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¿Y los conservatorios? “Me tengo que meter en un aula sin mascarillas y cinco flautistas”
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ÁNGULOS MUERTOS DEL RETORNO A LAS AULAS

¿Y los conservatorios? “Me tengo que meter en un aula sin mascarillas y cinco flautistas”

¿Es posible la presencialidad en aulas donde la mascarilla es inviable porque la boca es el órgano esencial para el uso del instrumento?

Foto: ¿Cómo se toca el oboe con mascarilla? (EFE)
¿Cómo se toca el oboe con mascarilla? (EFE)

El inicio del curso escolar está lleno de miedos generales e incertidumbres muy particulares generadas por escenarios en los que pocos parecen haber reparado. Uno de los más llamativos es el de los conservatorios y las escuelas musicales, que seguirán un régimen de presencialidad semejante al resto de la formación reglada. Pero ¿es posible volver en las mismas condiciones en aulas donde la mascarilla es inviable porque la boca es el órgano esencial para el uso del instrumento?

Es la pregunta que se ha hecho durante las últimas semanas el músico Hernán Milla, profesor de piano e improvisación en el conservatorio Marcos Redondo, de Ciudad Real. Al menos desde que, como él mismo explica, “me di cuenta de que me voy a tener que meter en una habitación de 13 metros cuadrados si hago acompañamiento con un flautista o de 19 con cinco flautistas sin mascarilla”. En su caso, explica, al menos tiene el privilegio de que al ser acompañante al piano puede permitirse el lujo de mantener la mascarilla puesta mientras los cinco flautistas a los que acompaña soplan.

“Dicen que ventiles, pero en un aula donde han estado soplando durante seis horas...”

Aún resulta más espinoso si tu instrumento es el oboe, como explica el profesor Pablo Iglesias, que imparte clases de dicho instrumento en el madrileño conservatorio Arturo Soria y reconoce que tanto él como sus compañeros sienten miedo “porque no se puede tocar con mascarillas”. “La particularidad del oboe es que tiene cañas, que es lo que nos metemos en la boca para tocar”, explica a El Confidencial. “El problema es que también solemos retocárselas a los alumnos”. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que es un escenario poco deseable en mitad de la pandemia.

Son preguntas que flotan en el aire, como los famosos aerosoles, y que en muchos casos aún no han encontrado respuesta. Al igual que está ocurriendo con otros aspectos de la formación reglada, las normativas generales —demasiado generales, lamentan los músicos— tienen que encontrar acomodo en el ámbito de centro con las medidas que cada uno quiera o, más bien, pueda dar. La mayoría de medidas, las famosas tres M (lavarse las manos, ponerse mascarilla y mantener la distancia), tienen sentido con otros instrumentos como los de cuerda, pero no contemplan las particularidades de los instrumentos de viento o de canto.

En las nuevas circunstancias, la enseñanza de la música o la danza, las grandes olvidadas en la formación reglada, tiene que enfrentarse a sus problemas particulares. Una escena descrita por el pianista: mientras que habitualmente es común que el profesor y un alumno se sienten al piano para tocar alternativamente el mismo fragmento, ahora uno tendrá que tocar su parte, levantarse y esperar a que el otro se siente para interpretar la misma parte. “La distancia social con el piano es complicada”, recuerda.

¿Qué medidas?

La diferencia entre las distintas comunidades a la hora de implantar medidas para los conservatorios ha llevado a Milla a emprender una pequeña investigación para encontrar un poco de orden en el caos de las 17 comunidades. Por ejemplo, mientras Aragón en fase 2 había suprimido agrupaciones de cámara y música de coro, Ciudad Real, que volvió a dicha fase a finales de la pasada semana, no ha hecho lo mismo. Un laberinto en el que, al final, cada centro y equipo directivo se ha visto obligado a realizar su propio plan de contingencia. “El centro está poniendo todo de su parte para buscar soluciones y el equipo directivo está preocupado, es la comunidad la que no da soluciones”, añade Iglesias.

"Ahora mismo, lo que estoy haciendo es investigar, aunque me lo tenga que comprar yo, porque no sé si la Administración puede incurrir en ese gasto"

El oboísta lamenta que no fue hasta este lunes cuando se hizo la primera mención expresa a las enseñanzas artísticas en las instrucciones y medidas. Sin embargo, no son demasiado exhaustivas. Incide en las consabidas medidas de higiene personal y distancia física, al mismo tiempo que aclara que en las clases instrumentales individuales será necesario el uso de la mascarilla “en aquellos instrumentos que lo permitan”. En el caso de los de viento, “será imprescindible mantener la distancia de seguridad citada o el uso de elementos de protección de barrera”.

