Actores, simulaciones, cárceles y redes sociales: el día a día en el MIR de los jueces
La Escuela Judicial, en Barcelona, forma desde hace 20 años a los jueces que sacan la oposición. Entramos en una institución desconocida por la que pasa todo el que lleva una toga
Desde fuera, la sede de la escuela judicial del Poder Judicial parece un hotel. O una residencia de estudiantes. Incluso un convento. Está en Vallvidrera, con Barcelona a sus pies, una zona rica de carretera serpenteante por la que uno se pierde fácilmente. A la entrada, una pista de baloncesto y una piscina dan impresión de lugar de ocio. Pero tiene explicación. “Es que era un centro de menores que cedió la Generalitat. Por eso la piscina, que no se hizo a propósito”, advierte Gemma Espinosa, directora de la Escuela Judicial. Por aquí han pasado desde hace 20 años todos los jueces que han aprobado la oposición. “Fabricamos jueces. Entran universitarios que han estudiado mucho y aprobado una oposición y salen jueces”, explica José Villodre, juez y profesor de Penal. Es como un MIR en el que durante dos años los jueces se enfrentan a actores que simulan declaraciones extremas ante un juez para ver cómo reaccionan, siguen juicios en streaming y debaten sobre qué puede decir un juez en las redes sociales. Esta es una aproximación a su día a día.
María Asunción Izquierdo pasó cinco años rodeada de apuntes. Literalmente. Estaba preparándo la oposición a juez. "Me levantaba entre 7.30 y 8.00 y estudiaba de nueve a tres de la tarde, hacía una pausa para comer y seguía de cuatro a siete u ocho. Luego hacía algo de deporte. Tenía un día de descanso a la semana". Lo más duro, cuenta, es "no perder la fe" y lo más importante, no tener presiones externas. "Tienes que creer mucho en ti. Al tercer o cuarto año ya estaba preparada pero fueron años de convocatorias de jueces muy cortas. Ella mantuvo la esperanza. Tras haber estudiado Derecho y ADE y sabiéndose muy disciplinada decidió seguir. Con la crisis, las convocatorias de 400 plazas para jueces y fiscales pasaron a la historia y la última promoción fue de apenas un centenar. Al final aprobó y hoy es juez en prácticas.
“Fabricamos jueces. Entran universitarios que han estudiado y aprobado una oposición y salen jueces”
En la misma oposición aprobó Javier Ramos de la Peña. Él cuenta que tuvo más suerte y solo tardó dos años en sacar la plaza. "En 2015 cambiaron muchas leyes, hubo una diarrea legislativa, y a la gente que llevaba más tiempo preparando la oposición le perjudicó", explica. Él tiene 25 años ahora, y cuenta que en su curso ha habido varios en la misma situación.
Hace dos décadas, María Asunción y Javier habrían pasado unas breves prácticas e inmediatamente habrían sido lanzados a su juzgado ya con la toga. Es lo que le ocurrió a Gemma Espinosa, directora de la escuela y magistrada de Familia. "Antes, por las mañanas ibas con un juez a ver su trabajo y por las tardes a la escuela. No había ni bases de datos. Te daban unos tomos de jurisprudencia del Supremo y te tenías que apañar. Yo tuve tres meses de escuela en Madrid y llegabas al juzgado y no sabías por dónde te daba el aire. Es verdad que ahora es más complejo: contratos bancarios, productos financieros, legislación europea…", cuenta en su despacho.
Hace poco más de 20 años, el Estado decidió que para una profesión tan crítica había que crear una especie de MIR, que cantar 'chorrocientos' temas de derecho no garantizaba el conocimiento práctico de llevar un juzgado. Después ha habido intentos de hacer algo parecido con los profesores pero nunca ha cuajado. La Escuela Judicial fue a Barcelona y el Centro de Documentación Judicial (Cendoj) fue a San Sebastián, los dos dependientes del Consejo General del Poder Judicial. Así se descentralizó algo la madrileñizada justicia. Jorge Jiménez, número dos de la escuela y uno de los primeros alumnos que ha acabado dando clase, recuerda que al principio hubo quien lo vio como algo innecesario: "Había gente que decía que eso no era necesario. 'Si ya he aprobado la oposición, ya me lo sé'. Ahora esta formación es la envidia. Cuando llegan los jueces enseguida se dan cuenta de lo mucho que les falta".
La escuela incluye clases pero lo más importante son los aspectos prácticos. "Igual que los médicos hacen un MIR esto es lo mismo. Les damos las herramientas para ser jueces. Aquí no hacemos teoría, esa ya la saben toda porque han aprobado un temario durísimo: 90 temas de civil, 60 de penal, constitucional y de la UE, procesal civil, procesal penal… todo teórico. Ya conocen las leyes. Aquí les damos casos reales cuya dificultad se va incrementando porque el primer día no saben ni ver un procedimiento. El primer día se les da un caso sencillo y con un profesor al lado van viendo cómo es un juicio". Para completarlo, hay simulaciones de juicios, pero para los casos duros cuesta que se metan en el papel.
