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La “paciencia franciscana” del tribunal deja sin estrategia a Elpidio y Conde-Pumpido
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ha convertido el juicio en un 'circo'

La “paciencia franciscana” del tribunal deja sin estrategia a Elpidio y Conde-Pumpido

Silva tenía todo calculado pero no contempló como una posibilidad que el juicio siguiera su curso y ante este fallo sólo le quedó una opción: montar un circo

Foto: El magistrado Elpidio José Silva (c) a su salida del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. (EFE)
El magistrado Elpidio José Silva (c) a su salida del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. (EFE)

Elpidio José Silva tenía todo calculado. El lunes comenzaba su juicio por prevaricación por encarcelar de manera 'injustificada' al expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, pero en su fuero interno confiaba en que no se iba a celebrar. Tenía razones de peso y ese día entraba al Tribunal Superior de Justicia de Madrid convencido de sí mismo y de la estrategia planeada por su abogado. No contempló como una de las posibilidades que el juicio siguiera su curso natural y ante este fallo de cálculo sólo le ha quedado una opción: montar un circo, un teatro, con el apoyo de su letrado, Cándido Conde-Pumpido, que está siendo toreado por la “paciencia franciscana” del presidente del tribunal, tal y como él mismo ha expresado.

Este será probablemente uno de los juicios más desagradables para Arturo Beltrán, el magistrado que dirige la Sala en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, sobre todo porque el acusado que se está comportando con esos modales es un compañero suyo de carrera. Silva lo ha intentado prácticamente todo: pedir nulidades por diversas cuestiones, intentar perder su aforamiento desvirtuando así la competencia del órgano judicial, recusar a todo el tribunal, intentar apartar a una de las magistradas por su vinculación en el pasado con el Ayuntamiento de Madrid, declarar enemistad de los testigos y renegar de la defensa de su abogado.

Ninguna de estas opciones ha sido válida ni justificada para el tribunal. Todas son meras estrategias para que el juicio no se celebre y poder ganar tiempo. Y a este juego se ha unido su abogado, el hijo del exfiscal general del Estado, un joven letrado que se ha dejado guiar por su cliente.

Durante los tres días de vistas orales, Silva ha repetido en infinidad de ocasiones que se está celebrando el juicio sin tener abogado, algo que no ocurre ni en Corea del Norte, como él mismo ha expresado. Tiene la esperanza de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos escuche sus plegarias y en un futuro anule la sentencia, en caso de ser condenatoria.

Ha pedido por activa y por pasiva la suspensión del juicio, pero el tribunal entiende que son meras estrategias injustificadas. Así que Silva va a la desesperada e intenta que el tribunal caiga a sus provocaciones y cometa algún error. A lo largo de las tres jornadas ha intentado que el presidente del tribunal le expulse de la sala e incluso él mismo ha pedido irse. Pero no. La “paciencia franciscana” de Beltrán ha hecho que aguante ante todos esos intentos. No ha dejado hablar cinco minutos seguidos a ningún testigo o parte del proceso.


Es norma general que un acusado no pueda hablar durante un juicio a no ser que el tribunal le conceda la palabra o sea su turno. Sin embargo, Silva se ha apoderado de un micrófono y no lo ha soltado en las tres jornadas. El juez enjuiciado tampoco ha perdido de vista al abogado del expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, y al fiscal jefe de Madrid, Manuel Moix, para quienes también ha tenido calificativos. El abogado Carlos Aguilar ha saltado: “No puede ser que este individuo interrumpa constantemente”. El representante del Ministerio Público le ha acusado de hacer “demagogia barata” y un “linchamiento jurídico”.

Elpidio pierde la razón

Elpidio Silva buscaba un enfrentamiento que llegó con el turno de Blesa. Cuando se sentaba para ser interrogado como testigo, los preferentistas que estaban como público apoyando al juez saltaron y encontraron lo que buscaba el acusado, que el presidente del tribunal les expulsara e impusiera una multa de 100 euros a una de ellas, por insultar al exbanquero, y llamarle “ladrón” cuando ya había avisado anteriormente de que esto podía ocurrir. Al salir parte del público de la sala, Silva se ha descubierto sin darse cuenta. “Esto es lo que quería”, le susurraba a su abogado sin darse cuenta de que tenía el micrófono abierto.

Por su parte, Blesa –que actualmente está imputado por dos causas judiciales– se presentó como una víctima de Silva, un juez que le ha dañado su imagen, su prestigio, su vida personal, profesional y familiar, al encarcelarle en dos ocasiones de manera, a su parecer, injustificada. Recordó lo mal que ha hablado el juez de él en diversos medios de comunicación, llegando a afirmar que ha traficado con armas, y narró sus argucias judiciales para encarcelarle.

A todas luces Silva ha perdido el control de la situación en el juicio, que está previsto que dure hasta el próximo lunes. Quería aplazar la vista por lo menos hasta que se celebrasen las elecciones al Parlamento Europeo, a las que se ha presentado como candidato. Con su forma de actuar en la vista se está dando notoriedad, que le podría repercutir en los votos.

Elpidio José Silva tenía todo calculado. El lunes comenzaba su juicio por prevaricación por encarcelar de manera 'injustificada' al expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, pero en su fuero interno confiaba en que no se iba a celebrar. Tenía razones de peso y ese día entraba al Tribunal Superior de Justicia de Madrid convencido de sí mismo y de la estrategia planeada por su abogado. No contempló como una de las posibilidades que el juicio siguiera su curso natural y ante este fallo de cálculo sólo le ha quedado una opción: montar un circo, un teatro, con el apoyo de su letrado, Cándido Conde-Pumpido, que está siendo toreado por la “paciencia franciscana” del presidente del tribunal, tal y como él mismo ha expresado.

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