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La moción de Rivera estalla las costuras del PSOE y rompe el frente constitucionalista
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JORNADA DE ANSIEDAD EN EL CONGRESO

La moción de Rivera estalla las costuras del PSOE y rompe el frente constitucionalista

La iniciativa de apoyo al Gobierno, rechazada en el pleno por el voto decisivo de los socialistas, saca de nuevo a la luz las tensiones dentro del grupo de Robles y el criterio cambiante de la cúpula

Foto: Los diputados socialistas Meritxell Batet, Patxi López y José Luis Ábalos, este 19 de septiembre en el pleno del Congreso. (EFE)
Los diputados socialistas Meritxell Batet, Patxi López y José Luis Ábalos, este 19 de septiembre en el pleno del Congreso. (EFE)

El PSOE tiene a veces la rara habilidad de caer en charcos ajenos, de convertir una iniciativa de otro partido en un pozo de discordia interna. Y eso fue lo que ocurrió este martes. Una moción de Ciudadanos pensada para mostrar su apoyo al Gobierno frente al referéndum del 1-O, calificada como "oportunista" e "irresponsable" por los socialistas, logró no solo visualizar las fisuras del frente constitucionalista, sino también disparar la tensión dentro del PSOE en el Congreso como nunca se había visto desde las primarias que ganó Pedro Sánchez.

La crispación interna no se manifestó tanto en la votación final —166 noes, 158 síes y cinco abstenciones— como en el rostro demudado y la palpable incomodidad de buena parte de los diputados socialistas. Porque de esas cinco abstenciones, una era de Ana Oramas (Coalición Canaria) y cuatro procedían del PSOE, de parlamentarios que en la pugna federal respaldaron a la presidenta de la Junta frente a Sánchez. Tres de ellos son andaluces —el sevillano Antonio Pradas, el hombre de Susana Díaz en Madrid; el granadino Gregorio Cámara, y el onubense Pepe Juan Díaz Trillo—, que aseguraron que se habían confundido a la hora de apretar el botón, y la cuarta díscola era la exportavoz Soraya Rodríguez, que sin embargo sí reconoció que se había desmarcado de la directriz de la cúpula porque no compartía ese rechazo a la iniciativa de C's.

Varios diputados críticos dejaron ver su malestar, pero la decisión de votar no partió de Sánchez. Al final, cuatro se abstuvieron, tres de ellos por "error"

Pero esas cuatro abstenciones socialistas, de las cuales una solo se ejecutó a conciencia —es más, Pradas trasladó a los representantes andaluces que había que acatar la decisión de la dirección—, no eran más que la punta del iceberg de una ola de irritación creciente y que se había ido calentando durante una jornada vivida con cierto caos en la casa socialista. El choque era tal que algunos diputados críticos intentaron persuadir a la cúpula del grupo, encabezada por Margarita Robles, de que cediera y ordenara la abstención. Pero la presión no surtió efecto. El sentido del voto final, el no a la propuesta de Albert Rivera, fue decidido por el mismo Sánchez, según confirmaron desde su equipo.

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La importancia de la enmienda

Los socialistas habían llegado a la jornada del martes sin una decisión tomada. Tenían sobre la mesa la proposición no de ley de Ciudadanos, que pretendía escenificar la unidad de los llamados partidos constitucionalistas en el Congreso en torno a la crisis de Cataluña. El texto original buscaba expresar el apoyo de la Cámara al Gobierno, al Tribunal Constitucional, al Ministerio Fiscal y al resto del Poder Judicial y de las autoridades públicas "en la defensa de la legalidad democrática en Cataluña y, en particular, en todas aquellas medidas que sean necesarias y adoptadas de manera proporcional para impedir la organización del referéndum de secesión de Cataluña". También perseguía manifestar el respaldo a "todos los funcionarios del Estado", instar al Ejecutivo a que impida el uso de recursos públicos para la preparación y ejecución de la consulta del 1-O y reconocer a los ciudadanos catalanes que, "al margen de las ideologías, respetan la ley".

