La protesta pierde la calle y deja vía libre al Gobierno para completar sus ajustes
El Gobierno está consiguiendo aplicar el ajuste presupuestario sin sufrir la contestación social que temía al comienzo de la legislatura.
El Gobierno está consiguiendo ejecutar su programa sin sufrir la contestación social que temía al comienzo de la legislatura. La exhibición del malestar por la corrupción, los recortes y los efectos de la crisis se ha ido diluyendo progresivamente a pesar de que ninguno de esos parámetros ha experimentado una mejoría que justifique el apaciguamiento de las calles. Cuantitativamente, las dos últimas grandes citas convocadas en Madrid por las organizaciones más contestarias han resultado ser un absoluto fracaso. Y los expertos policiales no creen que la tendencia vaya a revertirse en los próximos meses.
Los movimientos que surgieron o se consolidaron el 15-M habían convocado el pasado sábado 5 de octubre una gran concentración en la Puerta del Sol de la capital contra la corrupción política. El blanco natural de la marcha, que llevó por lema“Fuera mafia, hola democracia”, era el Ejecutivo del PP por las informaciones que ha ido revelando el caso Bárcenas. De hecho, la primera vez que se utilizó ese eslogan fue el pasado mes de julio en una concentración en la calle Génova, y el pasado sábado los manifestantes intentaron trasladarse del kilómetro cero a la sede los populares. Sin embargo, la iniciativa apenas congregó en torno a un millar de personas y no consiguió movilizar al ciudadano medio que sí se implicó en el 15-M.
Algo similar ocurrió con la marcha contra la Monarquía convocada en Madrid el fin de semana anterior. Sus organizadores, la Coordinadora 25-S, promotora de las concentraciones que en septiembre de 2012 lograron congregar a miles de personas en Rodea el Congreso, no mostraron en esta última ocasión el mismo poder de convocatoria. Apenas un millar de personas se movilizó para reclamar el “Jaque al Rey”, lema de esa otra cita. Las horas bajas por las que pasa la Familia Realcasi al completo no fueron suficientes para espolear una gran reacción popular contra la más alta representación del Estado. Al menos por ahora, la indignación que reflejan las encuestas está prefiriendo quedarse en casa.
Moncloa temía un incendio permanente
Para el Gobierno, el fracaso de estas citas no deja de ser una sorpresa. Moncloa recibió informaciones policiales al comienzo del año que le advertían de que se avecinaba una primavera convulsa en la que podía llegar a verse comprometida la estabilidad social e institucional de España. Sin embargo, el verano llegó sin grandes contratiempos para el Partido Popular. Los clímax mediáticos del caso Bárcenas tuvieron un efecto limitado. El intento de Asedio al Congreso en abril sólo reunió a 1.500 personas y el segundo aniversario del 15-M se saldó con la ocupación de un tercio de la Puerta del Sol durante apenas una hora. Los escraches de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) fueron los mayores catalizadores del descontento hacia el Gobierno, pero, de nuevo en este caso, su capacidad de movilización fue moderada.
El inicio del curso político muestra la misma tendencia, aunque los datos apunten en otra dirección. Según las estadísticas de la Delegación del Gobierno en la Comunidad de Madrid, entre enero y septiembre de este año (ambos meses incluidos) se celebraron en la región 3.337 manifestaciones y concentraciones, un 57% más de las que tuvieron lugar en el mismo periodo de 2012 (2.125) y casi tantas como las que se celebraron en todo ese año (3.419). El mes pasadose contabilizaron 322 manifestaciones frente a las 238 que se convocaron en septiembre del año anterior. Las cifras revelanque hay más protestas, pero ninguna de ellas ha conseguido cristalizar el enfado generalque gravita en el ambiente.
Más presencia policial
Fuentes policiales consultadas por este diario aseguran como una de las causas del declive de las protestasel incremento de la presencia policial en las calles. La estrategia del Ministerio del Interior pasa por elevar el número de antidisturbios en las concentraciones para disuadir a los grupos más violentos antes de que se produzcanmomentos de mayor tensión y así evitar cargasque puedan servir para realimentar nuevas marchas. En noviembre de 2012, Interior reforzó las Unidades de Intervención Policial (UIP) con una nueva Unidad de Prevención y Reacción que aportó otros 378 agentes. La mayoría de los dispositivos policiales para manifestaciones en Madrid han contado con más de un millar de efectivos.
Las mismas fuentes policiales también señalan como uno de los motivos del descenso de la tensión social la división que sufren los grupos más activos. La multitud que aglutinó el 15-M ha cedido el protagonismo a decenas de pequeños movimientos que han optado por estrategias divergentes, algunas de ellas de corte radical, con las que no simpatiza el ciudadano medio. El intento de Asedio al Congreso, por ejemplo, sólo logró la adhesión de las siglas ubicadas en la izquierda más extrema. Y fue un fracaso.
El avance del cansancio
El otro factor que los expertos policiales consideran clave es el cansancio y la resignación que se ha instalado en parte de la sociedad tras cinco años de crisis. El número de personas dispuestas a manifestarse es menor que al comienzo de la recesión, a pesar de que en estos momentos los motivos para expresar el malestar contra los políticos y las autoridades institucionales parecen más irrebatibles.
Sin duda, la situación actual dista mucho de la que vivió el PP cuando llegó al Gobierno. Debutó con las huelgas estudiantiles de Valencia y Barcelona. El 29 de marzo de 2012 sufrió la primera huelga general y el 14 de noviembre, seis meses después, la segunda. En los últimos días de septiembre también de ese año miles de personas abarrotaron las inmediaciones del Congreso durante casi una semana. Sin embargo, desde entonces,la intensidad de la presión popular se ha ido desiflando,las manifestaciones multitudinarias se han dividido en infinitasconcentraciones de centenares de personas, ylas protestas sindicales maximalistas se han canalizado a través de movilizaciones sectoriales, como las de los profesores y los trabajadores de la sanidad pública. Sólo ahora, con la aprobación del factor de sostenibilidad de las pensiones, los sindicatos parecen volver a barajar tímidamente la convocatoria de una nueva huelga general. Pero el tiempo juega ahora a favor del Gobierno. Los expertos sostienen que, si la economía muestra signos de recuperación, volverá la paz social previa a la crisis.
El Gobierno está consiguiendo ejecutar su programa sin sufrir la contestación social que temía al comienzo de la legislatura. La exhibición del malestar por la corrupción, los recortes y los efectos de la crisis se ha ido diluyendo progresivamente a pesar de que ninguno de esos parámetros ha experimentado una mejoría que justifique el apaciguamiento de las calles. Cuantitativamente, las dos últimas grandes citas convocadas en Madrid por las organizaciones más contestarias han resultado ser un absoluto fracaso. Y los expertos policiales no creen que la tendencia vaya a revertirse en los próximos meses.