Por eso para lo que aquí llaman "declaraciones críticas", la escuela contrata actores: "Este año tuvimos una actriz que hacía de mujer violada que está alterada". ¿Cómo se le toma declaración para conseguir un relato de hechos sin hacerla pasar otra vez por esa situación? Javier recuerda esa práctica. "Me tocó hacer de fiscal en un juicio de una violación. La actriz lo hacía muy bien. Tenías que preguntar cuestiones técnicas pero sin hacerle pasar a la víctima por una victimización secundaria, que no empeore su situación traumática. Antes supongo que no se les enseñaba. La actriz lo hacía tan bien que me costó meterme con rigor jurídico, ahora creo que lo haría mejor".
Su compañero de promoción Jesús de Abajo también valora estás prácticas: "Cada dos semanas hacíamos una simulación y para buscarle un mayor realismo venían actores. Son muy buenos actores y te meten en situaciones extremas, a veces te ponen contra las cuerdas. El agresor que intenta abalanzarse contra su mujer, un señor que venía esposado y estaba muy violento, saber si tenías que quitarle o no las esposas...".
Otra práctica consiste en seguir un juicio real desde el día que el asunto entra en los juzgados. "También tenemos comunicación directa con juzgados de media España y nos dan copia el día que entra el asunto y el día de juicio lo vemos en directo con ese juzgado, nuestros alumnos hablan con el juez antes de la vista y luego se vuelven a comunicar y el juez les explica por qué ha hecho tal cosa o la otra", explica la directora. Las instalaciones están cuidadas y con unas envidiables cristaleras con una imponente vista sobre Barcelona. Hay aulas que simulan una sala de vistas de un juzgado, una completa biblioteca y un parque en el que cada promoción planta una encina. Aquí, algo apartados del jaleo, vivió el procés el futuro de la carrera judicial española.
Además de la práctica hay mucha cuestión menos tangible. Un grupo de profesores reunidos en una sala narran las reacciones cuando tratan otros aspectos que incluye ser juez y que van más allá del temario. Rafael Bustos, profesor de Constitucional, lo resume: "Ser juez es una responsabilidad exclusivamente individual. Eres tú, con tu nombre y apellidos, el que resuelve, sin poder esconderte en un colegio o colectivo, y aciertas o metes la pata. Y es una responsabilidad muy alta para alguien que llega además generalmente sin experiencia laboral previa. Es un salto complicado para cualquiera que se preocupe por su trabajo, y este es el caso generalmente. Yo les digo: 'Jugáis con lo más peligroso: la libertad, la propiedad y la familia'. Y te tienes que enfrentar tú solito con 28 o 29 años. Yo no les envidio”.
Una de las cosas que tratan es el uso de redes sociales y la delimitación entre la vida pública y privada. ¿Puede un juez en un pueblo estar de copas cada dos por tres? ¿Y tener amistad con un abogado? Las respuestas no son sencillas, según explica José Villodre, magistrado y profesor de Penal. "Un debate que tenemos todos los años es qué puede hacer un juez y qué no, y más en un pueblo muy pequeño. Alguno dice: 'Yo soy juez mis horas pero luego soy un ciudadano'. Y eso no es exactamente así. Eres juez 24 horas. Yo he estado ejerciendo en La Mancha más profunda y la gente te caza enseguida. Y se preguntan: '¿Qué horas son estas para el juez? ¿Y con quién está? ¿Y ese amigo suyo es abogado? Que mañana yo tengo juicio con él".
"Un juez tiene que ser muy cuidadoso con su proyección pública. Les decimos: 'Ahora sois jueces, ya no sois sujetos privados"
Con las redes sociales pasa algo parecido. "Vienen de Google les explican cómo va a quedar aquello que pongan en la Red y ven cómo perdura lo que digan. Les cuentan las consecuencias que tiene", relata Miriam de la Rosa Palacio, jefa de Relaciones Externas de la Escuela. Y Rafa Bustos, un profesor de Constitucional con voz ronca y al que le gusta dar clase al aire libre, interviene: "Un juez tiene que ser muy cuidadoso con su proyección pública. Les decimos: 'Ahora sois jueces, ya no sois sujetos privados. No sois sacerdotes, esto no es una religión, pero cuando la gente te ve ve la Justicia y cualquier cosa que colguéis va a estar siempre en la red. Además, nunca sabes qué casos te van a llegar en el futuro". Al final, "muchos acaban diciendo: 'Yo lo de Facebook... como que ya no lo voy a usar", tercia Villodre.
