un Govern sin JxCAT
Los morados rompen con la tendencia descendente de las gallegas y vascas. Y la posición rupturista de Iglesias lo habilita en un marco de negociación digerible para ERC
El independentismo suma, pero no es la única fórmula que ha salido de las urnas para articular la formación del Govern. La aritmética de las elecciones catalanas deja la puerta abierta a que ERC pueda gobernar sin JxCAT, en minoría, junto a En Comú Podem. La vía Iglesias-Albiach. Para ello, además del pacto con los 'comuns', al que se abrieron ambas formaciones, el candidato Pere Aragonès precisaría del apoyo externo de PSC, los ganadores de las elecciones, pero sin posibilidad de formar alianzas que sumen mayoría. Los socialistas siempre aseguraron que no bloquearían esta fórmula, como mal menor, si la derecha independentista de JxCAT no entraba en la ecuación de gobierno y la vía del diálogo se imponía al unilateralismo.
Descartado el 'tripartit' por el que han predicado en vano los 'comuns', por los vetos cruzados entre republicanos y socialistas, una de las posibilidades alternativas al Govern de unidad independentista para resolver el puzle de la gobernabilidad es el de un bipartito, en minoría, que rompería la política de bloques y permitiría a ERC jugar con una geometría variable durante la legislatura. Es la opción de En Comú, la de un Govern "de izquierdas", que ha logrado mantener sus apoyos, convirtiendo así sus ocho escaños en la llave para arrastrar a ERC a un Govern progresista.
Jéssica Albiach ha reivindicado el "un sol poble", esa tradición pactista del PSUC con el soberanismo, antes de avanzar que este mismo lunes llamará tanto a Aragonès como a Salvador Illa "para sentarnos en una mesa y dejarnos de vetos estériles". Su propósito no será otro que el que lleva defendiendo toda la campaña electoral: "Sentarnos los tres a negociar y construir un Gobierno de izquierdas, transversal y amplio que represente a la gran mayoría del país que quiere cambios". "El Gobierno de izquierdas es posible", ha insistido durante su intervención esta noche, para defenderlo como "la herramienta para abrir una nueva etapa en Cataluña".
ERC firmó un compromiso con el resto de fuerzas independentistas para no gobernar con el PSC, pero el documento no alude a que pueda recibir el apoyo externo del PSC. Los republicanos, por tanto, podrán formar Govern con el bloque independentista, en esta ocasión liderando, o servirse de los votos de En Común Podem y PSC para desprenderse de JxCAT. Las relaciones entre republicanos y posconvergentes se han ido deteriorando, hasta el punto de que su convivencia en los últimos meses se ha limitado a lo burocrático. Además, las urnas han avalado la 'política útil' de ERC, lo que tiene difícil encaje con Waterloo y el 'no a todo' en el que se ha instalado JxCAT.
Pere Aragonès puede elegir. Si bien, durante el último debate electoral, no solo aseguró que no daría su apoyo a Illa y que no pactaría con él tras las elecciones para formar Govern, sino que avanzó: "Nosotros tampoco aceptaremos su abstención [para facilitar su investidura], porque queremos un Govern comprometido con la autodeterminación y la amnistía".
La candidata de En Comú Podem, Jéssica Albiach, fue la única que se mostró dispuesta a establecer pactos poselectorales con el PSC. Durante la campaña, se quedó por momentos fuera de juego debido al todos contra Illa y la confrontación entre bloques. Con sus ocho diputados, los 'comuns' han logrado romper la tendencia descendente de los morados desde que entraron en el Gobierno de coalición. En las pasadas elecciones gallegas, se quedaron sin representación, y en las vascas, perdieron la mitad de sus escaños. En esta ocasión, aunque han perdido medio punto porcentual, conservan su peso en escaños.
El resultado de los 'comuns' supone un respiro no solo para el líder de Podemos, Pablo Iglesias, sino también para Moncloa, que temía que un desplome electoral de sus socios endureciese su posición dentro del Ejecutivo de coalición. Tras esos comicios, los primeros a los que concurrió Unidas Podemos formando parte del Ejecutivo de coalición, y en los que se constató no solo su incapacidad para rentabilizar electoralmente la presencia en el Gobierno, sino que esta era improductiva, la dirección del partido morado decidió realizar un giro estratégico para diferenciarse del PSOE.
Se optó por marcar un perfil más de izquierdas y con ínfulas rupturistas en el Gobierno, comenzando por reforzar la identidad republicana frente a la defensa de la monarquía del PSOE y metiendo en agenda cuestiones sociales que los socialistas no estarían dispuestos a asumir sin presentar conflicto. Visibilizar más las diferencias que los puntos de encuentro. La estabilidad del Gobierno de coalición queda ahora más asegurada tras haber mantenido los apoyos cosechados en 2017.
El protagonismo de Pablo Iglesias durante la campaña de las catalanas, con polémicas declaraciones y enfocándose en posiciones más rupturistas, incluso hablando abiertamente de presos políticos y exiliados, ha resultado exitosa. Pese a las tensiones que el vicepresidente segundo ha generado en el Gobierno de coalición, llegando a referirse a la ausencia de una democracia plena en España, ha logrado rentabilizar y romper con la tendencia electoral descendente. Y lo que es más importante, posicionarse en un marco digerible para ERC de cara a las negociaciones poselectorales.
El independentismo suma, pero no es la única fórmula que ha salido de las urnas para articular la formación del Govern. La aritmética de las elecciones catalanas deja la puerta abierta a que ERC pueda gobernar sin JxCAT, en minoría, junto a En Comú Podem. La vía Iglesias-Albiach. Para ello, además del pacto con los 'comuns', al que se abrieron ambas formaciones, el candidato Pere Aragonès precisaría del apoyo externo de PSC, los ganadores de las elecciones, pero sin posibilidad de formar alianzas que sumen mayoría. Los socialistas siempre aseguraron que no bloquearían esta fórmula, como mal menor, si la derecha independentista de JxCAT no entraba en la ecuación de gobierno y la vía del diálogo se imponía al unilateralismo.