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"Un señor intentó arrancarme la pistola": el relato de los guardias civiles del 1-O
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En el juicio del 'procés'

"Un señor intentó arrancarme la pistola": el relato de los guardias civiles del 1-O

Uno de los testigos comparó el 1-O con lo vivido con la 'kale borroka': "Yo llevo 25 años en la Guardia Civil, muchos de ellos los pasé en el País Vasco. Se pasaba muy mal, había mucho odio"

Foto: Imagen de archivo de una intervención de la Guardia Civil el 1-O. (EFE)
Imagen de archivo de una intervención de la Guardia Civil el 1-O. (EFE)

El Tribunal Supremo se llenó de guardias civiles la tarde del jueves. La sesión se reanudó con la declaración de un agente que intervino en tres colegios el 1-O, pero su relato se centró en el primero de ellos: el centro de votación de Dosrius, en Barcelona. "Puñetazos, cabezazos, patadas....". El testigo pintó un escenario de violencia en el que los manifestantes "parecía que se habían leído el manual de guerrilla urbana que circula por internet", una afirmación ante la que las defensas mostraron sorpresa. Su frase más dura, sin embargo, no llegó hasta la parte final del interrogatorio de la Fiscalía: uno de los concentrados agarró su pistola con las dos manos y trató de arrancársela, produciéndose así un enganchón entre ambos que le dejó una lesión en la mano. "Hay un vídeo en el que se puede ver", aseguró tajante el guardia civil.

El agente llegó con ganas de explicar lo que vivió aquella jornada. El presidente del tribunal, Manuel Marchena, tuvo incluso que pararle los pies cuando quiso hacer un "inciso" para explicar lo mal que les habían tratado en el centro de salud, aspecto por el que el Ministerio Público no le preguntó en ningún momento.

"Yo recuerdo el caso particular de un señor de unos 40 o 45 años que estaba frente a mi y me escupió en la cara. Llevaba un niño de ocho o diez años sobre los hombros. Nos insultaba, nos jaleaba... Era digno de ver la cara de odio con la que nos miraba", aseguró el agente. "Yo llevo 25 años en la Guardia Civil, muchos de ellos los pasé en el País Vasco en tiempos en los que había prácticamente un atentado semanal. Se pasaba muy mal, había mucho odio hacia nosotros. Y lo que pude percibir en esa persona nunca lo he percibido. Lo que más pena o miedo me dio fue que el niño de ocho o diez años que iba sobre sus hombros jaleaba lo que hacía el padre".

El guardia civil aseguró que los problemas comenzaron nada más poner un pie en la calle. En Dosrius el centro de votación no era un colegio, por lo que les costó encontrar el local en cuestión y casi se meten de lleno con sus vehículos al no percaterse de que lo tenían delante. "Según nos acercamos empecé a ver puñetazos, cabezazos, patadas.... La gente se tiraba al suelo y nos daba patadas desde el suelo. Había hasta gente que me hacía gracia porque levantaban los brazos y nos daban patadas", explicó. Tanto él como sus compañeros iban ataviados con chalecos tácticos, equipación que cuenta con distintos compartimentos para guardar los artilugios que necesitan para sus intervenciones. "Toda esta gente nos venía a arrancar lo que llevábamos. El suelo lleno de cables rotos, de boinas, de transmisiones...", explicó.

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Mientras trataban de abrirse paso por la entrada, se dio de bruces con un hombre que fue directo a por su pistola. "Por suerte tenemos unas fundas que tienen unos sistemas de seguridad que si no se conoce su usó no se puede desenfundar o es muy difícil. Pero me agarró la pistola con sus dos manos y me la intentó arrancar. Mi reacción fue agarrarle por las muñecas para que no me arrancara el arma, entonces él me agarró la mano, me la retorció y me provocó la lesión por la que luego fui atendido", describió el agente.

Llegado el turno de las defensas, los abogados trataron de desmontar su versión de los hechos. "¿Su pelotón tiró a gente al suelo y la arrastró?", lanzó Marina Roig, abogada de Jordi Cuixart. La respuesta del guardia civil provocó una mueca por parte de la letrada: "La gente se tiraba al suelo por propia iniciativa y desde allí nos daban patadas", afirmó. Tampoco el resto de abogados consiguieron que el testigo hiciera autocrítica sobre su actuación, sino más bien lo contrario. A cada nueva pregunta, insistía en que aquello no era un clima pacífico: "Nos agredían, nos quitaban los elementos de los chalecos... Y en el momento en que actuabas, ese señor levantaba las manos como diciendo 'no he hecho nada".

La declaración del polémico guardia civil

Por la tarde compareció también un guardia civil que el 1-O intervino en el colegio electoral de Sant Martí de Sesgueioles, en Barcelona. El agente siguió la línea de sus compañeros y aseguró que tuvieron que hacer frente a un clima "hostil", pero a diferencia de otros testigos, él llevó ese día una cámara que registró cada uno de sus movimientos. La grabación dejó así constancia de una serie de frases e insultos que dedicó a los manifestantes y que las defensas no dudaron en poner sobre la mesa.

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La intervención más dura fue la del abogado de Junqueras, Andreu van den Eynde. "¿Qué significa en su argot el dar pinchazos a la gentem que queda registrado en la cámara", quiso saber. "La palabara técnica son puntazos y está registrada en los procedimientos de control de masas. Son puntazos en manejo de una defensa [porra]". El abogado olió la sangre y puso contra las cuerdas al agente preguntándole por qué guardia civil dijo que se metiera la porra entre los concentrados como si no hubiera un mañana. "Fue mía, pero 10 minutos después de la intervención. Es una conversación privada con mis compañeros".

"¿Por qué dijo usted que si no habían roto una costilla, poco le faltaba?", continuó Van den Eynde. "Sí, fui yo, no lo voy a negar. Pero luego se vio que nadie resultó herido y fue una muy buena intervención". El abogado preguntó entonces si recuerda que llamó 'hijos de puta' a los manifestantes, ante lo que el guardia civil reconoció los hechos: "Sí, cada uno se quita el estrés vivido como puede y yo dije eso", trató de justificarse. Por primera vez en el juicio del 'procés', la declaración de un guardia civil benefició más a las defensas que a las acusaciones.

El Tribunal Supremo se llenó de guardias civiles la tarde del jueves. La sesión se reanudó con la declaración de un agente que intervino en tres colegios el 1-O, pero su relato se centró en el primero de ellos: el centro de votación de Dosrius, en Barcelona. "Puñetazos, cabezazos, patadas....". El testigo pintó un escenario de violencia en el que los manifestantes "parecía que se habían leído el manual de guerrilla urbana que circula por internet", una afirmación ante la que las defensas mostraron sorpresa. Su frase más dura, sin embargo, no llegó hasta la parte final del interrogatorio de la Fiscalía: uno de los concentrados agarró su pistola con las dos manos y trató de arrancársela, produciéndose así un enganchón entre ambos que le dejó una lesión en la mano. "Hay un vídeo en el que se puede ver", aseguró tajante el guardia civil.

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