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"Ha habido mucho vendedor de humo científico haciendo predicciones del virus"
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Entrevista a Susanna Manrubia (CSIC)

"Ha habido mucho vendedor de humo científico haciendo predicciones del virus"

Cuando empezó la pandemia, Manrubia se puso con un equipo de científicos a analizar si era posible predecir la evolución del nuevo coronavirus. ‘Spoiler’: no lo es

Foto: Susanna Manrubia. (Jorge Álvaro Manzano)
Susanna Manrubia. (Jorge Álvaro Manzano)

De niña, le gustaba tanto observar los bichos que si hubiera nacido en el siglo XIX habría sido naturalista o tal vez astrónoma, porque desde que descubrió que las estrellas tenían nombre, soñaba con conocerlas todas. A su madre, que fue quien cuando tenía cinco años le descubrió la Osa Mayor, da por hecho que no la irá a ver a Barcelona hasta dentro de varios meses. “No sé cuándo nos volveremos a ver, pero es preferible protegerse”, afirma con naturalidad Susanna Manrubia, que es la vicedirectora del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y lleva casi 30 años investigando sistemas evolutivos. A esta doctora en Ciencias, que estudió en el Instituto Max Planck en Alemania, le apasiona la evolución. Lo mismo busca patrones en cómo emerge una colonia de hormigas que en cómo crecen las ciudades y, por supuesto, en la evolución de las pandemias: “Como al ingeniero al que le gusta desmontar las piezas de algo mecánico para ver cómo funciona, me apasiona ver cómo funcionan los procesos naturales”, explica esta científica catalana afincada en Madrid.

Cuando empezó el SARS-CoV-2, Manrubia se puso con un equipo de científicos a analizar si era posible predecir la evolución del nuevo coronavirus. ‘Spoiler’: no lo es. Lleva 20 años estudiando el comportamiento evolutivo de los virus y aprendiendo cómo se las ingenian para sobrevivir, sus estrategias adaptativas, su forma de réplica y trasmisión: “Algunos quedan ocultos en el genoma o intercambian genes, son muy ingeniosos y tienen unos ciclos vitales extremadamente complejos. Y el virus que provoca el covid-19 también lo es”, explica. Por eso le sorprendió mucho que en plena pandemia empezaran a aparecer en los medios personas prediciendo con presunta exactitud cuál iba a ser la evolución de la siniestra curva de la pandemia.

Manrubia reconoce que le daba vértigo ver algo así: “Se hacían modelos totalmente inadecuados a la circunstancia que estábamos viviendo”. Y añade: "De pronto, salía alguien diciendo que, según sus cálculos, el pico se produciría el próximo miércoles. Eso lo he oído yo y era una barbaridad desde el punto de vista científico. Por la propia naturaleza de los modelos, eso era muy difícil de predecir. Era dar falsas esperanzas a los ciudadanos, porque los sanitarios estaban pendientes de las UCI saturadas y los políticos estaban pendientes de los pronósticos".

"En primavera, no se había hecho la suficiente investigación de cómo evoluciona este coronavirus para hacer ciertas afirmaciones"

"Si le dices a alguien que el pico se va a alcanzar la semana que viene, la gente toma decisiones en función de eso. Puede llevar a algunos a relajarse. No dudo que fuera con la mejor intención de ayudar, pero era una irresponsabilidad tratar de predecir algo impredecible por su naturaleza. Te dicen que va a hacer sol el domingo y eso puede cambiar tus planes, pero si te equivocas en el pronóstico, no va a cambiar el tiempo que hace ese día. Con el virus, esto es más peligroso, porque las predicciones influyen en las decisiones y pueden favorecer la expansión del virus. Para predecir algo con un virus como este, hay que ser extremadamente cauto".

placeholder Susanna Manrubia. (J. Á. Manzano)
Susanna Manrubia. (J. Á. Manzano)

PREGUNTA. ¿Ha habido entonces mucho vendedor de humo científico en los medios?

