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El 'lobby' del Govern en EEUU buscó apoyos contra España tras la sentencia del 1-O
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gastó 120.000 € en comidas, viajes y actos

El 'lobby' del Govern en EEUU buscó apoyos contra España tras la sentencia del 1-O

El jefe de la embajada de la Generalitat en Washington, el dirigente de ERC Isidre Sala, se reunió días después de la sentencia con los asistentes de congresistas y senadores estadounidenses

Foto: Quim Torra, en una visita a Washington en junio de 2018. (EFE)
Quim Torra, en una visita a Washington en junio de 2018. (EFE)

La embajada de la Generalitat de Catalunya en Estados Unidos se movilizó tras la sentencia del 1-O para tratar de encontrar apoyos a su discurso contra la Justicia española. El máximo responsable de la delegación desde el pasado septiembre, el dirigente de ERC Isidre Sala, se reunió días después del dictamen del Tribunal Supremo con los asistentes de algunos de los congresistas y senadores estadounidenses más activos en la política exterior de Washington, a pesar de la ofensiva que mantenía en ese momento el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, para frenar la red diplomática del 'procés'.

Según ha reconocido la propia embajada del Govern ante el registro del Departamento de Justicia para Agentes Extranjeros (FARA) de Estados Unidos, en los últimos seis meses ha gastado 120.978 euros (131.067 dólares) en eventos, comidas, viajes y otras actividades relacionadas con su labor de 'lobby' para engrasar los vínculos del independentismo con la primera potencia del mundo.

placeholder El exconsejero de Acción Exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia de la Generalitat catalana, Alfred Bosch. (EFE)
El exconsejero de Acción Exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia de la Generalitat catalana, Alfred Bosch. (EFE)

Los primeros encuentros que mantuvo Sala, tras tomar posesión del cargo, se produjeron el 6 de noviembre. Ese día se citó con los equipos del congresista Eliot Engels y los senadores Bob Menendez y Ben Cardin. El primero de ellos forma parte de la mayoría que controla el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. Milita en el Partido Demócrata y lleva en la Cámara Baja desde 1989. Por su parte, Menendez y Cardin, también demócratas, integran el Comité de Asuntos Exteriores del Senado, aunque en esa cámara, su partido está en minoría.

El 20 de noviembre tuvo lugar la reunión más relevante de la delegación de la Generalitat en sus últimos seis meses de actividad. El entonces consejero de Asuntos Exteriores, el político de ERC Alfred Bosch —tuvo que dimitir en marzo tras conocerse que había ocultado varios casos de acoso sexual de su jefe de gabinete— voló a Washington para mantener un encuentro, junto a Sala, con uno de los pocos políticos estadounidenses de primera fila que se ha pronunciado en público a favor de la independencia de Cataluña: el congresista republicano Mario Díaz-Balart.

El antecesor de Bosch en la consejería, Ernest Maragall, ya se reunió con este representante de Florida en noviembre de 2018, cuando se desplazó a Estados Unidos para reabrir la delegación, tras el paréntesis del 155. Bosch y Sala repitieron la cita un año después. Díaz-Balart es uno de los más firmes apoyos de Donald Trump en las filas republicanas. Se opone al control de la armas y de las emisiones de los gases de efecto invernadero, apoya el veto a los inmigrantes y secunda la línea dura contra Venezuela y Cuba. El propio Carles Puigdemont se reunió con él en mayo de 2017, en la recta final de referéndum. Díaz-Balart mostró su apoyo entonces a que Cataluña ejerciera la autodeterminación.

placeholder El congresista republicano Mario Díaz-Balart. (Reuters)
El congresista republicano Mario Díaz-Balart. (Reuters)

La reunión del 20 de noviembre, un mes después de la sentencia contra Oriol Junqueras y el resto de consejeros implicados en la consulta ilegal, fue la única que logró cerrar la delegación con un congresista o senador. En el resto, solo consiguió llegar a miembros de sus equipos. El 21 de noviembre, ya sin Bosch, el jefe de la oficina de la Generalitat se citó con el 'staff' del senador republicano Marco Rubio, integrante de la mayoría en el Comité de Asuntos Exteriores de la cámara alta; y con asistentes de la congresista demócrata Ilhan Omar, primera musulmana en la Cámara de Representantes y muy crítica con la política exterior de Trump.

Sala mantuvo una nueva cita el 12 de diciembre con asistentes del congresista demócrata Jerry MacNerney y, el 16 de enero, con personal del equipo del también miembro de la Cámara de Representantes Jim McGovern, igualmente demócrata y conocido por su defensa de los derechos humanos en el exterior. No hubo más reuniones en las semanas siguientes, a pesar de que, el 17 de enero, tras la investidura de Pedro Sánchez con los votos de ERC, el nuevo Gobierno de PSOE y Podemos decidió levantar el veto a la red diplomática de la Generalitat.

Los documentos presentados por la embajada también desvelan que ha cambiado de sede. Para su reapertura, la delegación dejó la oficina que ocupaba en Nueva York para instalarse en las dependencias que tenía en Washington el Catalonia Trade & Investment Office, otro de los organismos del Govern con presencia fuera de España. El Ejecutivo de Torra autorizó un gasto de 420.000 euros para acondicionar el nuevo espacio, situado a 1.000 metros de la Casa Blanca en la famosa calle K, una de las más cotizadas y sede de los principales despachos de 'lobby'. Ahora sigue compartiendo dirección con el Catalonia Trade & Investment, pero lo hace aún más cerca de la residencia oficial del presidente del país, en el número 1441 de la calle L, en otro edificio de oficinas.

La embajada de la Generalitat de Catalunya en Estados Unidos se movilizó tras la sentencia del 1-O para tratar de encontrar apoyos a su discurso contra la Justicia española. El máximo responsable de la delegación desde el pasado septiembre, el dirigente de ERC Isidre Sala, se reunió días después del dictamen del Tribunal Supremo con los asistentes de algunos de los congresistas y senadores estadounidenses más activos en la política exterior de Washington, a pesar de la ofensiva que mantenía en ese momento el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, para frenar la red diplomática del 'procés'.

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