La escuela trata también de poner los pies en el terreno a los jueces en prácticas. Van a una cárcel donde hacen el ingreso como si fueran un preso normal. De Abajo recuerda los tres días de paso en la prisión Brians II: "Un día estás visitando el módulo de mayor peligrosidad y de régimen semiabierto, otro un módulo de la unidad psiquiátrica, otro día visitabas el patio y te entrevistabas con los presos. Ves las aulas, las celdas, el mercado, reuniones con presos. Viene bien saber cómo funciona adonde vas a mandar a tanta gente". También acuden al levantamiento de un cadáver, a despachos de abogados, a un control de alcoholemia, incluso a veces con un periodista a ver cómo es su tarea. Para gente que ha estado años entre un temario de apuntes es un gran cambio. Cuentan que la cárcel les impresiona mucho. El olor, la entrada ahí. El funcionario les cierra y los deja en una celda un rato. Es imposible saber lo que es la cárcel, pero que la idea es que tengan algún contacto con ella y que se lo piensen antes de mandar a alguien allí un tiempo. La escuela también tiene un cine fórum, donde alguna vez ha acudido el exfiscal general del Estado y gran cinéfilo, Eduardo Torres Dulce, pero también David Trueba y Javier Cercas recientemente. 'Único testigo', 'El mercader de Venecia' y 'El caso Winslow', son de las últimas proyecciones.
Nuria Alonso, profesora de Civil, cuenta que conforme avanza el curso los alumnos van notando la responsabilidad: "Yo les digo: 'Pensad en los médicos. Cuando están de guardia y les llega una urgencia. Aquí por lo menos cabe recurso. Hay otros que lo tienen peor. Un médico se tiene que enfrentar a esos miedos igual'. Recuerdo como si fuera hoy la sensación de responsabilidad de sentarme en la silla de mi primer juzgado y sentir la responsabilidad como un peso físico real. Una compañera que me decía: tardas como tres meses en estar cómoda en la silla. Al principio la responsabilidad te impacta. El primer preso te lo llevas a casa, de ese no te olvidas, ni del primer cadáver".
Después de un año en la escuela, los jueces en prácticas pasan a prácticas tuteladas en un juzgado y después a un juzgado con mucha carga de trabajo como jueces de sustitución o refuerzo. Al terminar ese periodo deben recibir su destino, influido por la nota que obtengan en los ejercicios finales de la escuela. En total, dos años de formación con un sueldo de 1.260 euros. Además, son años en los que los alumnos vuelven a socializar y a salir después de años enclaustrados. "La escuela cumple una función de resocialización. Vienes de muchos años enclaustrado. Y llegas con compañeros de tu edad que han estado enclaustrados como tú y te entiendes. El año de Barcelona además de la formación y mucho trabajo aprovechas para viajar y volver a salir y creo que esa función es muy importante", opina De Abajo, que se sacó la oposición después de tres años en los que solo tuvo libre de temas los domingos por la tarde.
Dos tercios de los que aprueban la oposición son mujeres. "Es una proporción que se cumple como la ley de la gravedad".
En estos 20 años, el principal cambio que han notado en la escuela es que ahora hay una clara mayoría de mujeres, que ahora son normalmente dos tercios de las promociones y un año llegaron a ser el 75%. En las orlas, menguantes en tamaño en los últimos años de la crisis, se observa perfectamente. Los profesores sostienen que la escuela no es elitista y que la oposición podrá tener otros problemas pero la endogamia no es uno de ellos. Solo el 6% de los que han pasado por aquí tenía algún familiar juez. "Yo soy profesor de universidad y la endogamia en la universidad está muy por encima que en la carrera judicial", responde Ramón Casas, profesor de Civil en la escuela. Y añade: "A veces comentamos cuando nos pasan de entrada el perfil de la promoción comentamos que es el perfil de la clase media española perfecto, salvo por esos dos tercios de mujeres y uno de hombres que se cumple con más rigor que la ley de la gravedad. Una clase media que se puede permitir pagar tres o cuatro años de estudio sin becas, eso sí".
Porque con la crisis las comunidades que tenían becas para opositores las cortaron o las rebajaron (otro palo más al engranaje del ascensor social). Los consultados no creen que haya habido una deriva hacia la derecha en estos años. "Ideológicamente es muy abierto. Pero todos los juristas, aunque digamos lo contrario, somos conservadores, no en el sentido político del término, sino de una estructura mental determinada", admite Casas. Gente de orden, de ley, capaz de pasar en su juventud miles de horas ante un temario del Código Penal. Y eso marca.
Desde fuera, la sede de la escuela judicial del Poder Judicial parece un hotel. O una residencia de estudiantes. Incluso un convento. Está en Vallvidrera, con Barcelona a sus pies, una zona rica de carretera serpenteante por la que uno se pierde fácilmente. A la entrada, una pista de baloncesto y una piscina dan impresión de lugar de ocio. Pero tiene explicación. “Es que era un centro de menores que cedió la Generalitat. Por eso la piscina, que no se hizo a propósito”, advierte Gemma Espinosa, directora de la Escuela Judicial. Por aquí han pasado desde hace 20 años todos los jueces que han aprobado la oposición. “Fabricamos jueces. Entran universitarios que han estudiado mucho y aprobado una oposición y salen jueces”, explica José Villodre, juez y profesor de Penal. Es como un MIR en el que durante dos años los jueces se enfrentan a actores que simulan declaraciones extremas ante un juez para ver cómo reaccionan, siguen juicios en streaming y debaten sobre qué puede decir un juez en las redes sociales. Esta es una aproximación a su día a día.