RESPUESTA. Sí. Ha habido mucho vendedor de humo. La mayoría bienintencionados, seguramente. Pero, en primavera, no se había hecho la suficiente investigación de cómo evoluciona este coronavirus para hacer ciertas afirmaciones. Hubo gente que acertó, pero no estaba calculando bien. Hay cuatro factores que afectan a estas predicciones. Los datos públicos. Si no son buenos, las predicciones no pueden serlo. Y los datos que hay en España no lo son. El segundo factor es la calidad de los modelos de predicción, que siempre son caricaturas que simplifican la realidad. Si no capturan bien la realidad, no van a ser buenos prediciendo. Pero imaginemos que tenemos datos exactos y modelos perfectos. ¿Qué puedo decir del futuro? Variaciones muy pequeñas hacen que el futuro se abra en abanico. Esa sensibilidad impide la predicción. Y el cuarto factor es que asumes que las normas y el comportamiento de hoy son iguales que en el futuro, pero eso no pasa. Continuamente cambian las normas y el estado de ánimo. Es de una impredictibilidad inabarcable.

Juan se va de cena

Un grupo de cuatro investigadores, entre los que está Manrubia, acaba de publicar un estudio en la prestigiosa revista científica 'PNAS' en el que demuestran que, debido a las características del nuevo coronavirus, “no es posible inferir ni la posición precisa del pico de la curva ni si las medidas tomadas frenarán la propagación en el medio plazo. Solo pueden hacerse predicciones fiables en un horizonte muy corto”. Manrubia lo explica así: “A lo más que podemos aspirar es a obtener predicciones probabilísticas, como las del tiempo, a cuatro o cinco días vista, una semana ya sería incierto”.

Este estudio, elaborado en abril, muestra que los datos empíricos no pueden predecir el curso futuro de la epidemia, cuándo llegará a su máximo, si habrá o no un repunte, ni cuál será el número final de fallecidos o si el confinamiento tendrá el efecto deseado. En noviembre, Manrubia publicará otro artículo en 'American Physical Society' en el que clarifica estos límites para la predicción para el covid-19. “La imposibilidad de predecir a medio plazo no se debe a datos incorrectos o incompletos, ya que persiste en conjuntos de datos sin errores, producidos sintéticamente y no necesariamente mejora al utilizar conjuntos de datos más grandes”, añade la científica. “No podemos determinar en estos momentos la magnitud ni la duración de la segunda ola, igual que no podemos predecir el tiempo más allá de unos días vista. Quedarse en casa, usar mascarillas, ver menos gente, tomar distancia, la suma de todo eso es lo que hace que los contagios se moderen. Y hay que hacerse a la idea de que va a seguir siendo así mucho tiempo”.

placeholder Susanna Manrubia. (J. Á. Manzano)
Susanna Manrubia. (J. Á. Manzano)

Manrubia y sus colegas lo explican en un artículo reciente en 'The Conversation' con el hipotético caso de Juan, que en verano salió a cenar con unos amigos sin saber que tenía covid-19. Si hubiera infectado a una persona, y cada una de ellas a otra, los contagios derivados de aquel encuentro a estas alturas podrían ser unos 13. Pero si hubiese contagiado a dos, que a su vez contagiaran a otras dos cada semana, los afectados alcanzarían los 4.000. Y si hubieran sido de tres en tres contagiados por semana, de aquella cena de Juan tres meses después se derivarían 500.000 infectados. O quizá Juan no salió de casa o no se quitó la mascarilla y nada de eso sucedió. El ejemplo busca dejar clara la imprevisibilidad intrínseca al covid-19. “¿Cómo podría predecirse algo así? En esta pandemia, no solo no sabemos quién está infectado y quién no. Además, como las epidemias crecen a ritmo exponencial, no estamos psicológicamente preparados para entender el alcance de un crecimiento exponencial incontrolado. Así que a medida que crece la epidemia, crece nuestra ignorancia sobre ella. Cada pequeña decisión individual complica más la predicción, y eso no depende de la calidad de los modelos matemáticos sino de que hay una incertidumbre intrínseca a la propia dinámica de la propagación de la infección que no se resuelve ni aunque tuviéramos todos los datos de forma transparente y en tiempo real (que estamos lejos de tenerlos)”.

Igual que pasa con las predicciones meteorológicas, Manrubia explica que con la pandemia tenemos que aceptar que hay una “ventana de predicción a partir de la cual dejan de ser fiables y, además, se van corrigiendo sobre la marcha”. De ahí que los gobiernos estén reaccionando de repente de una semana para otra. Así que cuando Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, salió a mediados de octubre a decir que España estaba en una fase de estabilización de contagios “previa” a un posible descenso, lanzó un mensaje optimista que, según esto, ningún modelo debería atreverse a realizar, porque a medio plazo el virus es imprevisible.

