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El PSOE, gran beneficiado en la España interior por la fragmentación de la derecha
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estudio en las 28 circunscripciones pequeñas con 103 escaños en juego

El PSOE, gran beneficiado en la España interior por la fragmentación de la derecha

El problema, ojalá se comprenda de una vez, no está en la Ley d’Hondt, sino en la circunscripción provincial. El partido de Pablo Iglesias es el gran perjudicado en estos minifundios electorales

Foto: Pedro Sánchez durante su intervención en un acto del PSOE en A Coruña. (EFE)
Pedro Sánchez durante su intervención en un acto del PSOE en A Coruña. (EFE)

En las elecciones de abril, en 28 circunscripciones se repartirán entre uno y cinco escaños. En total, 103 escaños en juego. Allí la proporcionalidad sufrirá graves desperfectos. Con cinco partidos de ámbito nacional compitiendo en un margen de 15 puntos entre el primero y el último, es altísima la probabilidad de que el cuarto y el quinto queden eliminados de la asignación de escaños, desperdiciando cientos de miles de votos. El problema, ojalá se comprenda de una vez, no está en la Ley d’Hondt, sino en la circunscripción provincial. Si hay que repartir 350 en 52 distritos, eso obliga a que muchos de ellos tengan muy pocos diputados (pese a estar brutalmente sobrerrepresentados respecto a su población). Allí los partidos medianos y pequeños quedan irremisiblemente expulsados, incluso con porcentajes de votos muy notables.

El conflicto viene de la contradicción de que la elección más fragmentada de nuestra historia será también la más polarizada. Cinco partidos (más todos los nacionalistas), pero solo dos bloques, completamente impermeables e incomunicados entre sí, autocondenados a chocar sin dejar espacio alguno a la cooperación futura. Frankenstein frente a Colón. Lo malo de esa clase de polarización es que puede resultar provechosa para el interés electoral de algunos, pero es una calamidad para el país.

Foto: Pablo Casado, en Zaragoza. (EFE)

El líder del PP clama estos días por evitar el peligro de perder las elecciones precisamente en las provincias pequeñas del interior, feudos conservadores de toda la vida. Con la irrupción de Vox, el minifundismo electoral se volvió en contra de quienes siempre se beneficiaron de él. Por eso, a falta de ideas útiles sobre el país, contemplamos la aberración de una campaña que versa sobre el sistema electoral.

Casado ha descubierto que la división en tres tercios del espacio que un día abarcó el PP puede resultar fatídica, sobre todo cuando en el bloque contrario el voto tiende a agruparse en torno al partido mayoritario. En otros tiempos, un 50% de intención de voto a la derecha del PSOE habría garantizado una mayoría absoluta abrumadora. Hoy, la derrota es una amenaza más que verosímil. Para su partido, desde luego; pero también para la coalición que aspira a encabezar. El espectro de los votos improductivos, que en su día fue una pesadilla para la izquierda, hoy lo es para la derecha.

placeholder El líder del PP, Pablo Casado, habla con los periodistas en Asturias. (EFE)
El líder del PP, Pablo Casado, habla con los periodistas en Asturias. (EFE)

Para medir el posible impacto de este fenómeno recurrimos al modelo más usual —y empíricamente más consistente— para calcular escaños por provincias: aquel que parte del promedio de las encuestas más recientes y toma como referencias la participación en las últimas elecciones y la estructura territorial del voto de cada partido.

En otros tiempos, un 50% de intención de voto a la derecha del PSOE habría garantizado una mayoría absoluta. Hoy, la derrota es una amenaza verosímil

A través de este estudio no se pretende ofrecer un pronóstico, sino una aproximación estática —detenida en el momento actual— a la situación existente en los 28 minifundios electorales, a la luz de la información disponible.

Principales conclusiones:

  1. Pese a ser provincias mayoritariamente conservadoras, el PSOE de Sánchez puede alzarse con la victoria en muchas de ellas gracias a la división del espacio a su derecha y de la dimisión de Podemos.
  2. Es cierto que Vox desperdicia mucha fuerza en las provincias pequeñas. En el punto en que está, quedaría fuera en 15 de las 28 y malograría cerca de 400.000 votos. Pero eso es una minucia frente al destrozo que sufriría Podemos: dos diputados de 103. El 83% de los votos que obtendría en este tramo, a la basura. Los escaños que quiera obtener Iglesias deberá buscarlos en las circunscripciones de mayor tamaño, porque esta mitad es un erial para él.
  3. Dando por descontado que PSOE y PP ocuparán las dos primeras plazas, la lucha por la tercera posición será crucial. En muchas de esas provincias entrará el tercero, pero en muy pocas lo hará el cuarto. En este momento Ciudadanos recibe el decisivo "escaño del tercero", pero ya siente la respiración de Vox en la nuca. Unas décimas pueden deparar al partido de Rivera un resultado decoroso o un naufragio.
  4. Además de la evolución de la intención de voto, el factor que más poderosamente puede alterar la situación es el que las encuestas tienen más dificultad para medir: la participación. Si se confirma a nivel nacional el ciclo abstencionista que anticipó Andalucía, el escenario cambiaría por completo. Lo que echó a Susana Díaz de San Telmo fueron aquellos cinco puntos adicionales de abstención; algo parecido a eso podría arruinar a Sánchez la victoria que, a decir de algunos, ya saborea por adelantado.