El PSOE empujaba para que el pleno expresara su sí a la apertura del diálogo, a lo que se negaba C's: veía detrás una negociación con los separatistas

La dirección de Robles decidió presentar una enmienda al texto de Rivera [en PDF], con la que pretendía añadir tres puntos básicos: el apoyo a los alcaldes y concejales presionados por los independentistas, el requerimiento a las autoridades catalanas para que regresen a la legalidad y (lo más importante para el PSOE) la apelación al diálogo, la búsqueda de una "salida pactada y legal" al conflicto. Enmienda que la portavoz consideraba "perfectamente asumible" por Ciudadanos.

En la reunión del Grupo Socialista, la dirección parlamentaria explicó la posición acordada, y dio a entender que si la formación naranja admitía las modificaciones propuestas, podría votarse a favor. Fue el diputado Odón Elorza, miembro ahora de la ejecutiva federal, quien mencionó la posibilidad de la abstención, que bastaba para que saliera adelante. Pero durante el debate no salió la posibilidad del voto en contra, según manifestaban varios parlamentarios. En la reunión, el granadino Gregorio Cámara, constitucionalista reputado y secretario de Libertades y Política Territorial de la dirección de Susana Díaz, sí pidió a sus compañeros que no "demonizasen" la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna, el que permitiría la intervención de la autonomía de Cataluña. Es un precepto "garantista", defendió. Robles le replicó en la misma línea que usaría ante los medios: activar el 155 es una "competencia exclusiva" del Gobierno.

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"Pactar con Puigdemont no es la manera"

A esas alturas, la tensión entre PSOE y Ciudadanos ya era indisimulable. A la dirección socialista le molestó sobremanera que la formación naranja no se pronunciase a favor —igual que hizo ERC— de la creación de una comisión de revisión del Estado autonómico en la Junta de Portavoces. Ese foro de diálogo era y es la gran apuesta de Sánchez para comenzar a buscar una salida política para la crisis catalana, convencido de que con la ley no basta. Para Ciudadanos, se trataba sin embargo de una "comisión 'show" que se deslindaba del compromiso que Sánchez había contraído con Rivera: la puesta en marcha de una mesa de trabajo para la reforma constitucional, no circunscrita esta al modelo de Estado. De hecho, el partido emergente presentó una enmienda transaccional al PSOE en ese sentido, que este rechazó porque ya la Junta de Portavoces había dado el visto bueno a su propuesta de comisión, con el apoyo incluso del PP, además del sí de Unidos Podemos, PDeCAT y PNV.

El otro foco de disputa PSOE-C's era la comisión de revisión del Estado autonómico que no apoya la formación de centro, igual que Esquerra

La intervención de Rivera en la tribuna acabó de propiciar el estallido. Aseguró que lo que toca en estos momentos es “apoyar al Ejecutivo” y recriminó a los socialistas que no se sumaran a su planteamiento. El dirigente naranja dijo haber aceptado todos los puntos de la enmienda del PSOE a excepción del último, el que sostenía la necesidad de abrir una vía de diálogo con todos los partidos del arco parlamentario, incluidos los separatistas. Rivera no tardó en lanzar su no a la bancada encabezada por Robles: “Pactar con Carles Puigdemont no es la manera”. Pero lo que también se hizo inevitable fue la catarata de reproches que le disparó la diputada del PSC Meritxell Batet, que arremetió contra el partido de centro por plantear una propuesta que solo traía división a la Cámara y no servía para buscar una salida a la crisis.