"Hasta que no nos demos cuenta de que esto es global y que hasta que no se doblegue la pandemia en todo el mundo esto no habrá acabado"

P. ¿Qué carencias tienen los datos de la pandemia?

R. Falta una infraestructura de recogida de datos, homogeneizar criterios y hacerlo en tiempo real. No es tan crítico que sean exactos (en el sentido de cuánta gente fallece exactamente ‘de’ covid o ‘por’ covid) como que los criterios sean universales, y eso no pasa en España. No estábamos preparados para esto. Sería importante hacer un trabajo que centralizara los datos. El virus no descansa en fin de semana y hay comunidades que no dan datos en sábado y domingo. Y si trabajamos en predecir, aunque sea con unos días de antelación, qué va a hacer el virus, no podemos perder dos días. Si el sistema fuera europeo o mundial, tanto mejor. Porque necesitamos buenos datos, tomados de forma masiva en el espacio y en el tiempo, fiables y centralizados. También hay que mejorar nuestros modelos. Tenemos modelos de hace un siglo. Y ahora que tenemos cerca la supercomputación, deberíamos mirar qué tiene sentido mejorar. Estos estándares los hemos hecho con la meteorología, pero no con la epidemiología. Nos lo tomamos como ciencia ficción y no como ciencia.

No vamos a poder volver a la normalidad hasta que la pandemia esté controlada a nivel mundial. Hasta que no nos demos cuenta de que esto es global y que hasta que no se doblegue la pandemia en todo el mundo esto no habrá acabado, no podremos frenarla. No me vale controlarla ni en mi barrio, ni en mi ciudad, ni en mi comunidad autónoma ni en mi país. Igual que funcionan los modelos meteorológicos, que no dejan el Pacífico fuera para calcular qué tiempo hará en Europa. Esto es muy distinto a las epidemias de cólera, que también se vieron muy agravadas por el transporte marítimo. Hasta que no esté en todo el mundo controlada la pandemia, va a haber pandemia. Yo vivo en Tres Cantos y los datos dicen que estamos mejor que los lugares adyacentes. ¿Pero qué tontería es eso? Mi vida no es mi centro de salud. Esto hay que escalarlo no solo a nivel regional, sino a nivel planetario.

placeholder Susanna Manrubia. (J. Á. Manzano)
Susanna Manrubia. (J. Á. Manzano)

P. ¿Y cómo actúa en su vida diaria con tanta regulación cambiante? En la segunda ola, ¿qué podemos esperar?

R. Deberíamos ser muy prudentes en cambiar nuestra movilidad, y usar la mascarilla siempre en interiores, al margen de que la regulación cambie constantemente. Queremos volver a encontrarnos con los seres queridos, pero habría que interiorizar que no es posible hasta por lo menos después del invierno, cuando podamos volver al aire libre. Aunque en el mejor de los casos la curva bajara, deberíamos seguir siendo muy prudentes. A la vuelta del verano, habría sido muy recomendable extremar las precauciones igualmente. Y mientras el virus esté aquí, hay que seguir haciéndolo.

Personalmente, lo llevo bastante bien. Mis hijos van al colegio y con eso me basta, porque tenerlos en casa en el confinamiento anterior lo hacía todo más complicado. Trabajamos en casa y pedimos la comida a domicilio para evitar salir. Hablo con la gente por Skype y tomamos de vez en cuando una cerveza virtual. A mí me da igual que prohíban o no salir de Madrid. Desde que empezó la pandemia, no quedo con nadie en interiores. Quedamos a veces con amigos solo para hacer actividades al aire libre con los niños. En España, es un problema que todo lo celebremos comiendo, esa es una actividad de mayor riesgo. Deberíamos ser nosotros los que nos pusiéramos una estricta dieta social. Necesitamos normas más claras, pero también fuerza de voluntad, porque en general aún no nos hemos hecho a la idea de que esta pandemia va para largo. Y luego pueden venir otras.