Vayamos ahora al detalle de las 28 circunscripciones, insistiendo en el carácter no exacto ni predictivo, sino meramente orientativo para el análisis, de los datos que se manejan:

Ceuta y Melilla tienen cada una un diputado, que será para el primer partido (presumiblemente, el PP). Soria tiene dos: normalmente, uno será para el PSOE y el otro para el PP. Si bien ya en esa provincia la fragmentación de la derecha pondría al PSOE en cabeza, otorgándole tres de los cuatro senadores. En ocho provincias se atribuyen tres escaños. Lógicamente, solo tres partidos tendrán opción a ellos. Para que el ganador obtenga dos diputados tendría que doblar en votos al tercero (lo habitual en el pasado). Ahora lo más frecuente será el reparto 1-1-1, lo que hace crucial la batalla por la tercera posición.

Con el 10% de los votos, UP se quedaría en blanco. Y pese a su 14,4%, Vox tendría que conformarse con un único diputado. Los de Iglesias desaprovecharían 85.000 votos y los de Abascal algo más de 100.000. Pero, atención, solo 17.000 votos separan hoy a Ciudadanos de Vox; y en ese mínimo margen pueden jugarse hasta 7 escaños. Lo que significa que el tercer puesto vale su peso en oro y que el partido de Rivera lo tiene prendido con alfileres.

En estas provincias, la derecha obtendría un 58,1% frente a un 39,3% de la izquierda. Sin embargo, el PSOE quedaría primero en cinco de los ocho distritos, lo que daría 18 senadores a los socialistas y 14 a los populares.

En las 10 provincias de cuatro escaños, lo más habitual será un reparto 2-1-1. En ellas es crucial obtener la primera posición para lograr el segundo escaño; y como en el caso anterior, lo más probable es que el cuarto y el quinto partido malgasten sus votos.

Segunda catástrofe para UP, que solo salvaría los muebles —y un escaño— en Álava, donde ya ganó en 2016. Los casi 200.000 votos que obtendría en las otras 9 provincias no le servirían para nada. Vox quedaría excluido en 6 de las 10 circunscripciones, desperdiciando 160.000 votos. Eso sí, en este tramo superaría en votos a Ciudadanos gracias a su extraordinario registro en las dos provincias del interior de Galicia.

En este grupo de pequeñas provincias de 4 escaños los votos de la derecha (51,4%) también superarían ampliamente a los de la izquierda (39,3%). Pero la distribución de los 40 senadores sería esta: PSOE, 17; PP, 16; UP, 3; ERC, 3; PDeCAT, 1.

Tercer desastre morado. Un único escaño y 185.000 votos más tirados a la basura en estas siete provincias. A medida que crece el tamaño de las circunscripciones, Vox recupera el aliento: aquí solo queda fuera en tres de las siete provincias, con unos 80.000 votos improductivos. Y gracias al hundimiento del partido morado, el PSOE podría recuperar su enorme fuerza en feudos tradicionales de Andalucía, como Huelva y Jaén. Además, ganaría 19 de los 28 asientos en el Senado.

Tiene razón Casado en preocuparse por la fragmentación de la derecha, especialmente en las provincias pequeñas. Es posible que el líder del PP no olvide que eso no viene de un mal golpe de azar, sino de la desbandada de su electorado, al que se han suministrado abundantes motivos para emigrar. No se pierden más de seis millones de votantes en siete años por casualidad.

En todo caso, la solución no puede venir por la vía de inundar España de panfletos con tablas de la Ley d’Hondt ni de esa ensoñación, típica de los políticos, de que los ciudadanos votan con una calculadora en la mano. Tampoco de manosear monográficamente la cuestión de los pactos propios y ajenos. Me pregunto si valdría la pena dedicar al menos un rato cada día a hablar de la vida de las personas. Quién sabe, a lo mejor funciona.

En las elecciones de abril, en 28 circunscripciones se repartirán entre uno y cinco escaños. En total, 103 escaños en juego. Allí la proporcionalidad sufrirá graves desperfectos. Con cinco partidos de ámbito nacional compitiendo en un margen de 15 puntos entre el primero y el último, es altísima la probabilidad de que el cuarto y el quinto queden eliminados de la asignación de escaños, desperdiciando cientos de miles de votos. El problema, ojalá se comprenda de una vez, no está en la Ley d’Hondt, sino en la circunscripción provincial. Si hay que repartir 350 en 52 distritos, eso obliga a que muchos de ellos tengan muy pocos diputados (pese a estar brutalmente sobrerrepresentados respecto a su población). Allí los partidos medianos y pequeños quedan irremisiblemente expulsados, incluso con porcentajes de votos muy notables.

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