El tono duro e "intransigente" de Rivera, y su rechazo total a asumir la apuesta por el diálogo, acabó por convencer a la dirección socialista de que debía votar no al texto, siendo muy consciente de los riesgos. Para los de Sánchez, no era viable renunciar a la negociación con todas las fuerzas, porque esa es la "bandera" de la ejecutiva. "Es una iniciativa que niega el diálogo", resumía un alto cargo de Ferraz. Por ahí el PSOE no podía pasar, argumentaban fuentes del partido.

placeholder Soraya Rodríguez, diputada del PSOE por Valladolid, el pasado 6 de junio. (EFE)
Soraya Rodríguez, diputada del PSOE por Valladolid, el pasado 6 de junio. (EFE)

No obstante, hubo mucha vacilación, muchas idas y venidas. Por momentos se trasladaba que al final se votaría abstención, hasta que el no se fue aquilatando. Un rechazo decidido en última instancia por Sánchez. "No podíamos pensar en el regate corto, sino en lo que suceda a partir del 1-O, y en quién está en condiciones de sentarse a hablar. C's se ha situado al mismo nivel de ERC, porque ninguno apoyó nuestra propuesta de comisión. Rivera ha demostrado que es parte del conflicto y no quiere arreglar el conflicto, que solo busca réditos electorales de esta crisis. Con esta iniciativa, consiguió que los independentistas tomen la palabra, que les aplaudan los nacionalistas y Podemos, y encima visualizan la división. ¿Valía la pena esto? ¿Uno viene al Congreso a triunfar o a joder? Es Ciudadanos quien se ha situado a la derecha del PP", argumentaba del tirón un mando del máximo nivel muy cercano a Sánchez.

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Corrillos en el patio

Conforme se iba consolidando el no, varios diputados críticos se arremolinaban en el patio del Congreso para comentar su disgusto y su desconcierto. Se pudo ver juntos a Soraya Rodríguez, Antonio Hernando, José María Barreda, Ciprià Císcar, Ricardo Cortés, Ignacio Urquizu, Óscar Galeano... Todos con gesto de preocupación. Algunos parlamentarios se acercaron a Robles para hacerle cambiar de opinión, pero ella les dijo que Sánchez ya había decidido. Ellos advertían del riesgo de oponerse al texto de Ciudadanos, el "impacto del titular" en el que el PSOE saldría mal parado al ser él el que en última instancia imposibilitaba que la moción prosperase. Y se quejaban de que la cuestión no había sido debatida en la reunión de grupo. Este último lamento era asumido por el equipo del líder. Los susanistas siguen siendo mayoría dentro del grupo. En lo que sí había acuerdo global era en calificar la proposición de C's de "oportunista". "Han tendido una trampa y hemos caído solos", reprochaban.

La dirección calibró el impacto de la foto del pleno pero entendió que había que mirar más allá: "Ganamos las primarias con los titulares en contra"

En la ejecutiva reconocían que también se calibró el peso de los titulares adversos. Pero al final se optó por actuar "sin complejos", y sin replicar las "inercias" del pasado. "Ganamos las primarias con todos los titulares en contra. No nos eligieron para hacer lo mismo que se hacía antes. Quien ha sido irresponsable, un cantamañanas, ha sido Rivera, no nosotros. Nosotros nos tragamos que en su texto manifestase el apoyo a la Fiscalía, con la que no estamos de acuerdo por la investigación a los alcaldes, y nosotros somos los que estamos poniendo la cara allí por defender la legalidad, no como Ciudadanos, que no tiene un solo regidor en Cataluña", señalaban en la dirección del partido.

C's, sin embargo, no admite ninguna de estas quejas y centra sus críticas en que los socialistas se alineasen “con Podemos y los independentistas” en vez de apoyar al Gobierno. Tras el pleno, resaltaban además que varios diputados de ERC se levantaran aplaudiendo el voto en contra del PSOE, y exigían que los socialistas explicasen con claridad cuál de los cuatro puntos de su propuesta no secundaban. El rifirrafe proseguía en Twitter entre los dos partidos.

La dirección del PSOE defendió que no se había producido una ruptura de la disciplina de voto. De hecho, remarcaban que fue Zaida Cantera la que cantó abstención en su fila y eso indujo al "error" a los diputados que estaban más próximos a ella. Cantera rectificó a tiempo, pero Cámara, Pradas y Díaz Trillo no. Pero Soraya Rodríguez se desmarcó conscientemente, porque entendía que su partido no podía votar en contra de la "defensa de la Constitución, la ley y el Estatuto". La cúpula avanzaba de noche que ella sí será sancionada y que si se había separado de su grupo es porque "ya no tiene nada que hacer en su tierra, en Valladolid".