P. ¿Hay que irse preparando para la próxima pandemia antes de acabar esta?

R. Habrá próximas pandemias, claro, y no van a esperar a que nos preparemos. Igual que sabíamos que tarde o temprano llegaría una, pero la mayoría de los gobiernos no tomaron en serio esta amenaza. Y la próxima podría ser peor que esta. Además, podría ser provocada por un virus con características diferentes al SARS-CoV-2. Por eso necesitaremos un plan global que permita adoptar otras medidas en función de cómo actúa cada virus. Y no está hecho ningún plan. Habría que hacerlo a nivel planetario, pero ¿cómo vamos a ponernos de acuerdo con lo cortoplacistas que somos como especie?

El futuro de la humanidad lo veo muy negro. Los que tenemos hijos pensamos en lo que les dejamos. Pero en el mejor de los casos, pensamos en una o dos generaciones. Y ya habría que estar pensando en la próxima pandemia, porque el tiempo entre pandemias se acorta. En parte, por el aumento de la población mundial, pero otro factor es el transporte, que nunca ha sido tan global como ahora. Y un tercer factor importante es el contacto inapropiado con otras especies. No es algo nuevo, pero se está acelerando. Los mercados animales de China son un caso, pero estamos talando selvas como posesos e instalando monocultivos que restringen la biodiversidad. Eso también aumenta el contacto con especies con las que nunca habíamos estado en contacto y especies que ponemos en contacto entre ellas que nunca lo habían estado. El cambio climático también hace que haya más especies invasoras y eso hace que haya parásitos en contacto con hospedadores a los que nunca habían optado. La amenaza aumenta.

placeholder Susanna Manrubia. (J. Á. Manzano)
Susanna Manrubia. (J. Á. Manzano)

P. ¿Y qué podemos hacer?

R. [Suspira hondo] No sé si este estado de pandemia nos puede abrir los ojos. Hemos estado muy ciegos. Hemos puesto el crecimiento como prioridad y la gente no se da cuenta de que no puedes tener un crecimiento sostenido de forma indefinida sin que haya riesgos asociados. En nuestro subconsciente, está que si no hay crecimiento vamos mal y se asocia a que se frena el bienestar. Es muy difícil cambiar esa mentalidad. No queremos un crecimiento cero porque como especie nunca nos conformamos con lo que tenemos. Eso pasa por aumentar los riesgos de diezmar la población y pasar periodos de recesión terrible. Así que intercalamos épocas de crecimiento y de desastre. No está en nuestra naturaleza renunciar a una casa más grande. No queremos renunciar a nada. Ni a irnos de puente siquiera. Y esto lo vemos en esta segunda ola también. Aunque el contagio bajara, en el mejor de los casos, deberíamos mantener la misma precaución. No vale con decir que no hay suficientes rastreadores, porque llegará el momento en que el virus se escape. Hay que atacar en muchos flancos. Todo suma para frenar este virus. Y es más fácil predecir el comportamiento de la gente que del virus. Es muy importante anticipar la respuesta de los individuos a las normas. Motivar a la sociedad, educar y predecir su respuesta. La gente es más inteligente de lo que los medios y los políticos consideran, se debería tener más complicidad con la gente para motivarla y que los ciudadanos se sintieran parte de la solución.

De niña, le gustaba tanto observar los bichos que si hubiera nacido en el siglo XIX habría sido naturalista o tal vez astrónoma, porque desde que descubrió que las estrellas tenían nombre, soñaba con conocerlas todas. A su madre, que fue quien cuando tenía cinco años le descubrió la Osa Mayor, da por hecho que no la irá a ver a Barcelona hasta dentro de varios meses. “No sé cuándo nos volveremos a ver, pero es preferible protegerse”, afirma con naturalidad Susanna Manrubia, que es la vicedirectora del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y lleva casi 30 años investigando sistemas evolutivos. A esta doctora en Ciencias, que estudió en el Instituto Max Planck en Alemania, le apasiona la evolución. Lo mismo busca patrones en cómo emerge una colonia de hormigas que en cómo crecen las ciudades y, por supuesto, en la evolución de las pandemias: “Como al ingeniero al que le gusta desmontar las piezas de algo mecánico para ver cómo funciona, me apasiona ver cómo funcionan los procesos naturales”, explica esta científica catalana afincada en Madrid.

Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Síndrome respiratorio agudo severo (SARS) Fernando Simón
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