Algunas de las medidas consisten, básicamente, en no soplar muy fuerte: “En el caso de los instrumentistas de viento, se produce condensación en los pabellones de los instrumentos a causa de la espiración, la cual se considera material potencial de propagación del virus”, explica el documento. “Se debe evitar dejar el agua producida por tal condensación sobre el suelo, depositándola por el contrario en un contenedor para eliminar los desechos. Tampoco deberán los intérpretes soplar enérgicamente a través del instrumento para limpiarlo. La limpieza de instrumentos de viento debería efectuarse en habitaciones separadas del espacio de la ejecución/ensayo”.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

De ahí que algunos de los profesores se planteen sus propias medidas de seguridad, aunque sean pagadas de su propio bolsillo. “A la hora de configurar los grupos, estamos intentando espaciarlos todo lo posible para que no haya grandes agrupaciones”, explica Milla. “Lo que estoy valorando es el tema de los purificadores, los filtros HEPA, que parece que según la literatura científica pueden ayudar a atenuar los riesgos”, añade. “Ahora mismo, lo que estoy haciendo es investigar, aunque me lo tenga que comprar yo, porque no sé si la Administración puede incurrir en ese gasto”.

Por su parte, Iglesias está esperando a saber qué aula se le asigna, la ventilación de la que dispone y el espacio de separación que podría permitirse. El arranque de las clases es el 21 de septiembre. “Dicen que ventiles, pero en un aula donde han estado soplando durante seis horas...”, deja caer. Por ahora, en su caso, las aulas colectivas abrirán más tarde, y mantendrá sus clases individuales. “En mi centro, la dirección ha disminuido las clases más grandes a 14, y una vez cada cuatro o cinco semanas, pero aún estamos buscando soluciones”.

Los niños del coro

La clave para entender que los conservatorios hayan caído en un ángulo muerto es el debate sobre los aerosoles, que nos acompaña desde el comienzo de la pandemia. No fue hasta principios de julio cuando la OMS comenzó a admitir que el virus puede flotar en el aire y transmitirse de esa manera especialmente en lugares cerrados, no solo a través de las gotículas, que fueron durante meses las principales sospechosas, o el contacto con superficies, a lo que cada vez se le da menos importancia. Aún es un aspecto controvertido, pues algunos expertos siguen manteniendo que su importancia es relativa. Como apostilla Milla, “entre que deciden si se admite o no como vía de contagio, yo me tengo que meter en una clase”.

Los músicos tienen muy presente el caso del coro de Mount Vernon (Washington), donde una única persona contagió a otras 52 de las 61 presentes

Debido a esa tardanza, es posible que la mayoría de protocolos no hayan dado demasiado importancia a la transmisión por vía aérea. Los músicos tienen muy presente el caso del coro de Mount Vernon (Washington), donde una única persona contagió a otras 52 (de 61 presentes en el ensayo) a comienzos de marzo, según estimaron los CDC. Uno de esos casos extremos que, no obstante, muestran el riesgo de la expulsión de partículas al hablar alto, cantar o tocar un instrumento musical.

“Los que han estudiado el caso muestran que lo importante es la acumulación de varias medidas, que una sola no sirve”, recuerda Milla. Es decir, la distancia física o la higiene de manos no serían suficientes en entornos donde varias personas pasan alrededor de una hora espirando. El profesor se remite al trabajo del profesor español de la Universidad de Boulder en Colorado José Luis Jiménez, uno de los principales defensores de la teoría de los aerosoles, que mantiene que el 75% de contagios se produce a través de ellos. La clave se encuentra en la ventilación.

Foto: Gritar o hablar alto ayuda en la propagación del virus. (Reuters)

Entre sus publicaciones, el profesor repara en una que se refiere específicamente a los entornos musicales. Por ejemplo, respecto a los instrumentos de percusión, la recomendación es que las clases no duren más de 30 minutos y que se produzcan al menos una e idealmente tres renovaciones de aire antes de volver al aula. Una de sus recomendaciones para instrumentos de viento es la utilización de cubiertas para evitar que los aerosoles sean expulsados mientras se toca.

Como explicaba el propio Jiménez a El Confidencial, “al respirar, estás emitiendo partículas de tu saliva o del fluido respiratorio, de la tráquea y de los pulmones. Si hablas, emites 10 veces más. Si gritas o cantas, 50 veces más. Si estás infectado, estas partículas llevan el virus y, al no ser muy pesadas, se quedan flotando igual que el humo, que también es un aerosol”. Es probable que la discusión dure aún mucho más tiempo hasta llegar a un consenso. Pero para lo que no queda tanto tiempo es para que los conservatorios reabran en régimen de presencialidad, por lo que piden especular menos y tomar más medidas. Para que no se repita lo de aquel coro.

El inicio del curso escolar está lleno de miedos generales e incertidumbres muy particulares generadas por escenarios en los que pocos parecen haber reparado. Uno de los más llamativos es el de los conservatorios y las escuelas musicales, que seguirán un régimen de presencialidad semejante al resto de la formación reglada. Pero ¿es posible volver en las mismas condiciones en aulas donde la mascarilla es inviable porque la boca es el órgano esencial para el uso del instrumento?

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