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"¿Ha dicho algo antes de morir?" La pregunta del detenido por el asesinato de Miriam
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Crimen de Meco

"¿Ha dicho algo antes de morir?" La pregunta del detenido por el asesinato de Miriam

La juez no fue al levantamiento del cadáver. Fuentes judiciales apuntan que este acto puede ser de una gravedad extraordinaria y tener una enorme trascendencia a nivel jurídico

Foto: Miriam Vallejo fue encontrada sin vida en una zona de campo de Meco (Madrid). (EFE)
Miriam Vallejo fue encontrada sin vida en una zona de campo de Meco (Madrid). (EFE)

A Miriam la asesinaron con saña. Noventa puñaladas. Su asaltante, un menguado, la abordó por la espalda, sin dar la cara, mientras paseaba a sus perros por un solitario descampado. Ocurrió el 16 de enero de 2019, hace un año, a la hora de la cena. Una noche en la que hacía más frío que oscuridad, de esas que invitan a quedarte en casa tapado con una manta. Un chaval, con la mayoría de edad recién cumplida, se topó casualmente con la escena del crimen. Inmediatamente llamó al 112 para pedir ayuda. De la comunicación, hasta ahora desconocida, se deducen dos cosas. La primera: Miriam todavía estaba con vida cuando la encontró. La segunda: era tal el nivel de oscuridad (imaginen el frío) que fue incapaz de ver la sangre ni tampoco que había sido apuñalada.

Esta es la conversación:

Operaria: “112 Castilla la Mancha”.

Testigo: “Me acabo de topar con una mujer tirada en el suelo. Creo que no está bien. Está herida. Estaba dando una vuelta y me la he encontrado. No la conozco”.

O: “¿Dónde estás? (…) ¿Y me ha dicho que es una mujer?”.

T: “Sí, está tirada en la tierra. Está consciente. Intento hablar con ella pero no responde. Tiene unos 40 años”.

O: “¿Está herida? ¿Sangra?”.

T: “No lo sé, pero a mí me da que está muy mal”.

En un principio se creyó que la muerte se había producido en la provincia de Guadalajara, que es por donde entró la llamada al 112, y se activaron los protocolos habituales en esa provincia, pero en cuanto se dieron cuenta de que el crimen se había cometido, por unos pocos metros, dentro de la Comunidad de Madrid, la maquinaria judicial se suspendió y se activó en Alcalá de Henares. Mientras los agentes se movían y pateaban el suelo para entrar en calor, avisaron al juez de guardia y al forense. La llamada se produjo a una hora tardía.

“Lo obligatorio para la jueza era presentarse en el lugar de los hechos acompañada de la secretaría judicial y máxime tratándose de un hecho tan grave como es la muerte violenta de una persona. Pero no acudió ninguna ni lo consideraron procedente. ¿La hora? ¿El frío? No sé. En mi opinión, el Consejo General del Poder Judicial debería pedir explicaciones ante una desatención tan grave de sus funciones”, apunta una fuente escandalizada desde el edificio de los juzgados a los que pertenece. “Me pregunto qué pensará el Consejo General del Poder Judicial sobre esta actitud y si es necesario llevar a cabo una inspección en el juzgado para aclarar este punto oscuro”.

placeholder Zona donde se encontró el cuerpo de la joven.
Zona donde se encontró el cuerpo de la joven.

La cuanto menos extraña decisión de la magistrada Ana María Gallegos Atienza, titular del Juzgado de Instrucción nº 5 de Alcalá de Henares, puede ser de una gravedad extraordinaria y tener una enorme trascendencia a nivel jurídico. De momento se desconocen las consecuencias, porque hay secreto de sumario, pero si los investigadores durante la inspección ocular encontraron pisadas, restos o algún tipo de prueba junto al cadáver, el abogado que defiende a Sergio, el único acusado, podría plantear que todas son nulas. La actitud de Ana María Gallegos, dicen los juristas consultados, es cuanto menos una severa irregularidad procesal, pero habrá que esperar a ver si genera problemas cuando se levante el secreto de sumario.

