Contrainteligencia, 'pata negra' y 'pacifista' de la ONU: las credenciales del general Santiago

El general de brigada José Manuel Santiago Marín pasará a la historia por sus declaraciones el pasado domingo durante la rueda de prensa del comité de seguimiento del estado de alarma, que se hicieron virales a lo largo del día. El jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil aseguró que una de las tareas en las que trabaja la corporación en esta crisis sanitaria es la de "minimizar ese clima contrario a la gestión de crisis del Gobierno". El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, las calificó poco después como "un lapsus" que había tenido el alto cargo del instituto armado.

El general, sin embargo, no matizó ni una coma de sus palabras durante la comparecencia que protagonizó un día después. "En mis cuarenta años de profesión en la lucha contra ETA y en misiones en el exterior, si algo he aprendido es que lo primero son las personas, no las ideologías; todos los que estamos aquí y todos ustedes somos un equipo", dijo ayer mientras apelaba a la propia audiencia y poco antes de que el responsable de emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, respaldara su labor.

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La razón de que el responsable de la Guardia Civil en la lucha contra esta pandemia no rectificara sus palabras radica en que estas respondían a una base real. El propio general admitía ante sus allegados tras pronunciarlas que incurrió en un error de expresión" al utilizar los términos citados y que asume las consecuencias que pueda haber. "Quien tiene boca se equivoca", añadía en el mismo contexto. Fue decisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que dieran la cara los técnicos de los ministerio de Sanidad, Defensa e Interior a diario, extremo que lógicamente termina pasando factura a estos profesionales sin experiencia previa en el trato con los medios de comunicación.

Fuentes del instituto armado cercanas al alto mando explican que esas mismas palabras dichas "en un contexto policial" no habrían sido malinterpretadas. "La contrainteligencia para combatir amenazas económicas o propagandísticas que tratan de debilitar al Estado ha existido en la Guardia Civil desde el duque de Ahumada", sentencia las mencionadas fuentes, que asumen que el error del general se produjo por la utilización del término Gobierno en lugar de Estado. "Hay que estar frente a las cámaras", justifican las mismas fuentes.

El general ha sido respaldado en privado por el Gobierno, aunque en el fondo a él le daba igual ser apartado que ser confirmado, añaden desde su círculo más cercano. "El reconocimiento público no es su mayor aspiración ni mucho menos", aseguran quienes le han visto quitarse de la lista de propuestas de medallas para meter en ella a alguien de su equipo. El general más joven de España cuando ascendió con 58 años (ahora tiene 59 y hay otro más joven), aseguran, debería tener colgadas del pecho más condecoraciones, pero este no ha sido su objetivo en la vida profesional.

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Estuvo durante casi una década en el Grupo Antiterrorista Rural (GAR), tras la desaparición de ETA reconvertido en Grupo de Acción Rápida, uno de los departamentos punteros de la Guardia Civil. "Fue casi fundador", recuerda uno de sus subordinados. Eran los años del plomo y Santiago Marín, primero como teniente y luego como capitán, evitaba ocultarse en su despacho. "Salía con sus hombres a hacer apostaderos por las noches para defender casas cuartel y permitir así que los guardias que en ellas vivían pudieran dormir esa noche; así vigiló hasta Intxaurrondo, donde no eran raros los lanzamientos de misiles 'jotake' nocturnos", relata la misma fuente, que apunta que no era obligación del entonces teniente o capitán acompañar a sus subalternos, pero que lo hacía porque era "un guardia de calle, no un oficinista".

Tras la época de acción antiterrorista y gracias a esa experiencia, Santiago Marín pasó a formar parte de los servicios de información de la benemérita en San Sebastián, primero, y en Bilbao, después. Formó parte del grupo entonces denominado 'patas negra', expertos en la lucha contra ETA reconocidos internacionalmente que recababan datos, los analizaban y luego planificaban los modos de derrotar a la banda tanto desde el punto de vista policial como judicial. No son vacías de contenido, por lo tanto, sus polémicas palabras sobre el trabajo de contrainteligencia, pues ha trabajado en ello durante más de un lustro.

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Ya como comandante, el general se marchó a Madrid. Hizo el curso de Estado Mayor y fue enviado a Nueva York. Allí se convirtió, a principios del milenio, en el primer español que formó parte del Departamento de Operaciones de Paz (DPKO, por sus siglas en inglés), ubicado en el edificio de Naciones Unidas de la ciudad norteamericana. Desde allí se dedicó a planificar la reconstrucción zonas que habían sufrido el horror de la guerra, como Bosnia o Kosovo. Tras la etapa estadounidense, ascendió a teniente coronel y fue destinado a la Jefatura Fiscal y de Fronteras. Luego escaló hasta coronel, rango que conllevó su traslado al Estado Mayor, y posteriormente a general, ascenso que ya no propició movilidad alguna.

Tiene mano izquierda al tratar con sus subordinados, a los que suele pedirles consejo, "jamás" ha estado marcado políticamente y es considerado un profesional "moderno" dentro de la corporación, comentan quienes aún están cerca de él. "Tiene ideas, sobre todo vinculadas a la comunicación, que contrastan con los criterios de los generales de la vieja escuela", añaden las mismas fuentes, que apuntan que el general entiende muy necesario "dar a conocer" las operaciones que realiza la Guardia Civil.