¿Y Díaz?

Si el PSOE-A hubiera querido visualizar su disconformidad, el choque habría sido mayor: habría aflorado de nuevo la tensión entre Sánchez y Díaz, que a ninguno de los dos conviene. De hecho, Pradas se cuidó de resaltar que el PSOE-A está del lado de las decisiones que adopte Ferraz. Fuentes próximas a la presidenta de la Junta subrayaban que ella "nada tuvo que ver". Pero el malestar entre los parlamentarios andaluces era evidente y no se explicaban el súbito cambio de opinión. Algunos críticos especulaban con que el hecho de que el PSOE uniese sus votos a Podemos y los secesionistas obedecía "a una operación de mayor calado", a la configuración de una "mayoría alternativa" en el Congreso.

Robles y Ábalos trasladaron a Maillo, Hernando y Ayllón que la posición del PSOE de respaldo al Ejecutivo frente al 1-O no ha variado un ápice

Es pronto para saber hasta qué punto tendrá incidencia la votación de este martes. La dirección se afanaba en relatar que la relación con el PP y el Gobierno sigue intacta. El secretario de Organización, José Luis Ábalos, conversó con el número tres de los conservadores, Fernando Martínez-Maillo, y Margarita Robles, con su homólogo del PP, Rafa Hernando, y el número dos de Soraya Sáenz de Santamaría, José Luis Ayllón, para reiterarles que la posición del PSOE no se alteraba un ápice, que el respaldo al Ejecutivo en su lucha contra el 1-O era firme. Los populares, a su vez, admitían que la propuesta de C's era unilateral. La propia vicepresidenta del Gobierno evitó cargar contra los socialistas y se declaró "satisfecha" con el nivel de interlocución con Ferraz y con C's.

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"El apoyo al Gobierno se demuestra con hechos, y eso es lo que estamos haciendo. Y el Gobierno no ha pedido ayuda ni ha promovido ninguna moción", remachaban en las alturas del PSOE. Nada se ha roto, pues, aunque la foto arrojada por el hemiciclo visualizara muchas grietas y sea complicada de gestionar.

El PSOE pide al Gobierno que no le pase la "patata caliente" del artículo 155

La ejecutiva no comparte la exigencia de Robles a Rajoy sobre el 155

Margarita Robles tenía este martes una papeleta difícil. Era fácil de prever que los periodistas le iban a preguntar si mantenía sus palabras del pasado 6 de julio, cuando a la hora de dar cuenta de la reunión de Pedro Sánchez y Mariano Rajoy en La Moncloa aseguró que el PSOE "nunca" apoyaría la aplicación del 155. Este mismo lunes, el portavoz de la ejecutiva, Óscar Puente, rebajó de forma ostensible el rechazo a la activación de ese artículo. 

La diputada subrayó ayer, preguntada por los medios, que desplegar el 155 era una "competencia exclusiva" del Ejecutivo. "El Gobierno no debería esconderse detrás de la togas o pasarle la patata caliente al PSOE", apuntó, tras presionar a Rajoy para que salga de la "indefinición" y de la "ambigüedad" y cuente si va a tirar del 155 o de la Ley de Seguridad Nacional o de cualquier otra herramienta legal. 

Por la tarde, desde la cúpula socialista intentaban minimizar las palabras de Robles. "Cada uno tiene su estilo, su forma...", la disculpaba un alto cargo de la ejecutiva, sin apoyar expresamente sus declaraciones, y tras remarcar que la posición oficial de Ferraz no ha cambiado y es la que manifestó Puente el lunes: no hablar de "hipótesis" y solo entrar en valoraciones cuando el Gobierno actúe. Nada más. 

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