“Me pregunto qué pensará el Consejo General del Poder Judicial de esta actitud y si es necesaria una inspección en el juzgado para aclarar este punto”

Otra decisión cuestionable de su Señoría es la de dejar en libertad al único imputado, Sergio. Se encontró su ADN en la parte interior de la sudadera que llevaba la joven la noche del crimen, justo en el lugar en el que los investigadores creen que el asaltante agarró a Miriam para sujetarla mientras la apuñalaba.

Foto: El cuerpo sin vida de la joven fue hallado en enero de este año. (EFE)

¿Qué hacía allí su rastro genético? ¿Cómo llegó a parar al interior de una prenda de Miriam? La magistrada lo tuvo claro en un principio y mandó al sospechoso a prisión provisional con el siguiente argumento: "En el presente caso se considera justificada la medida para asegurar la presencia del imputado en el procedimiento, existiendo riesgo de fuga a la vista de la gravedad de la pena prevista y para evitar la ocultación o destrucción del arma utilizada, puesto que la misma no ha sido todavía localizada”.

¿Qué hacía allí su rastro genético? ¿Cómo llegó a parar al interior de una prenda de Miriam?

La Audiencia Provincial ratificó la decisión. Le dio la razón. Sergio debía estar en prisión. Pero, unos meses después, sin que hubiera aparecido todavía el cuchillo, y con las mismas pruebas que sirvieron para mandarle a la cárcel, su Señoría cambió radicalmente de opinión y lo dejó en libertad sin fianza. Para ello, claro, tuvo que contradecirse así misma: “Considerando que el investigado tiene domicilio conocido y que presumiblemente no se va a sustraer a la acción de la justicia (…) es procedente decretar la libertad provisional sin fianza”.

Todavía se desconocen la mayoría de pruebas, pero sobre las que la magistrada levantó sus reservas caben pocas interpretaciones. Por ejemplo, la declaración de un testigo que habló con él en el descampado al otro lado del plástico que colocó la Guardia Civil mientras esperaba que llegasen los investigadores. Es sumamente reveladora: “Al llegar me puse a conversar con un hombre. Estaba impasible, de hecho creí que era un agente. Le pregunté y me dijo que no, que era el compañero de piso de la víctima. Me llamó lo atención su frialdad. No mostraba emoción alguna. Hablaba con los agentes tranquilo. Luego estuve yo dialogando con él. Era como si hablase con alguien en la cola del supermercado”.

Cuando el testigo le contó que habían encontrado a Miriam medio viva algo pareció agitar a Sergio, que inmediatamente preguntó: “¿Sabes si antes de morir ha dicho algo?”. La declaración de su novia Celia también levanta sospechas: "Habitualmente si al terminar en el gimnasio me tomaba algo con los compañeros, Sergio se enfadaba y me lo recriminaba, pero aquel día, curiosamente, me dijo: “No pasa nada, quédate. No te preocupes". ¿Por qué ese cambio de actitud tan repentino? ¿Por qué concretamente ese día?

La investigación está trufada de testimonios que apuntan en una única dirección, lo que hace más inexplicable su puesta en libertad. La familia de Miriam, de cuya muerte se acaba de cumplir un año, contempla la actitud de la jueza con estupefacción, por no usar otro adjetivo más duro. Desconcertados aceptaron la decisión pero inmediatamente solicitaron a la magistrada una orden de alejamiento del joven respecto a los padres de la víctima: Juan y Begoña. Tienen miedo. Lógico. Ana María Gallegos, haciendo gala de una extraordinaria empatía, se tomó varias semanas para responder negativamente. El miedo es a veces irracional y libre. Las decisiones de la jueza también son libres.

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A Miriam la asesinaron con saña. Noventa puñaladas. Su asaltante, un menguado, la abordó por la espalda, sin dar la cara, mientras paseaba a sus perros por un solitario descampado. Ocurrió el 16 de enero de 2019, hace un año, a la hora de la cena. Una noche en la que hacía más frío que oscuridad, de esas que invitan a quedarte en casa tapado con una manta. Un chaval, con la mayoría de edad recién cumplida, se topó casualmente con la escena del crimen. Inmediatamente llamó al 112 para pedir ayuda. De la comunicación, hasta ahora desconocida, se deducen dos cosas. La primera: Miriam todavía estaba con vida cuando la encontró. La segunda: era tal el nivel de oscuridad (imaginen el frío) que fue incapaz de ver la sangre ni tampoco que había sido apuñalada.

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